MAMÁ GALLINA

Le heredé a mi madre, no sé si por sangre o por costumbre, eso de ser un poco sobreprotector en muchos momentos con mis polluelos, no importa que estos sean mayores que yo o que tengan el triple de experiencia en la vida misma, pero en cuanto alguien pasa a ser mi responsabilidad, mi energía entera se dispone a cuidar de ese alguien hasta que ya no esté más conmigo y me cuesta mucho entender que los demás no lo hagan, claramente lo comprendo, pero algo dentro de mi cabeza se siente extraño cuando a los otros les importa muy poco lo que pueda pasar con sus iguales.

 

Me gusta atender muy bien a mis invitados y a mis huéspedes, desde buscarlos y/o llevarlos al aeropuerto, hasta cocinarles y ser guía turístico con mucho detalle; también procuro que todo aquel que llegue a mi casa se sienta bien atendido y siento mucha satisfacción cuando alguien al irse se va con mucha nostalgia por lo bien que se sintió. Hay algo en mí que me hace querer hacer sentir al otro en su propia casa y tan querido como lo soy yo en la mía, quizá quiero devolver un poco de toda esa seguridad, tranquilidad y cuidado que me han dado durante toda mi vida. A veces soy un poco obsesivo con eso de la seguridad y me gusta saber que quien salió de mi casa llegue bien a su destino y puedo dormir tranquilo cuando me avisan que no volverán porque van a pernoctar en otra parte o simplemente que se tardarán en volver, es sólo un mensaje de cinco segundos que me deja tranquilo y ya.

 

La cuestión importante viene del otro lado, obviamente yo no espero que se haga lo mismo conmigo, porque como lo dije, soy un poco obsesivo, pero sí me parece un poco extraño cuando a un amigo, anfitrión o familiar no le importa en lo absoluto lo que pueda pasar con quien por unos días está compartiendo el mismo lugar con ellos, y no me refiero sólo a temas de seguridad al salir, también estoy hablando de la alimentación, de la conversación y de todo lo que envuelve ser un anfitrión y bueno, puede ser algo exagerado y dramático, pero es la forma en la que siempre lo he hecho y en la que se me ha criado.

 

La verdad sí se siente bien o bonito recibir ese mensaje que pregunta si estamos cómodos o si queremos algo o cómo regresaremos a casa, más si no somos nativos del lugar y no conocemos los espacios, el idioma o las costumbres. En mis años como viajero me he topado con todo y la verdad sí me ha dolido mucho las veces que me han abandonado, que a nadie le ha importado sí vuelvo; hubo un par de veces donde supe que si moría esa noche nadie se iba a enterar hasta varios días después. He caminado solo por carreteras oscuras en la noche porque mis guías quisieron irse a otro lado y no les importó si yo podía volver o no; he esperado en la madrugada a que salga el sol y funcione el transporte público porque quien llegó conmigo simplemente desapareció; he estado hasta altas horas de la noche buscando donde dormir porque quien me iba a recibir decidió cambiar de opinión cuando me dirigía hacia su morada. Tantas cosas me han pasado que, ahora viéndolo en retrospectiva, me hace estar completamente seguro de qué cosas jamás vivirán quienes estén en mi casa o bajo mi responsabilidad, puede ser muy extremista lo mío, pero sé perfectamente lo que se siente el frío de la calle.

 

Jean Pierre

LAS SOCIEDADES MASCULINAS

He tenido varias conversaciones agitadas con algunos amigos cuando reafirmo que existen estas diferencias tan marcadas entre hombre y mujeres y esto no tiene nada de malo, somos iguales en derechos y obligaciones, distintos en la personalidad, claramente influenciados por la moral, la sociedad, la religión, los instintos y hasta la forma de alimentarnos. Son distintas las sociedades femeninas, mixtas y las masculinas; por más que pensemos y queramos hacer cambios sociales, esto no va a pasar en muchas generaciones y no estoy intentando hablar como un aspecto positivo o negativo de la sociedad y no estoy defendiendo las posturas que van en contra de las normas que nos rigen, yo estoy intentando pensar un poco más allá, en este escrito quiero hablar de la intimidad, de ese punto en el que se aprende, crea y construye.

 

Quiero también decir que al referirme a sociedades me refiero a grupos chicos de cohabitación, no estoy haciendo alusión a esta creada por el hombre blanco cisgénero, quiero enfatizar en eso porque intento librarme de malos entendidos, ahora que ya esto queda muy claro, prosigo. Los hombres que han logrado construir desde cero alejados de cierta regla impuesta, pero sin cambiar del todo las costumbres, son un caso muy interesante de estudiar, pues mantienen esos rasgos conservadores, pero cercanos a la liberación; se alejan de lo religioso, pero se aferran a lo espiritual; son fuertes, pero sensibles y plenos al hablar del amor y la felicidad; no pueden aún conversar del dolor, pero sí de la forma de sanar; son instintivos y racionales cuando se trata de elegir rápidamente; son desordenados, pero aman las labores domésticas. Es como si estuvieran en una transición entre el pasado y el presente, aferrándose a la tradición con una mano, mientras con la otra abrazan el progresismo tímidamente.

 

Las sociedades masculinas tienen normas, hay lideres que no temen a ser liderados y hay responsabilidades asumidas desde el análisis de la generalidad y no estoy diciendo que en los grupos mixtos o femeninos no pase, sencillamente funciona distinto, es una formula distinta y especial para cada grupo, es como hacer arroz, algunos lo fríen primero, otros miden cada porción, otros lo hacen todo a la suerte del ojo y al final, siempre tienen arroz. A eso es a lo que voy, los grupos donde solamente habitan hombres tienden a tener su propia forma de hacer arroz y de mil cosas, y aunque desde afuera muchos podrán decir todo tipo de comentarios y reírse por la forma en que se elabora algo, en esas intimidades ruidosas y ebrias, hay sensibilidad que sólo se puede desnudar frente a otros hombres; hay amor que se grita a los ojos de quien está diciendo que siente lo mismo; hay comentarios salidos de tono y estos son celebrados; hay libertad absoluta de ser quien se quiera sin sentir vergüenza; hay cuerpos distintos moldeados por la comida y el azúcar que se sientes seguros de ser exhibidos.

 

Se ha arrinconado a los hombres a condiciones creadas por los mismos hombres que han ejercido su control y poder para dictar como se debe comportar la humanidad entera, es trabajo de los mismos cambiar para su bien propio y el de los demás. Hay cambios muy grandes que tardarán mucho en darse, pero se puede celebrar humildemente los pasos dados; es válido y muy necesario desarrollar hombres sanos, empáticos, inteligentes y dispuestos a entender que la verdad, siempre puede cambiar.

 

Jean Pierre

UN RINCÓN

Hace un tiempo mientras me analizaba logré encontrar que siempre busco un rincón el cual habitar y ahí me instalo para siempre, soy como el caracol que hace su hogar cualquier mínimo espacio que pueda ocupar. Quizá esta costumbre viene desde siempre en mí, como cuando duermo en una cama muy grande y procuro hacerme en un solo espacio dejando todo el espacio libre; o cuando en el invierno me hago un ovillo y me tapo con todas las mantas hasta volverme un pequeño montón que no loga llenar muchos centímetros cuadrados; o como cuando llego de invitado a otra casa en la que me quedaré por un largo tiempo y me instalo ahí en ese pedazo en el que no logren notar mi presencia ni mi ausencia. Me gustan los rincones, los espacios pequeños, lo íntimo; me gusta sentir que ese lugar es mío y todo lo que mi cuerpo logra tocar es el mundo del cual soy propietario, me gusta sentir que debajo de esas capas que me cubren estoy protegido de los espíritus que quieran venir a robarse mi alma.

 

No he aprendido a amar los espacios muy grandes, me atormentan, obviamente disfruto de eso, pero no podría habitarlo, la sensación de ser insignificante me provoca náuseas y me hace salir corriendo a mi pequeño rincón, que a su vez me lleva al vientre de mi madre o a su regazo, ahí donde no existe el miedo, donde me curo cuando enfermo, ahí donde su calor me hace sentir que es el único calor que quiero que me queme.

 

A veces cuando me mudo de casa o me muevo a otros lugares, visualizo un lugar cómodo, con luz, al que pueda acceder fácilmente, que no esté cerca de aires acondicionados, que no todos pasen por ahí y en donde pueda sentarme con las piernas cruzadas y una vez ese espacio está en mi radar, lo hago mi guarida, mi escondite y lo impregno de mí a la vez que él lo hace conmigo y nos volvemos uno solo. En un pequeño rincón disfruto escribir, leer, llorar, dormir, crear y llegar a conclusiones.

 

Habrá que buscar la raíz psicológica de este temor a los espacios grandes, es que lo mucho me abruma y me quita la paz y eso me ha convertido en alguien que sabe vivir con lo poco, hasta con nada y no estoy diciendo que no quiero muchas cosas en mi vida, solamente estoy diciendo que prefiero lo básico para existir, un hueco en el cual esconder el cuello cuando quiero huir de todo, un espacio que me espere todas las veces que quiera volver. Busco conquistar el mundo a mi ritmo, pero en esas conquistas encuentro espacios llenos de nada en los cuales pueda conectar mi cuerpo y recargarme de la vida que debe salir desbordada al día siguiente.

 

He sido molesto muchas veces porque me ven ahí en el mismo sitio por horas y horas y piensan que no tengo ganas de vivir o que no estoy haciendo nada, pero en los espacios pequeños es cuando logro concentrar todo lo que da vueltas en esta cabeza volátil y pasarlo por el embudo y plasmarlo en letras de poemas, en guiones, en documentos o en historias de amores fracasados.

 

Jean Pierre

EL JUEGO DE LA CARNE

En los próximos días cumpliré 15 años de ser vegetariano y de sus beneficios puedo hablar muchas cosas, pero aquí quiero hablar de algunas conclusiones a las que he llegado. cuando tomé la decisión había un par de argumentos que me hacían defenderlo, mismos que ahora no son tan importantes y actualmente siento que hay otras razones que hacen más lógica a lo que quiero llevar como dogma de vida.

 

Hace poco en una charla con un amigo, él me decía que si los mataderos fueran de cristal todos serían vegetarianos, yo lo interrumpí de inmediato y le dije que eso era una gran mentira, el poner cristales solamente permitiría que lo normalizáramos, así como lo hacemos con la gente que duerme en la calle o los niños que venden dulces o su cuerpo en los semáforos; somos una especie a la que la empatía le dura hasta donde llegan los ideales o las creencias. También dentro de los discursos que escuché hace años estaba el que decía que somos lo que comemos, y que comer violencia (carne) nos hace violentos, otra gran mentira, la gente que es una mierda lo va a ser comiendo oro o tierra y no hay nada más violento que una persona que se siente con la superioridad moral para decirte que ellos están bien sólo por hacer algo que otros no, pues su ego encarna todo eso contra lo que supuestamente están luchando.

 

Desde mi experiencia sólo puedo decir que he tenido beneficios en cuanto a mi salud y físicamente siento y agradezco esta decisión, después de eso, cada quien le da los significados que quiera para mantener vivo su argumento y es que cuando queremos defender una postura, siempre vamos a encontrar las justificaciones suficientes y los que se opongan a ello, no serán más que ignorantes que no logran tener la mente tan abierta como nosotros, o quizá nosotros no logramos expandirla para comprender lo que ellos sí ¿y si mejor no comprendemos nada?

 

Es utópico pensar que vamos a transformar la humanidad desde la alimentación, mientras los cambios no sean sociales, políticos, culturales y generacionales, no llegaremos a buen puerto. Se entiende perfectamente que se debe saber comer, pero que eso no nos obnubile el pensamiento y pretendamos usar esto como argumento para maltratar a quienes cohabitan con nosotros este lugar. 

 

Yo siento que la conciencia respecto a lo que comemos tiene que relacionarse con la procedencia de eso mismo, o con la cantidad de ese algo que está entrando en nuestro organismo, o con los efectos que genera su ingesta. Hemos “evolucionado” de una forma tan apresurada, que nos estamos olvidando del huracán que somos y los desastres que causa ese fenómeno; matamos por matar y comemos por comer, ya no nos alimentamos por calmar una necesidad básica, sino por el deseo de la máxima satisfacción, entonces ya no es abastecer, sino un acto de placer, y ahí sí entran todos estos temas de lo espiritual o como quieran llamarlo, pero no es solo con los cárnicos, lo es con todo lo que pueda digerirse, y mientras podamos vomitar, defecar y sentir placer, seguiremos en este juego carnal.

 

Jean Pierre

 

 

 

EL ÚLTIMO DÍA DE ESCORPIÓN

Yo no quiero convertir esta página en un lugar de positivismo excesivo, pero es que tengo tantas razones para hablar bien de la vida, que no puedo evitar usar este espacio para manifestar la explosión que está ocurriendo en mi corazón, que me tiene experimentando los niveles más altos de ganas de vivir y deseos de construir todo lo que me falta por edificar en esta encarnación que me va a quedar debiendo años.

 

Si desean pueden volver unas cuantas semanas en estos escritos y van a encontrar los momentos tan dolorosos que viví que me arrastraron en un circulo de tristeza y pensamientos turbios, afortunadamente tengo un gran poder para sanar rápido y el mar se encargó de ser el ungüento que logró sellar con la sal las heridas que no se veían, pero que me dolían en cada pensamiento recurrente que invadía mi todo. Hoy cerca a la muerte de este año, puedo decir que todo es perfecto y que mi fuerza es más poderosa de lo que pensé y que el amor que he recibido, es tan grande como el universo mismo.

 

Nací un 21 de noviembre, el último día de escorpión, justamente cuando culmino un ciclo de vida, es cuando más cerca estamos de finalizar el año, entonces en mi onomástico me encargo de hacer las reflexiones pertinentes y para navidad, todo se ordena. Hoy estoy en paz conmigo mismo, con mis pensamientos, con mis emociones, con mis amigos, con mi familia, con mis recuerdos, con mi pasado y mi presente; hoy todo se juntó y volví a ser una sola pieza a la que no le falta nada. Tengo tanto por lo que agradecer, que es injusto con el camino que piso las veces en que me he detenido a replantear mis decisiones, este camino me eligió y yo no tengo más que recorrerlo y llevar como bandera la gratitud infinita, pues hoy puedo abrazar a mi familia, comer en mi mesa, dormir en mi cama e irme sabiendo que siempre puedo volver.

 

Amo tener miedo y mirar para atrás, porque acto seguido a ese pestañeo, me doy cuenta que he construido un sendero lleno de rosas y terciopelo. No seré ese tipo de artistas que victimizan sus vivencias para generar empatía, pero sí estoy dispuesto a transformar artísticamente todo lo que me pasa, pues todo lo que me rodea, no es mas que la manifestación más pura de todo a lo que pueda llamarse arte. Tengo muchos temores, pero el abrazo de mi madre me pone la sangre fría y las lagrimas de mi padre me impulsan a conquistar esos objetivos que son los que me han hecho llorar y querer renunciar. Hoy no tengo más opción que celebrar la vida, celebrarme a mí mismo y digo que no tengo más opción, porque las otras, ya no existen.

 

Jean Pierre

UNA VEZ AL AÑO

Durante un par de años me estuve dando muy duro a mí mismo con relación a eso de la soledad, el merecer, la compañía, las amistades reales y el amor eterno; por mucho tiempo me replanteé las razones por las que mis amigos ya no estaban y no me tomaban en cuenta en sus planes y los culpé por ello; hoy puedo decir con toda la serenidad y la cordura posible, que el único culpable, soy yo.

 

He sido bastante egoísta volcando toda la atención sobre el espectro de mi espacio de luz y estúpidamente asumo en mi cabeza (cosa que le pasa a todo el que se va lejos) que el mundo se detendrá y estará exactamente como lo dejé para cuando vuelva. Obviamente es egoísta centrar toda la atención sobre mí, y tiene algo de lógica, pues yo soy mi propio mundo y orbito alrededor de él, sólo que a veces se nos olvida que hay millones de planetas más por ahí viviendo sus propias conquistas y derrotas.

 

Recuerdo un diciembre que encontré a todos mis amigos de fiesta en un lugar al que llegué por otra invitación, y me dolió fuertemente verlos ahí sin haberme dicho nada; o aquella vez se fueron a un nevado y no me ofrecieron la posibilidad de estar ahí, pero es que se me olvida por momentos que a muchas invitaciones tuve que decir que no porque estaba fuera del país, y en una cabeza que entraron muchos “no” se vuelve parte del paisaje la ausencia y por ende se asume que el otro nunca está y nunca se sabe cuándo llega o se va de nuevo.

 

Ya hice las paces con todo con esos fantasmas mentales que me hacían sentir víctima y me ponían en una situación de lastima. Ahora puedo comprender perfectamente que, así como yo deseo todos los días conquistar este planeta, ellos andan haciendo lo mismo, a su ritmo, en su tiempo, con sus metodologías, acompañados o solitarios; cantando o gritando; corriendo o volando; en playas o montañas; construyendo bases y tocando cimas.

 

Una vez al año logro reunirlos a todos y ahí me doy cuenta perfectamente que las cosas que vivimos tan intensamente en algún momento, son los cimientos de una relación que en realidad nunca acabará. Una vez al año van a donde yo esté para celebrar mi cumpleaños y nos reímos con la fuerza que estuvo contenida 365 días y entendemos que el tiempo que estuvimos separados, no fue más que la excusa para apretarnos más fuerte en cada abrazo. Ese único día en el año en que estoy de júbilo por celebrar un ciclo más de mi extraña existencia, ellos son cómplices y testigos de mis lágrimas, mis gritos, me euforia, mi amor y son completamente responsables de cada sonrisa que inunda el espacio que habitamos en ese momento que perdurarán hasta el siguiente encuentro.

 

Jean Pierre

DECONSTRUCCIÓN

No es real, no existe; es la mayor mentira que le decimos a nuestra cabeza, no estamos deconstruidos, queremos creerlo para encajar o empatizar, pero no es así, es una idea romántica, que hasta que no lo interioricemos realmente, no lo estaremos. A ver, quizá estoy siendo un poco extremista y llevándolo muy al límite, pero es que todos los días encuentro nuevas razones para no creer de lleno en esto y pensar que somos un poco hipócritas con tal de pertenecer a alguna causa social o para hacer creer al otro que estamos evolucionando en nuestra forma de pensar, y quizá si lo estemos haciendo, pero defender una postura implica conocerla bien.

 

Hasta la persona más “deconstruida” saca su homofobia, gordofobia, machismo, transfobia y todo eso que dice daría la vida por cambiar en la sociedad, cuando está con rabia. Es increíble como la ira logra traer al frente todo lo que pensamos, porque lo hacemos, las palabras que salen de nuestra boca en estados máximos de emociones no lo hacen en contra de nuestra voluntad, son un reflejo de nuestro inconsciente y eso no se puede ocultar; eso que explota como una olla de presión y derrama todo el odio posible, es real, somos nosotros, bueno, una parte de nosotros. Entonces todas esas banderas que llevamos con orgullo por las calles e intentando atacar a quien no se une a la causa, terminan siendo quemadas por sus propios defensores en medio de un instante de catarsis que no salió cuando debía salir. Y es que a todos los humanos cuando nos tocan el ego, al mismo tiempo se libera al animal que quiere defenderse y si esa defensa implica hablar del cuerpo del otro, de su orientación sexual o su color de piel, estoy seguro que todos lo haremos.

 

He visto a muchas personas que defienden el no hablar de los cuerpos de los demás, atacando eso mismo y reforzando los estándares cuando tienen un momento de enojo; he observado quienes sacan a relucir todo su racismo cuando a la mañana andan diciendo que eso mismo no está bien; he visto a muchos desfilando en las calles por sus derechos sexuales, mientras atacan fuertemente las diversidades que van más allá de la suya y he visto a mil hombres intentando empatizar con las mujeres, con el único objetivo de un encuentro carnal. También es bien curioso cuando algunos quieren hacer sentir cómodo al otro con su discurso revolucionario de la empatía y la deconstrucción, pero cuando no pueden llevarles a la cama terminan atacando con toda la fuerza eso con lo que media hora antes eran los mayores adeptos.

 

El miedo es otro gran factor para hacerse defensor de una causa y es que también es un arma de doble filo, porque ese miedo termina trayendo aliados que tienen otras intenciones. Hoy en día, o bueno, desde siempre ha sido imposible tener un dialogo y debate sincero sin que los abanderados y detractores terminen llenos de ira y odiando todo lo que el otro hace, pero ese es el gran problema de luchar sólo por nosotros, es muy difícil encontrar quienes busquen el bien común; mientras las necesidades individuales sean cubiertas, las colectivas terminan siendo el escudo que no es defendido realmente y los verdaderamente afectados, terminaran siendo llevados a la perpetuidad del desamparo.

 

Jean Pierre

COINCIDENCIA

Hace varios meses conocí a alguien por unos escasos segundos, y algo nos dijo que no podíamos solamente pasar rápidamente por la vida del otro, así que mantuvimos conversaciones durante todo este año y ahora estamos planeando escribir juntos un gran largometraje. Esta frase podría repetirla quinientas veces por año durante los últimos diez, constantemente estoy en ese proceso en espiral de tener personas en mi camino que se vuelven relaciones fuertes y duraderas; con todos los procesos que atraviesan todas las relaciones de amigos, pareja, familia y demás, y todas terminan tatuadas en el pellejo con la tinta invisible que generan las coincidencias. Yo no sé qué tengo ni por qué pasan estas cosas tan extrañas en mí, bueno, ahora ya son parte de la normalidad, pero estas situaciones me han dado una confianza particular en mis decisiones y me ha fortalecido la intuición de la que ya he hablado anteriormente. Y es que obviamente voy a confiar en el proceso y en lo ilógico de la forma en que actúa el universo, si es que todos los días me reafirma que tiene razón y soy fiel testigo de cada cosa.

 

No sé si sea correcto llamarles coincidencia a estas vivencias, pues quizá la definición no sea lo que relaciona y ata los cabos. Por momentos estoy casi seguro que así debía ser, que cada alma que sujeta mi mano estaba completamente destinada a rozar mi piel; por momentos inclusive puedo ver a alguien y decirle “te estaba esperando” porque sencillamente puedo ver en su mirada la vida hermosa que compartiremos y entonces es absurdo pensar que pasó porqué sí, que de la nada apareció y ya, yo prefiero quedarme con mi teoría loca de los tiempos alineados y la necesidad de esa energía superior de ponernos cara a cara para aprender algo, o amarnos, o caminar juntos, o descubrir algo, o simplemente darnos un abrazo.

 

También estoy seguro que eso mismo que me coloca tanta abundancia en frente, es aquello que me cuida y aleja de algunos dolores, porque me ha dado unos gigantescos, que hoy puedo agradecer y sentirme realizado al haberlos superado; digo que me cuida porque de la misma forma en que miles se quedan en mí, miles más pasan de largo y nunca nos cruzamos otra vez; con esos tantos no logro generar nada que me invite a compartir el mismo espacio o a querer contarle y planear aventuras juntos. La selectividad en un don que se va desarrollando, pero por la combinación de muchos factores, desde lo esotérico hasta lo psicológico, y aunque soy feliz nadando contracorriente y llevando la contraria a todo, a mi intuición no me opongo casi nunca.

 

Coincidencia, casualidad, destino, hilo rojo, conspiración, en fin, como queramos llamarlo y darle la semántica que queramos, ese “no sé qué” especial que tienen los momentos en los cuales se cruzan dos mundos y explotan y crean nuevas constelaciones durante breves momentos, es la razón por la cual hoy estoy escribiendo esto que intento descifrar y darle un orden en mi cabeza, pero que, de momento, me invita a seguir haciendo un camino con tantas paradas como abrazos pueda recibir.

 

Jean Pierre

FUGAZ

Es hermosa y traumática esa experiencia de lo fugaz, que llega repentinamente y de la misma forma sale huyendo cuando menos lo esperamos, pero siendo conscientes que un día tenía que pasar. Obvio nos hacemos los tontos cuando se trata de abordar esa conversación y elegimos pensar que será eterno ese instante en el que estamos suspendidos en unos ojos que miran fijamente y creemos que no existen las mentiras, las trampas, los engaños y el desamor. Lo fugaz nos permite soñar e ilusionarnos todos los días y entonces sabemos que siempre va a llegar algo increíble a nuestra vida, elemento corto punzante de doble filo este, pues el esperar siempre más y más no nos deja estar firme en un solo espacio.

 

Cada tanto es interesante dejarnos seducir por la idea de encontrar una aventura que no durará un fin de semana completo, el daño colateral es menor cuando todo tiene fecha de caducidad y la promesa tentadora de un reencuentro es el impulso a lanzarnos a la odisea de cruzar montañas, desiertos y océanos que quizá de otra manera no la hubiésemos hecho nunca. Quizá en algún momento de nuestros años llegue ese punto en el que ya no nos interese caminar tanto sin rumbo fijo cada semana buscando nuevas manos que sujeten la misma cuerda hacia la misma cima por lo que dura el ascenso y el descenso, pero mientras eso pasa ¿por qué no disfrutarlo sabiendo que la aventura será perfecta para nuestro libro de anécdotas?

 

Lo fugaz es bellísimo, no solamente con las aventuras amorosas de besos robados en medio de una fiesta, también lo es con esos amigos que hacemos en media hora y que terminan convirtiéndose en secuaces que no tienen miedo a conquistar tierras inexploradas; lo es con aquellos que se convierten en cómplices de nuestras ideas particulares que quienes nos conocen no harían normalmente; también lo es con esas personas que buscan la misma nada que nosotros y que se vuelven amistades que atraviesan el atlántico para darte muchos abrazos por un par de meses. Lo fugaz es perfecto para los que nos gusta amar todos los días y para los masoquistas que nos gusta mantener con el corazón roto, pero con la increíble historia que tenemos por contar a quien se pase por nuestro camino y se detenga 5 minutos a hablar.

 

Es tan fascinante ver los lazos que nacen de la espontaneidad del momento y que jamás podrían forzarse como lo son las citas de las redes sociales, o las convivencias del trabajo o todo aquello que tiene un protocolo para conocer a alguien más. Me ha pasado de decirle a alguien que jamás he visto que si quiere que sea su guía turístico y ahora es uno de mis mejores amigos que me abraza y consciente como nadie; también conocí a unas personas y les dije que me gustaba su vibra y terminamos caminando por las calles de otras ciudades abrazados y cantando canciones que nunca había escuchado. Mil momentos puedo contar de todo aquello que lo fugaz me trajo y que nunca me voy a arrepentir de haber dicho que sí, de haber tomado la iniciativa, de haberme arriesgado a ir por todo, de dejarme tocar con algunos labios que nunca volveré a observar; nunca podré arrepentirme de tomar caminos que estuvieron cerradas, pero que abrí con esa llave gigante que son mi sonrisa y la forma en que me relaciono con los otros. Lo poco duradero me ha dado la eternidad, la ilusión y perspectivas que me invitan a seguir siendo un instante que durará para siempre.

 

Jean Pierre

SESENTA Y OCHO ATARDECERES

A veces me pregunto seguidamente “¿qué estoy haciendo para merecer tanto?” y mi ego me da muchas respuestas que prefiero no escribir aquí y es que hablando particularmente de este año, ha sido tanto lo que he recibido que quedo anonadado de cada cosa que pasa en mi vida, y aunque no ha sido fácil llegar vivo a octubre, me siento pleno actualmente, siendo consciente de todo lo que aún debo hacer, pero supremamente agradecido por cada cosa que pasa frente a mis ojos que queda grabada en mi retina y me hace respirar hondo y agradecer por lo mucho que el universo me permite vivir.

 

Recientemente finalicé la etapa que más ha formado mis habilidades sociales y comunicativas, sesenta y ocho atardeceres aprecié alejado de todo lo que he tenido y permitiéndome existir con lo que tenía a mi lado. Conocí todas las formas que tiene la naturaleza para mostrarse a sí misma como se le dé la gana y aprendí supervivencia a diario con los mil intentos de ella por limpiar todo a su paso; vi el sol de muchos colores y me sorprendí con los matices que ponía a cada nube a la que lograba tocar; mi rostro se iluminó de blanco infinitas veces por la cantidad de rayos y relámpagos que querían venir por mi mientras retumbaba cada espacio que rodeara el espacio habitado; sentí el viento acabar con todo y acariciar mi cabello al tiempo que secaba mi sudor como recompensa por un día tan arduo; me hice amigo de un tucán y enemigo de otro que quería robar mi comida cada que me sentaba en la mesa; vi fauna que nunca había imaginado que podría existir y amé el poder poner mi cabeza cada noche en mi almohada mientras el cansancio me llevaba al mundo de los sueños al primer pestañeo.

 

Actualmente estoy escribiendo un libro de todo lo que viví en este lugar paralelamente a una bella historia de amor, pero quiero en este texto contar un poco de la felicidad que se riega por mis poros y que ya no sé cómo sostener dentro de mi cuerpo, mis dientes aparecen gigantes en cada foto, mi piel está sana, mis cuerpo está renovado, mi energía es muy alta y difícil de agotar; ahora floto sobre el pavimento y mis pasos son delicados como el mismo aire, pero firmes como el plomo; ahora no hay nada de lo que me arrepienta y no hay nada que me pueda hacer daño; ahora estoy fuerte y mi corazón sanó por completo de todo eso que en algún momento me afectó. El agua salada del mar se encargó de quitar de mí las cicatrices y formar una coraza que no puede romper una palabra de desprecio ni la indiferencia de lo no correspondido.

 

Estoy agradecido por los abrazos que nunca me soltaron, por las manos que siempre me alimentaron, por el cuidado que siempre hubo sobre mí, por los besos que me robaron y por los regalos sorpresas que me cambiaron el ph de la piel. Estoy nostálgico por las personas que dejé lejos, pero que están pegadas a las arterias del corazón; estoy con emociones divididas, pero al final del análisis de cada cosa que siento, mis pensamientos son positivos, mágicos y transformadores, es que no tengo más que agradecerle a la vida por permitirme vivirla a mi ritmo, a mi manera y sin límites.

 

Jean Pierre

LA MITAD

Maldita costumbre esa que tenemos de hacer y dar todo a medias, se ha hecho imposible dar el total o hacer las cosas completas. Una de esas cosas partidas a la mitad es la verdad, solamente sabemos contar nuestra parte y curiosamente siempre somos los buenos en aquellas historias, no estoy diciendo que las cosas que contamos sean falsas o que no seamos eternas víctimas, porque hay gente que ama lastimar y disfruta ese dolor, pero hemos adquirido esa manía de querer liberar algo que nos pasó y adornamos tanto el relato, que omitimos la parte en la que fuimos el verdugo; otras veces contamos esos detalles, pero los hacemos ver tan insignificantes que quien escucha terminará sintiendo que eso es lo mínimo. Hemos acostumbrado a los nuestros a no ser críticos y buscamos amistades que respalden nuestra conducta cuestionable y buscamos cómplices silenciosos porque nuestra consciencia es más grande que aquello que se omitió. Decimos a medias las cosas para no cargar con el peso de nuestra culpa y no asumir la responsabilidad de la tremenda cagada que acabamos de hacer.

 

También tenemos esa mala forma de dar todo partido 50 – 50, o a veces más inclinado de un lado. No podemos compartir sin esperar la recompensa o que nos traten de la misma manera; queremos recibir y abarcar todo, pero no estamos dispuestos a ceder nada; tenemos miedo a entregarnos y terminamos acaparando todo lo que el otro está intentando compartir a manos llenas. Somos tan miserables, que hay mucho para los otros, pero solamente pensamos en nuestra hambre de poseer todo y a todos. La mitad no sirve siempre, eso solo es para pagar la cuenta o para repartir las ganancias, de resto, no funciona.

 

No me interesa recibir la mitad de un cariño seco y mendigado; no quiero forzar abrazos que vienen de un falso arrepentimiento luego de haber dado todo a quien nunca en realidad quiso dar; no quiero escuchar historias de vencedores y derrotados; quiero empezar a contar mis relatos mostrando esos detalles que suelo omitir y quiero la verdad completa, aunque duela y me termine sintiendo mal el resto de la semana; quiero recibir todo de alguien, lo bueno o lo malo, pero como he dicho antes, no tolero los matices grises y me enfurece el poco porcentaje de las cosas. Yo soy todo o nada, y ante un todo sufrido, prefiero una nada demoledora.

 

La mitad del tiempo, la mitad del amor, la mitad del corazón, la mitad de la realidad, la mitad de la vida, la mitad de calor, la mitad del cuerpo, la mitad de la naranja, la mitad de la cama, la mitad del vino, la mitad de la agonía, la mitad de la espera y la mitad de la atención, no las quiero. Yo no doy un pedazo de mí, no busco lo mismo, pero quien me dé a elegir, no quiero ninguna migaja regada por el suelo.

 

Jean Pierre

LA PUERTA GRANDE

Es demasiado importante poder se ir de cualquier lado atravesando esta construcción imaginaria, pero es mucho más importante poder dejarla abierta, sabiendo que al regreso estará ahí esperando en la misma posición en la que la dejamos, de par en par, sin ninguna insinuación que vislumbre un pequeño intento de cierre. Irse por la puerta grande es la mayor representación de la labor realizada a cabalidad y que todo se cumplió como se debe. Y con esto me refiero a todos los escenarios posibles en los que nos desenvolvamos, sea laboral, familiar, social y todo lo que tenga que ver con nuestra presencia en otro lugar lejano al nuestro.

 

Siempre antes de realizar cualquier acción de cambio en mi camino, pienso constantemente en las palabras de mi padre y mi madre, repitiéndome desde niño esos diálogos que se volvieron mantra en la cabeza, palabras que hablan de ser servicial, de ser reciproco con todo, de saber agradecer cada cosa; frases cargadas de la importancia del servicio y de la imagen que debemos transmitir a los demás, y no por aparentar ser buenas personas, sino por la genuinidad de la gratitud pura y el entendimiento de todo lo que el otro hizo para permitirnos vivir en el mismo espacio por un lapso de cinco minutos u ocho meses. Saber responder ante todo lo que se nos sirvió es la garantía de siempre encontrar el cerrojo sin restricciones a nuestra llegada.

 

Hace unos pocos días renuncié a mi actual trabajo de temporada porque debo continuar mi ruta, y las respuestas fueron caras tristes y palabras de persuasión para intentar convencerme de no hacerlo, y, aunque eso me duela, se siente lindo poder despedirme en paz y yéndome sabiendo que cada que desee, un pedazo de tierra en medio del caribe estará esperándome para habitarlo el tiempo que desee y afortunadamente en la gran mayoría de mis despedidas siempre la reacción es muy parecida, con despedidas me refiero a las veces que me parto del lugar que me alojó, o de algún trabajo, o de aquella familia que me alimentó. He secado muchas lágrimas que adolecen esa partida que ya estaba anunciada y he recibido mensajes un sinfín de veces preguntándome por la fecha en la que estaré de vuelta. Algunas llamadas terminan en un “ahí sigue tu cama esperándote” y obviamente todo eso me hace sonreír y el rostro se me ilumina. Claramente hay mucha nostalgia en todo y siempre estoy planeando el espacio perfecto para ir de nuevo a aquel espacio cálido que me espera y que nunca deseó mi ausencia, creo que es un buen indicar ello de hacia dónde debo seguir forjando a la persona que quiero ser y que estoy logrando conquistar.

 

Mi objetivo siempre va a ser salir por la puerta grande, sin miedo a que se cierre alguna vez por un descuido; deseo siempre poder saber que tengo un lugar en cada rincón del mundo aguardando para que mi cuerpo lo impregne de lo que sea que tengo; quiero abrir nuevas puertas, ventanas, techos, cielos y fronteras y deseo poder dejar permanentemente clausuradas esas que ni un terremoto podrá aflojar sus bisagras.

 

Jean Pierre

APROBACIÓN

Somos despectivos cuando intentamos hablar de las conductas de alguien y terminamos diciendo eso de buscar aprobación, y la verdad, yo no le veo nada de malo. A ver, quizá un poco sí, pero ¿Qué es bueno y qué es malo? Si nos ponemos a desarrollar esa pregunta nos quedamos sin espacio para escribir, pero desde algo más aterrizado y más del diario vivir, pongámosle que entre nuestra sencilla definición de lo bueno y lo mano, no hay algo dañino en la búsqueda de la aprobación. No sabemos lo que cada persona está viviendo y un poco de atención, reconocimiento y elogios le pueden mudar el día a ese alguien drásticamente, ¿por qué no hacerlo?

 

Lo dañino de la situación llega cuando cada acción en nuestro convivir está direccionada a generar este acto de reflector, y ahí entran temas algo más psicológicos y ello, pues tendríamos que entrar de fondo a entender por qué ese ser hace todo para virar todas las miradas sobre sí, pero yo no quiero llevar estas letras a ello, lo que opino es un poco más sencillo, como por ejemplo lo que ponemos en redes sociales, las cosas que decimos y el ruido que podamos llegar a hacer, es que intentar llamar la atención puede ser para lograr la aprobación, pero también puede significar liberar algo retenido, solicitar ayuda silenciosamente o ese aliciente que a veces nos dice que no hay nada malo en nosotros y que nuestras inseguridades no tienen un fundamento real. La aprobación también es un aliciente a los daños y aliviana cargas pesadas que queremos por momentos, nos ayuden a cargar.

 

Ejemplificando y desarrollando un poco más la idea, si los empleadores supieran la productividad y lealtad que pueden generar si solamente toman actitudes que busquen resaltar los pequeños o grandes logros de su equipo y minimizando al máximo los errores que sabemos se pueden corregir, la historia sería contada de otra forma. Esto aplica también para instituciones educativas y todo espacio donde haya roles jerárquicos, pues más allá de la recompensa obvia por lo que se haga, la aprobación y la masturbación del ego ayudan a afirmar bases sólidas para quienes dudamos por momentos de nuestras habilidades.

 

Esto empieza en la infancia y se desarrolla a diario. Todos buscamos esa tal aprobación en diferentes medidas y en diferentes espacios, pero todos queremos que sea exaltado lo que hacemos, porque ello es la victoria y el símbolo de las batallas de todos los días que solamente nosotros sabemos lo que nos cuesta cada gota de sudor; sólo nosotros sabemos lo difícil que puede ser por momentos levantarse de la cama mientras algo invita a no hacerlo nunca más; únicamente nosotros entendemos lo que es ser nosotros y vivir a diario con pensamientos que invitan a la destrucción y una pequeña luz puede ser suficiente para encender lo que dábamos por apagado en el eterno hueco que puede significar vivir.

 

Jean Pierre 

LA MESA AJENA

Yo creo que lo único que nos da el “poder” de hablar con propiedad de cualquier otra región, cultura, sociedad, etc. Es haber comido en la mesa de aquellos que habitan desde su nacimiento ese espacio de tierra, pues ahí mueren las suposiciones y las conjeturas lanzadas al aire; ahí finaliza lo que creemos y vivimos la realidad, que para todos no es la misma, pero las similitudes que da la idiosincrasia no las borra ni las suple nada. Comiendo en la mesa ajena sabemos de qué está hecha esa realidad y dejamos de crear ideas que son completamente alejadas de la realidad.

 

Llevo aproximadamente dos meses viviendo en un hostal, conviviendo con personas de muchas nacionalidades al tiempo y escuchando todos sus relatos de las vivencias que tienen con otros extranjeros en otros hostales. Quizá no todos lo sepan, pero el turismo está creado para mostrar una sola cara de un cubo; la comida, las costumbres, los estereotipos, los sonidos, la fiesta y todo lo que conocen no es más que aquello que se quiere mostrar para que regresen o para que sientan que todo funciona de una u otra manera, pero se está completamente alejado de ello, y ojo, no estoy hablando de Colombia solamente, estoy hablando del mundo entero. Hay símbolos que cada nación tiene y a esos se les explota tanto que forman una imagen que mostrar, algunas veces tiene una relación importante con el diario vivir, pero en la gran mayoría de las veces, no.

 

También entendemos que algunas personas viajan a otro país buscando algo que vieron en una revista, u oyeron en una canción, o una serie, película o lo que sea, y quienes necesitan van a aprovecharse de eso para dárselo al que tanto lo anhela, de ahí lo de reforzar estereotipos y lo condeno profundamente. Lo he expresado muchas veces en otros escritos que odio que la gente venga al país a buscar drogas, prostitución; hacer lo que se le da la gana, fotografiar la pobreza, burlarse de nuestras tradiciones y rituales y justamente como lo decía anteriormente, hay una gran oportunidad de un horrible negocio en ello y algunos lo van a lucrar.

 

Retomando lo de los hostales, escucho entre distintos idiomas o acentos muchos comentarios como “es que los colombianos comen de tal forma”, “en mi país es mejor tal cosa porque hace una semana probé algo en X lugar y no sabía como yo esperaba”, “ya vi esto en otro hostal y es exactamente igual”, “la forma en que hablan está mal en este lugar”, “las costumbres son raras, en mi país eso jamás pasaría”. Yo amablemente les diría que pueden volverse sin ningún problema a sus casas, pero es que esto lo he escuchado en todos los países del “tercer mundo” que he visitado, y todos los que no son de este continente lleno de azúcar, siempre opinan lo mismo. Y en ello hay un grado de realidad, pero es algo que no es absoluto, y es solo una pequeñísima parte del pastel total; cuando tenemos la suerte de ser adoptados por alguna familia y podemos sentarnos con ellos en la mesa a compartir lo más íntimo de sus vidas, entendemos formas y perspectivas; sabemos que hay cosas que nadie consume o usa; descubrimos la forma de relacionarse y entendemos que lo que el mundo ve y percibe, es una gran mentira, una mentira que crece a diario por aquellos que solo conocen su alrededor por medio de lugares fotografiables. En mi mesa cabemos todos, vengan y hablemos de cómo construir patria.

 

Jean Pierre

FUEGO EN EL PECHO

No hay mayor cosa para crear el caos absoluto o el universo entero que ese fuego que grita y escupe pasión y poder. Esa maravillosa sensación es la encargada de que funcionemos todos los días y la que nos enseña a sobrevivir a las injusticias, la hostilidad, la deshonra y lo despótico, también es la que nos permite detener aviones para impedir la huida de nuestro amor fugaz; o la que nos invita a salir corriendo a romper un pecho con el nuestro en ese encuentro en que el sabemos puede ser el último. Ese fuego que nos eriza la piel y lleva sangre hirviendo a la frente es al que hay que tomar firme con ambas manos e ir a quemar lo que haya que volver cenizas.

 

Hace poco alguien cercano vivió una injusticia y humillación mientras yo lo veía todo y pude ver como sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas y pude sentir la ira en el puño y le dije –hazlo, aprovecha ese sentimiento, ese fuego en el pecho es lo que necesitas para no quedarte callada, ve y di todo lo que tienes que decir. Lo hizo, no se quedó callada y mostró su vulnerabilidad y expresó lo que sentía y logró algo, se pudo encontrar una pequeña y poco significativa reivindicación.

 

En los primeros días de junio tuve una pelea tonta con alguien a quien amo demasiado y mientras lo llevaba al aeropuerto para que volviera a su país, íbamos oyendo canciones tristes y cada uno en su cabeza recordaba las cosas hermosas que habíamos vivido y la gran amistad que tenemos. Cuando llegamos, mi ego no me dejó bajarme del auto para despedirme y pude ver sus ojos incendiados, decidido a no irse sin demostrarme su amor por última vez en un tiempo largo y se metió por la ventana a darme un abrazo, obviamente me desarmé y al descender del auto nos fundimos en abrazos y besos que no nos cabían en el cuerpo, no hubo suficientes espacios vacíos que no ocupáramos con cada parte del cuerpo del otro.

 

Hay decisiones que no se pueden tomar a la ligera y hay que ser pacientes y prudentes a la hora de hablar o accionar, pero hay cosas que no esperan, la vida no espera, el amor no espera, la muerte no espera, nada lo hace prolongadamente, hay momentos que no duran más que un pestañeo y tomarlos puede implicar nuestra existencia entera; hay oportunidades que pasan hasta dos veces, pero a la tercera están débiles y ya no quieren que las tomemos; hay personas que se cruzan una sola vez en nuestro camino, y luego mueren, pero su esencia nos queda impregnada hasta dos encarnaciones más.

 

Soy fiel creyente de hacerle caso al instinto que cada quien tiene, hay que saber escuchar lo que nosotros mismos tenemos por decirnos y darnos la orden de obedecernos sin replicar y obligarnos a que eso que arde en el pecho sea la guía, la luz, la hoguera y el fin de todo lo malo. Debemos saber aprovechar el dolor y el amor y correr a toda velocidad con ellos a hacerles justicia. Ningún dolor puede ser eterno y todo el amor debe perdurar en la inmensidad de nuestro corazón.

 

Jean Pierre 

COMPRENSIÓN LECTORA

Es tan difícil actualmente lograr comunicarse correctamente, o bueno, no sé si antes también pasaba, pero es que ahora tenemos tantas herramientas para hacerlo y no se aplican, no se usan; tenemos todas las respuestas en la cara y preferimos cerrar los ojos. Y en este escrito no me estoy refiriendo a la comunicación de todos los hablantes, o lo correcto o lo incorrecto, porque soy el mayor defensor que cada quien puede hablar como más le plazca. Quien tiene la posibilidad de aprender en lo académico está en toda la capacidad de entender a los demás, sí o sí, entonces este escrito va para ellos, para aquellos que tienen la gran posibilidad de acceder a los privilegios, la comodidad, la facilidad para instruirse y las herramientas tecnológicas a su disposición.

 

Hoy todos tenemos algo que decir, algo que opinar, aunque eso implique desconocer lo que el otro tiene por decir. Interpretamos todo desde lo literal cuando no se está hablando literalmente y le damos subjetividad a la mayor objetividad manifestada. No sabemos leer, escuchar, comprender y entender; estamos lejos de poder entablar conversaciones sin perdedores o con victorias para acumular. Hoy en día hay que enviar un emoji o sticker luego de cada párrafo escrito para que el otro no se sienta mal, porque su cabeza tiende a interpretar todo desde el reclamo, el juzgar y calificativos; estamos demasiado predispuestos a todo que también suponemos como los otros van a responder y preferimos la carita feliz al final de cada línea para no tocar susceptibilidades, inclusive a veces preferimos enviar audios porque lo escrito es probable que se preste para malinterpretaciones y aun así, cuando se intenta ser lo más claro posible, no entienden lo que estamos intentando transmitir.

 

No sabemos ni escribir, ni leer, y no me refiero a los órdenes de las palabras y la puntuación, estoy hablando desde el saber plasmar una idea y contarla como queremos que sea interpretada, hay cosas que no se pueden prestar a la subjetividad, son o no son y el interlocutor debe poder entender esto, pero para ello debemos desarmarnos, tirar a la calle la armadura y quitarle las balas a la pistola cuando de una conversación necesaria se trata, leída, grabada o cara a cara. En nuestra cabeza siempre le ponemos la intención que queremos a todo y romantizamos la violencia y satanizamos la sinceridad. Somos solamente nosotros, nuestro egoísmo nos dice que sólo lo que pensamos es lo valido, toda postura que atente contra nuestra razón me está agrediendo y debemos poder agachar la cabeza y entender que mucho de lo que el mundo ve en nosotros, es así, bueno o malo, no siempre, pero sabemos que en una gran medida sí lo es.

 

Invito de rodillas a quienes tienen la posibilidad de ver un panorama amplio de la vida; aquellos que no tienen limitantes sociales y/o económicas; a quien pueda leerme, que leamos y abramos debates sanos sin buscar un gran ganador o tratando de resaltar y humillar al gran perdedor. La interpretación que damos sin pensar o analizar lo que el otro quiere contar, nos ha llevado a la aniquilación de especies, guerras absurdas, deidades de carne y relaciones rotas.

 

Jean Pierre

CANTAR

Creo que es el arte que más disfruto y en el que más malo soy, si tuviera una voz privilegiada o entrenada tendría la plenitud en mi vida, me atrevo a decir que amo más cantar que actuar, y en la segunda tan malo no soy. Todo en mi está atravesado directamente por la música, lo que opino, lo que pienso, lo que siento, lo que odio, lo que creo y lo que promulgo tiene una relación gigante con las letras que alguien seguramente escribió pasando por un momento similar con el que logro identificarme y por ende llevar como bandera. Es loco porque inclusive existe una canción que su mensaje a mis 20 años me cambió drásticamente y ahora es mi biblia, mi paso a seguir, mi brújula y lo que busco ser algún día antes de partir del plano material humano.

 

Recuerdo que desde niño le hacía unos conciertos memorables a mi hermana menor mientras hacíamos la limpieza de la casa, agarraba cualquier cosa que me sirviera de micrófono y corría por todo el espacio de mi habita, gritando, liberando toda la energía que tiene un niño a los 10 años, misma que aún me acompaña y que si no fuera por las largas horas de trabajo y el estrés diario, seguiría dentro de mi encapsulada sin saber a dónde llevarla y provocándome quien sabe qué tipo de enfermedad, no es la forma en la que quisiera liberar todo este voltaje, pero es lo que hay y lo recibo bien.

 

Cantar hasta perder las cuerdas vocales mientas suena eso a lo que hemos convertido en himno de vida o en el sound track de algún momento memorable es quizá la sensación que más adoro sentir. Cantar mientras cocino u ordeno en soledad es mi mayor momento de intimidad y lo amo. Cantar cuando estoy bailando con alguien y poder decirle mientras sonrío toda la letra de esa canción que ya tengo grabada en el ADN es orgásmico y me rejuvenece. Cantar mientras lloro por aquello que no fue hace que el dolor se lave al ritmo de la percusión, las cuerdas, el viento y la velocidad en que salen las lágrimas. Cantar mientras estamos con amigos escuchando esa letra que nos transporta a ese instante de felicidad pura de nuestro lugar amado y seguro es algo que jamás podrá tener un precio. Cantar mientras manejamos a todo lo que da el auto mientras el viento nos golpea la cara y la voz es más fuerte que el ruido externo debe ser comparado con la mayor proximidad al instante previo a morir. Cantar porque sí, porque no, por las dudas, por desamor, por rabia, por lo que sea es el equivalente al hablar en la terapia con el psicólogo.

 

Que dicha los que tienen el privilegio de poder prestar su voz a la materialización de las emociones más puras y logran impactar a millones que en algún momento pasaron por la misma situación. En serio envidio a los que pueden llegar a notas muy altas, a los que hacen llorar, a los que erizan la piel; envidio al que puede no hacer reír mientras de su boca salen cosas tan perfectas; envidio a los que pueden ambientar los espacios con su guitarra y la magistralidad de su talento. Obviamente no tener el talento no me va a negar la posibilidad de poder seguir cantando lo que se me dé la gana, una cosa es el deseo y otra la felicidad. Voy a cantar hasta que los pájaros digan que no quieren volar, hasta que se deje de hacer canciones, hasta que pierda la voz o la vida, en mi caso, ambas son lo mismo.

 

Jean Pierre

 

IDEAL

Yo creo que los ideales que formamos y defendemos con argumentos sólidos y reales, son los que justifican nuestra existencia y los que marcan la identidad, aquella inquebrantable y que no cambia por más que el viento vaya en contra. Pero qué difícil es defenderlos cuando todo lo que pasa en este rocambolesco mundo invita a renunciar a ellos e incitan a replantearse si vale la pena aferrarse o es mejor soltarlos, así como muchos que han caminado con la misma convicción han dejado todo a la izquierda de una carretera destapada y habitada por nadie.

 

Dicen que evolucionamos de pensamiento a medida que crecemos, pero hay cosas que no quiero cambiar, no me interesa dejar de creer en las cosas que creo, no quiero soltar los ideales que formaron una personalidad por casi 16 años; lo he pensado, lo estudio, lo analizo, me siento a ver el mundo que me rodea para ver qué tan mal estoy en mi forma de actuar y no sé si es mi ego o la cordura que me dicen que voy por buen camino, que por esa senda tan destruida está la respuesta a lo que he venido peguntando desde que empecé a cuestionarme las acciones extrañas de Dios.

 

A ver, no estoy diciendo que mi mayor ideal es lograr la paz mundial y que se extermine del planeta la maldad, ese sueño me tomará varias encarnaciones, lo mío va por otro lado, son cosas más “tranquilas” pero que a la vez son muy grandes y las he perseguido y he luchado por ellas. He perdido muchas batallas, creo que la mayoría, pero sigo siendo fiel a mi idea de cambiar mi mundo, los paradigmas y estigmas; soy fiel a mi postura frente a la forma en que me alimento y en lo que permito entre en mi cuerpo; soy firme en cuanto a las cosas que les digo que no y soy imposible de influenciar porque logré crear un poder de discernir que pocas veces he visto; me mantengo en mi línea recta del deber ser de una persona y no vendo mi dignidad.  Hay cosas tan básicas en eso de lo que podemos crear y seguir a cabalidad en el espectro de los ideales, que es una tontada renunciar a ellos y no seguirlos, es poco útil a nuestro ser no cumplirnos a nosotros mismos, es el mayor acto suicidad de la personalidad y la identidad que vas más allá de los documentos que contienen nuestro nombre.

 

Me parece extraño como logramos soltar lo que nos motiva cada día solamente por como otros dicen que debe ser. He identificado a muchos que según el lugar y la persona con la que estén es su personalidad, esa capacidad adaptativa es admirable, pero también se logra ser aquel que tiene 1000 máscaras y nunca sabremos en realidad cual es el rostro con el que se levanta cada mañana; no sabremos como el sudor corre por su rostro porque no podremos nunca saber quién es el qué está cargando ese peso. Obviamente es importante cambiar constantemente “por nuestra verdad dar la vida, pero estar dispuestos a cambiar de verdad”, es importante analizarnos y saber qué cosas están mal y así mismo ir formando ideales nuevos constantemente, pero hay unos que se forman antes, que en la adolescencia y en la exploración de la sexualidad y la identidad se crean para siempre, pasa que a veces los escondemos o los prostituimos, pero ellos siguen ahí, latiendo fuertemente para que luchemos por ellos en esta contienda interminable con la existencia misma; siguen ahí esperando a que los materialicemos o a que los luzcamos con la excelencia que merecen. ¿Cuáles hemos creado?, ¿estamos orgullosos de ellos?, ¿tenemos la verdad en nuestras manos? No sé, pero la mía me acompañará hasta la sepultura.

 

Jean Pierre 

ODA AL AMOR

En algún momento de la vida a todos los seres humanos se nos activará ese algo que hace actuar de formas muy extrañas, extremas, drásticas, ridículas, cursis y dignas de una buena carcajada y lo loco del tema, es que no nos importa, sabemos lo que estamos haciendo y la manera en que somos observados y eso nos hace sentir cómodos con lo incomodo de lo generado en el ambiente. Y es que en ultimas no hay nada de malo, al contrario, hay todo de bueno; todo ese aire que le robamos a otros a causa de tantos suspiros no mata a nadie, edifica y fortalece este sentimiento tan irrazonable.

 

“Basta con estar enamorado para saber que no se ha dicho lo suficiente sobre el amor” dice aquella frase famosa por ahí, y es que estarlo implica un montón de conductas que son únicas y dignas de estudio; empezamos a dejar volar esa creatividad lo más lejano de la tierra y vuelve renovada y lista para hacer algo nuevo, de razón dicen que de lo más inmenso del amor y el desamor llega la inspiración más poderosa.

 

Caminamos pensando en el regreso para que la tortuosa espera no sea tan larga; esperamos cálidamente ese beso de buenas noches y el abrazo confundido al inicio del día; la poesía se vuelve nuestra mejor amiga, aunque no sepamos nada de ella; escribimos cosas que nunca pasaron por nuestra mente y que siempre asociamos a los bochornoso de las películas de romance; las canciones no son suficientes y están cansadas de ser dedicadas y cantadas más de una vez al mismo oído que poco a poco va reconociéndolas; nos volvemos expertos en manualidades y regalos sorpresas, todo por ver esa sonrisa de felicidad al recibir algo a lo que le dedicamos tantas horas; las palabras se acaban cuando se trata de expresar todo lo que está guardado y aquello que se espera; los ojos generan un brillo tan poderoso que puede competir directamente con los atardeceres del verano; nuestro sistema respiratorio entra en alerta constantemente por los cambios abruptos, pues por momentos se nos olvida que debemos respirar, todo nuestro oxigeno le pertenece a quien está sujetando nuestra mano mientras le decimos esas dos palabras tan fuertes compuestas por un pronombre personal y un verbo; nos volvemos amantes del amor.

 

El arte, las guerras, las religiones, las conquistas, los reinados, los países, los dioses, los hijos y hasta el odio, han sido creados por situaciones similares y por un mismo sentimiento, aquel que nadie ha podido explicar aún y mucho menos podré hacerlo yo, pero del cual sí puedo identificar varias características. Yo me quedo con lo que he dado y con lo que he recibido, no tengo dudas de su existencia ni de su poder; no tengo lo que quisiera, pero lo que hay me basta; tengo una gran musa y a ella le construiré el palacio donde le rezaré todos los días, aunque esos días puedan ser solamente unos minutos fugaces a punto de desaparecer acompañados de un barco que en el horizonte se aleja.

 

Jean Pierre

ABECEDARIO

Escribir se convirtió en el proceso más importante y reparador de mi existencia entera. Hace un año y algo empecé a hacerlo para ver qué pasaba, qué podría pasar y para obligarme a no procrastinar, pero ahora es todo eso más la posibilidad de comunicarme, no me guardo nada, saco todo lo que debo sacar y le entrego al aire lo que tengo represado, porque frente a frente aún hay cosas que no logro comunicar y tampoco me interesa hacerlo.

 

Normalmente mi forma de afrontar los temas que me duelen o alteran en mi actualidad, es alejándome un tiempo prudente, no decir nada con la cabeza caliente y si en algún tiempo ya estoy mejor, entonces afronto la situación y me digo que estoy listo para hablar desde una posición distinta, con otros sentimientos, con la tranquilidad en la cabeza y buscando las palabras correctas para no cagarla, aunque lo hago, no puedo decir que no. Esta técnica me ha funcionado y lo sigue haciendo, el problema es que es sólo la mía, cada quien tiene su forma de vivir los confortamientos y algunos no entienden que necesito tomar ese aire que literalmente oxigena mi cerebro y entonces me han querido obligar a hablar en momentos donde no es prudente hacerlo y termina iniciando una hecatombe que solamente deja destrucción y soluciones tristes y radicales. Escribir, entonces, es la forma en que puedo mirar todo el panorama, plasmarlo y contar. Llevo semanas enviando cartas y contando lo que siento, a veces lo envío directamente al “contrincante” y otras solamente lo publico en este espacio, logrando así deshacerme de eso que ya no quiero tener dentro de mí.

 

Otra de las razones de escribir tan seguido y con tanta obsesión, es que hay cosas que no sé cómo decirlas, no sé cómo sacarlas de mi boca, obviamente estoy viviendo un millón de cosas por día y no hay suficientes oídos que quieran escuchar todo esto y los que lo hacen no están muy interesados en lo que pueda pasar. Llevo mucho en mi equipaje de vida y es mejor compartirlo en este espacio donde algunos pueden leer cuando quieran y desde el anonimato se quitan la responsabilidad de tomar partida frente a lo que pueda estar sintiendo.

 

Y la razón más importan de estos escritos es que definitivamente no a todos les importa lo que a otro le pase, es así de sencillo y no tiene nada de malo, no nos importa lo que alguien pueda atravesar entonces mejor no escucharlo. Hace poco cometí el error de manifestar en voz alta mis sentimientos dolorosos y entre todas las respuestas que hubo apareció una que me sigue dando vueltas en la cabeza, que soy muy dramático me dijeron, y es verdad, quizá siento que vivo en un video musical de una canción de Adele y eso ha moldeado una personalidad con emociones muy marcadas, muy extremas y muy radicales, soy consciente de la imagen que transmito a los demás con lo que pueda pasar por mi cabeza y los libro de la responsabilidad de escuchar lo que me altera y me sumerjo en lo profundo de este teclado que ya está sufriendo de tantas veces que lo uso solo para desahogarme.

 

Igual, no todo es tan así, ya muchos saben mi modus operandi y entienden esos espacios de silencio, que a veces muero porque se rompan de una forma mágica, con un abrazo, un beso o unas palabras de aliento. Hay cosas que quiero hablar de tú a tú y por lo general soy quien inicia las conversaciones que quisiese no fuera todo el tiempo de la misma manera. También hay cosas que me aprietan el pecho y quisiera encontrar con quien sacarlas, quisiera encontrar la confianza suficiente en alguien que lea mis ojos y sepa que necesito que me ayuden a armarme, veo lejos esto, mientras tanto, me sigo apoyando en el abecedario para unir sus letras y dejar fluir este río que nunca más volverá a represarse.

 

Jean Pierre

LA SANGRE Y LA CARNE

Somos esa mezcla extraña que llevamos la vida entera intentando descifrar, moviendo debajo de las piedras intentando encontrar una definición a nuestros deseos y pasiones; estamos persiguiendo conscientes y en los sueños una idea construida desde el pasado, apelando a la ciencia y la lógica para ver si podemos comprender porque se nos mueve la sangre y la carne mientras transitamos algo llamado vivir.

 

Me pregunto de qué sirve construir tantas cosas si al final lo único que queremos es acabar con todo; acabamos con las vidas, los espacios, las ilusiones, el amor, las personas; acabamos el sufrimiento y la tristeza; acabamos con la mismísima muerte y nos enfrentamos a los que son nuestros iguales (ni hablar de los que son diferentes); destruimos lo construido y construimos sobre las tumbas, los desiertos, las selvas y los mares; somos expertos en la construcción masiva y la explosión de lo mismo; acabamos con todo lo que siempre quisimos tener y cuando ya no es útil, lo tiramos del piso 21 hasta el fondo del infierno.

 

A veces creo que las cosas hermosas que nos mueven tienen menos poder que aquellas horribles que lograr movilizarnos un poco más; no es lógico todo lo que pasa y nunca será entendible la extraña razón por la que nos movilizamos con la intención de pasar por encima de los demás; es absurdo que nuestro mayor objetivo sea la posición que otro ya ocupó por nosotros y es más extraño aún que cuando llegamos a ocupar ese espacio ya no nos interesa, porque a parte de egoístas e injustos, estamos inconformes con lo que nos costó o no tener. Estamos locos, hambrientos de poder y gloria, queremos beber la sangre que brota por las heridas de los que apuñalamos y queremos comer la carne que es lo único que protege a los cuerpos vulnerables de nuestra gran creación destructiva.

 

No logro comprender que queremos como grupo, individualmente queremos todo, pero siempre que nos organizamos en realidad es para lograr el objetivo personal, que colateralmente logremos impactar y ayudar a otros en sus deseos es solamente ese efecto, pero en realidad masivamente no estamos listos para una sociedad universal, pero…¿Será buena idea? no sé, tengo más preguntas que respuestas y más inconformidad que satisfacción; tengo muchos deseos y estos implican acabar con algunos de otros y los anhelos de muchos implican inclusive acabar con mi existencia entera. El gran problema aquí es que somos una cadena alimenticia anormal al resto de la naturaleza, porque tenemos la opción de no matar o destruir, y aún así disfrutamos haciéndolo, somos lo peor que queda y lo extraño es que la esperanza somos nosotros mismos.

 

¿Qué nos queda?, ¿qué hay que hacer?, ¿seguimos esperando?, pero, ¿qué hay que esperar? repito, tengo más dudas que respuestas y una sensación extraña que me alienta y otras millones que me hacen sentir la desilusión en la piel. Seguir caminando, no hay de otra y ¿qué pasa si renuncio?

 

Jean Pierre

JEANPIERIZARSE

Hace ya varios años desde que mis amigos decidieron inventarse esta palabra para los momentos de mis rabietas; siempre que reacciono de forma esperada por algo que me desagrada entonces sale a relucir este término que ya adopté y entiendo perfectamente todo lo que engloba. Antes me molestaba mucho que me lo dijeran porque aumentaba mi ira, pero ahora espero que alguien me lo diga, el problema es que quienes solían hacerlo ya casi no cruzan la acera para visitarme, o no se dan cuenta en qué parte me encuentro.

 

Me he arrepentido más de las cosas que he dicho feliz que de las que he podido manifestar cuando estoy jeanpierizado; mi rabia me ha servido como terapia para tomar decisiones que, muchas veces, me han salvado del daño que otros pudieran infligirme. He pensado muchas veces que aquellas cosas que hago cuando estoy con toda la sangre en la cara deberían dejar de pasar, pero no permitir que otros me lastimen, me ha permitido que el primer daño no se repita, bueno, quizá un par de veces se ha repetido, pero en resumen siento que el resultado es “a favor”.

 

Este texto lo pensé escribir en un momento que tuve mucha rabia y ahora que puedo analizar mis emociones entonces sé que no estoy bravo, estoy decepcionado, triste, vulnerado, herido y sangrando a litros y dejando una mancha enorme sobre estas aguas cristalinas en las que me baño ahora, pero que solamente yo puedo ver, solamente a mi me afecta y solamente a mi me sigue tiñendo la piel pálida. Ahora estoy analizando mis emociones y me pregunto si hay un fundamento para lo que siento, también se lo he preguntado a otros, algunos tienden a decir que soy un poco exagerado y quizá un poco sí, pero nadie puede sentir lo que yo siento y nadie puede empatizar con mi sentir porque únicamente Jean Pierre es quien tiene la herida abierta y solo a él le arde la sal en esa fisura.

 

También analizandome descubrí que mis emociones presentes en mi actualidad no son de ahora, llevan ya un par de meses rodeando la cama y pensando entre ellas quién será la que despertará conmigo a la mañana siguiente, a veces hacen una orgía y todas amanecen borrachas por todas las sábanas, sobre mi, a un lado o debajo de la cama. Hay mucho que me invita a desconocerme y creanme que le rezo a Dios todos los días la sabiduría para poder sobrellevar toda esta mezcla extraña que está afectando mi estado mental y la estabilidad de mis nervios; todos los días oro para ver si puedo seguir siendo una buena persona; cada mañana agradezco por ser quien soy e imploro poder mejorar; cada día hago mi mayor esfuerzo para que lo que me invita a dejar de ser lo que queda de mí, no me arrastre a lo profundo de algo que sé será imposible de volver.

 

Entonces mi mecanismo de defensa ante este mundo hostil, cruel, violento, traicionero, desagradecido y maltratador, es alejarme de aquello que me demuestra la fuerza de todos esos adjetivos; no quiero caminar por las calles donde a nadie le importa el otro; no quiero un abrazo al que no le importa si lloro en la oscuridad; no quiero las promesas de un amor que no ama; no quiero ser el primero en hablar mientras siento que mis palabras terminan confundiéndose con la inmensidad del aire invisible; no quiero estar feliz hasta que todo no cambie, y por lo visto esto no cambiará nunca, seguiré atado a mi utopía de no sé qué, aunque eso me tome la poca vida que me queda.

 

Jean Pierre

LA SUCURSAL DEL CIELO

Al publicarse este texto habrán pasado unos pocos días de la celebración de los 488 años de esta ciudad tan particular en la que tuve el privilegio de nacer y que no podría cambiar por todo aquello que me ofrecen otras. Hace un par de años escribí algo relacionado, pero no terminé de plasmar mi idea por completo, entonces aprovecho aquí para rendir mi humilde homenaje a la capital de la resistencia.

 

He vivido en muchas ciudades a lo largo del continente y he logrado enamorarme de todas ellas, tan distintas y únicas todas que en su magnitud lograr abrazar a sus pobladores y visitantes y al escribir esto no voy a decir que haya una ciudad mejor que la otra, o que la mía es la ideal, simplemente quiero hablar desde las vivencias que he podido encontrar aquí que son irrepetibles y que desde mi sentido de pertenencia me invita a escribir mil palabras para agradecer por forjar mi espíritu e invitarme a caminar por el mundo sin miedo a nada.

 

Cali es una ciudad loca, extremista, ruidosa, vibrante, incontrolable, indomable, cálida, rebelde, independiente, bailarina, variada y también es acogedora, amorosa, fuerte, viva, talentosa, bella, esplendida, colorida y mil adjetivos más, todos le quedan, los buenos y los malos, todos se ajustan, todos le hacen justicia y ninguno le hace sombra. Y justamente todo esto nos queda como anillo al dedo a todos sus habitantes y visitantes, es imposible pisar esta tierra y no llevarse algo de ella en el ADN; inevitablemente el olor, el color y la energía de esta ciudad hace que todos nos convirtamos en lo que ella quiera y entonces se habrá forjado un alma caleña.

 

Hace casi 31 años nací en suelo vallecaucano y la mayor parte de esos años los he pasado aquí y luego de recorrer muchos lugares me queda claro que lo voy a seguir haciendo, que siempre me iré a seguir enamorándome de nuevos ojos y territorios, pero sé perfectamente en donde está mi verdadera cama y cuál es el lugar en el que me recargo y al que quiero volver siempre que estoy cansado o en el cual quiero habitar en el silencio que me toca inventarme. Aquí están las montañas que más he caminado y los ríos en los que más me he bañado; aquí está el viento que acaricia el cabello al atardecer; aquí huele a mar, selva, tierra mojada, café y pandebono; aquí la miel y la sal son el aderezo perfecto; aquí las aves vuelan por el río y se alejan en las montañas; en este lugar se baila en la calle, con tenis, tacones o descalzo; por estas calles pasa fuertemente el sol y la brisa lo aplaca; aquí somos felices y lo sabemos.

 

Está de más hablar de otras cosas que ya sabemos, no quiero escribir aquí sobre nuestras desigualdades y problemas sociales, de esos ya he escrito antes y lo haré nuevamente, hoy quiero escribir sobre todo lo bueno que podemos decir de la sucursal del cielo. Hoy, mañana y todos los días son perfectos para recordar todo lo que hemos recibido de esta vasta tierra, ¿por qué no hacerlo?

 

Jean Pierre

10%

Estoy plenamente convencido que todo lo bueno que puede haber habita en el 10% de lo que sea y en lo que se quiera medir y el resto es solo lo que sobra, pero quizá no estemos listos para esta charla o quizá yo no estoy preparado para hacerme entender y compartir a cabalidad mi idea, me esforzaré. Me mantengo en mi postura de que esta sociedad apesta y este mundo está listo para arrojarse a la basura, ese 90% de inmensidad no es digna de toda la benevolencia que el Dios que inventamos tiene con nosotros, digo nosotros porque es probable que yo sea parte de ese número que refleja a la mayoría, aunque yo opine distinto.

 

Pienso también que ese porcentaje pequeño al que se refiere este escrito no solo está en escalas grandes o que no es para medir solamente las conductas generales, siento que en cada uno de nosotros hay una parte que sobresale y que lucha todos los días para dejar de ser 10 y convertirse en un sólido 100. También se me ocurre que si sumamos todos los números porcentuales chicos podríamos llegar a un valor que duplique la totalidad, aunque sea matemáticamente imposible; pienso en que las manchas fuertes del 10 que cada uno llevamos podría opacar la pestilencia que genera ese 90, y que, si logramos que se riegue lo suficiente, entonces podríamos abarcarlo todo, un poco utópico ¿no? Ahora ya va tomando forma este texto, me atrevo entonces a decir que sería magnífico poder pasarnos todos al 10% y con el tiempo no habría medida.

 

Yo llevo dos banderas muy grandes, una la de la realidad brusca y cruda que nos dice que todo está echado a perder y que no hay más camino que la destrucción masiva y también llevo la bandera blanca de los sueños imposibles donde creo mágicamente que el amor podrá curar todo y que vale la pena luchar por levantarse todos los días a conquistar una nueva tierra. Y entonces me analizo y pregunto el porqué de estas dos alternativas tan distintas que habitan en mí y termino entonces quedándome con aquel trapo claro, porque, aunque sé que ahí afuera está lleno de oscuridad y una energía gigante que me invita a destruirme y me seduce con la facilidad del placer momentáneo, elijo pensar que todo el que me abraza me ama, elijo el camino de las flores sin espinas y elijo la claridad del sol entrando fuertemente por mi ventana cada mañana. Al fin y al cabo, el 10% de las cosas buenas del mundo puedo elegir tenerlas o no y yo desde mi privilegio y desde la libertad que tengo para hacerlo, decido hacerlo.

 

Me esfuerzo a diario por ser parte de la minoría y deseo fidedignamente que seamos una mayoría arrolladora; también soy realista y entiendo y comprendo que la mayoría de nuestra realidad actual da miedo, me asusto de pensar en las consecuencias de dar la opinión y aquello que acarrea intentar vivir tranquilo y hacer las cosas medianamente bien; sé que cruzar la calle a diario es un reto y soy consciente que casi todo me arrojará a la mitad de la noche, pero también sé que mi pequeño y borroso grano de arena servirá para que un pez haga su océano.

 

Jean Pierre 

AL FINAL DEL DÍA

Me asusta el pensar que en pocos días estaré completamente solo cuando el sol se esconda y ya no haya más “buenos días” llenos de besos y abrazos pasadas las 11 de la mañana; me asusta pensar que un año y medio lleno de compañía vaya a terminar en la infinita soledad de mi habitación y con los dedos rojos de tanto escribir sobre esa sensación en las teclas de esta computadora lenta y vieja. En unas semanas dejaremos de ser 17 y terminaré siendo un cero.

 

He sido muy afortunado de poder vivir la vida que vivo. Creo que ya está más que clara esa postura y lo he escrito un sinfín de veces y hoy quiero hablar de algo relacionado a eso pero que no termina de ser eso del todo. Hoy hablo acerca de lo que pasará (según mis pensamientos) y pensar en eso me tiene hace un par de semanas algo desconcentrado, con la mirada desviada, la frente un poco inclinada hacia abajo y las ideas dando vueltas y saltando de pared en pared. Dicen que no es fácil la convivencia, pero la que he vivido el último año ha sido maravillosa, llena de música, bailes, besos, comida, caminatas, siestas abrazados, colores fuertes, celebraciones explosivas y lágrimas suficientes para llenar una piscina olímpica, con reserva y todo.

 

El año pasado lo empecé viajando y trabajando desde el primer mes y desde ahí siempre ha habido compañía conmigo en todos los aspectos, ese mismo año, al final del mismo,  volví a casa y todo fue fiesta; este año desde el comienzo fue igual y estuve de aquí para allá haciendo mil cosas, rodeado de muchas buenas cosas y a mediados de abril me vine a casa con dos amigos a seguir trabajando, luego fuimos 17 estando día y noche juntos, de esos, 8 estaban en mi casa y de a pocos se han ido uno a uno. Algunas partidas más dolorosas que otras, pero ninguna sin un sentimiento lindo y ahora organizando los planes en muy poco tiempo todos se habrán ido y ahí empiezo a pensar en todo el tiempo que tendré libre, en todos los besos que no daré y en toda la comida que dejaré de cocinar y pensar en eso me hace reflexionar y no me gustan las conclusiones a las que llego, no quiero sentirme sin ellos al otro lado de mi cama, no quiero caminar sino es mientras hablamos de la vida y sus desventuras; no quiero dejar de hacer planes que no lograr salir de la puerta, pero debo hacerlo, soy el más consciente de la importancia de seguir adelante y cambiar para un cambio generar; soy realista y sé que al movernos todos, todo se moverá masivamente a nuestro favor; sé que debo estar con mis pensamientos para potencializar mi creatividad y así ingeniarme la posibilidad de volver a estar juntos alguna vez, en otro país, en un nuevo proyecto y explorando juntos las posibilidades que vamos a inventar.

 

Con todo esto que dije, me queda claro que no hay cosa más bella que poder despedirse y saber que el encuentro será arrollador, me queda claro que las rutinas se hicieron para cambiarlas cada tanto tiempo; estoy seguro que irse también es ser sabio; sé que amar de lejos es posible siempre y cuando estemos dispuestos a esperar y a entender que la vida de los demás debe seguir al igual que la nuestra; me queda claro que al final del día somos nosotros con aquellos que decidamos estarán ahí, lejos o cerca, en la carne o en el imaginario.

 

Jean Pierre 

LA VITRINA

Hace años se nos viene enseñando la cultura y cuidado al momento de ser turistas; se nos dice el respeto por el medio ambiente, el cuidado de los espacios, la relación con los símbolos y costumbres; se enfatiza en saber comportarse y adaptarse a los lugares en los que cohabitamos con el resto de seres vivos con los que compartimos este pedazo de tierra, pero hasta ahora no se nos ha dicho nada respecto a la cosificación de las personas y de la miseria que queremos romantizar, llevando en las cámaras los recuerdos de la intimidad vulnerada de una sociedad múltiples veces violentada y revictimizada.

 

Esto de lo que quiero hablar llevo años viéndolo en persona y en redes sociales, miles de personas van a lugares pobres y marginados a fotografiar a los desamparados en su diario vivir, invaden sus casas e intentan mostrar al mundo la forma en que cada quien vive sin saber que trasfondo hay o las circunstancias, intentando generar una especie de empatía y muchos lloran y sienten que sus vidas han sido renovadas y purificadas, se sientes más humildes y dicen que de ahora en adelante valorarán más los pequeños momentos de su existencia y serán conscientes de sus privilegios, pero una vez regresan a sus realidades de todo se olvidan, empiezan a burlarse de aquella intimidad a la que se les permitió acceder, se vuelven verdugos porque su privilegio les nublo la vista y eliminó todo con lo que simpatizaron y desde entonces los recuerdos serán sólo para jactarse de lo que tienen y se dedicarán a exhibir lo que vivieron contándolo como la mayor prueba del universo, mientras aquellos pobres seguirán hundidos en su miseria porque la normalización y exposición de sus vidas ahora son un atractivo turístico y un problema menos para la inversión estatal.

 

Me molesta de sobremanera ver a personas abrazando niños en las calles para publicar en sus redes sociales que esos son felices con poco; odio con cada parte de mi ver como fotografían las casitas de techos de metal mientras por las ventanas se ve a sus habitantes en su diario vivir, intentando sobrevivir y acostumbrados a que su vista todos los días es a un montón de estúpidos asombrados por la forma en que llevan sus días sin todos los lujos que puede dar un país desarrollado y lo que más me molesta es que los gobiernos se aprovechan de eso y entonces arman tours a estos espacios para que la gente vea lo que pasa y por un día vivan la experiencia de ser marginados, desiguales; mostrando la vida como si de un zoológico se tratara y cobrando por esto y lo peor es que esta gente vuelve a sus vidas normales, mientras la violencia sigue consumiendo las vidas de aquellos que estuvieron puestos en la vitrina para la diversión de unos que saben que pueden pagar el costo de la maldita indiferencia.

 

Duele ver como la normalización de todas las cosas malas se vuelve el disfrute de unos pocos y otros tantos que son usados no se dan cuenta que son ese objeto descartable y terminan pensando que está bien, que hay que seguir haciendo este tipo de cosas porque es lo que se debe hacer para comer; estas personas tienden pensar que tener esa poca atención es la necesaria para un día llegar a brillar en la televisión. Aunque también hay quienes no quieren ser parte de esto, pero su contexto y cotidianidad no les permite abandonar o alzarse en protesta para que esto no pase, y terminan agachando la cabeza para que se les puede seguir retratando en la inmortalidad del desprecio.

 

Jean Pierre 

CARTA DE DESPEDIDA

Soy alguien muy seguidor de los símbolos, todo lo que haga y me rodee siempre debe tener esa magia que envuelve lo místico; ya antes había escrito sobre eso de los rituales y lo importante que son para mí caminar. Hoy quiero dedicar estas palabras como acto ceremonial a mi compañero de 7 años, hoy escribo esta carta de despedida a mi cabello, gran cómplice de historias y forjador de una identidad a la que le debo mi presente. De una vez provecharé para hacer catarsis.

 

Desde niño siempre quise tener el cabello largo, yo me imaginaba en el espejo cómo era eso de jugar con los movimientos propios que da una cabellera frondosa, pero nunca pude lograrlo porque no sabía cómo controlar esos rizos extraños y esa cantidad desbordada de pelo, así que me resigné a no poder hacerlo. Una vez iniciada mi adultez y ya con todos los prejuicios superados y las vergüenzas mandadas al carajo, quise arriesgarme a explorar esa parte que seguía latiendo en mí y que debía darle un lugar en mi libro personal de historia de vida. A mis 23 años comencé entonces con esa odisea, nadie me explicó cómo debía ser el cuidado, las formas y los retos que se venían, y contra todo pronóstico y con todos los comentarios en contra, continué la aventura, me cortaba en los lados de la cabeza y dejaba arriba que creciera para que así fuese más fácil todo, según yo. Y en medio de eso me fui a vivir a otros países, entonces todas mis amistades actuales no conocen al Jean Pierre de cabello corto, conocieron a ese obsesionado con su melena y estuvieron el proceso de esas vivencias.

 

Obviamente era muy particular con vistos de feo ese proceso, no había una forma linda y armoniosa de ese cabello corto en unos lados y largo en otros, todo me decían que lo cortara, que me rindiera y que volviera a lo de antes, pero yo soy muy terco y siempre voy a nadar en contra de la corriente. Luego de un par de años logré encontrar quien me guiara y me dijera que hacer todos los días y ahí empezó el verdadero proceso de mi gran sueño. Luego vino la pandemia, en ese tiempo de encierro decidí unificar todo y un 1ro de julio lo corté parejo y se formaron unos crespos bellísimos y con los meses empezó a crecer mucho y lindo y me hacía sentir orgulloso, por fin lo había logrado y quise llevarlo así por 4 años más.

 

Pude hacerme mil fotos, a mi cabello le hice una obra de teatro y una película, lo rendí todos los homenajes posibles; le canté, le hablé y le consentí todos los días; no me gustaba que nadie me lo tocara y tenía una relación muy íntima con él desde lo sagrado. Y así como todo lo que inicia debe tener un final, esta no era la excepción, algo me decía que ya era hora de renunciar a ello, ya lo tenía, ya lo había logrado, ya le había dado todo y ya me había dado todo, entonces ¿por qué no dejarlo ir? Hice mil cosas antes de tomar la gran decisión, hasta las cartas me leyeron para saber si estaba haciendo lo indicado y así de la nada me dije que al día siguiente lo haría, lo hice y de eso tengo varias conclusiones y repuestas a mí mismo.

 

Lo primero es que quiero alejarme visualmente de aquel que han visto actuando, quiero mostrar otras facetas de mi conocimiento y lo que puedo hacer con un público en frente, separándome drásticamente de quien han visto por tanto tiempo y que logren no relacionarme con ese que verán el próximo año en los cines.

 

Otra cosa es esa exploración de la masculinidad desde otro aspecto, en mi 20s viví a pleno mi energía femenina, con mi ropa, mi cabello, mi cuerpo y mis acciones; ahora en mis 30s quiero vivir la otra cara de esta moneda, llevando un equilibrio constante en esas partes que forman a los seres humanos, quiero reconciliarme con esa vibra y darle el lugar tan importante que merece en mi ser. Quiero explorar el mundo sin tantas miradas encima y con una seguridad que ya se formó y que ahora quiero ver si es mi mirada la que llega primero a todas partes.

 

Dentro de los clichés está eso de cerrar ciclos, yo no lo quiero llamar así, para mí es el inicio de una nueva etapa, sin cerrar nada, no hay nada malo en mi vida pasada que quiera cerrar, más bien quiero expandir y tener nuevas vivencias a diario, es solo eso y estoy seguro que despedirme de mi amada cabellera es parte de ese proceso necesario, soltar para poder sujetar con una fuerza superior. No perderé mis poderes de Sansón con esto, no me desconecto de la vida, no se pierde mi energía, mi intuición está súper desarrollada e interiorizada en mí. Mi imagen ha cambiado un poco, pero la personalidad que he forjado sigue intacta y ahora un poco más arrasadora. Lo único es que sí quisiera que con esta amputación se fueran muchas cosas, pero no, ahí siguen, sigo siendo alguien extremadamente sensible, quisiera renunciar a ello, pero es algo que ya está; quisiera involucrarme menos, quisiera que no dolieran tantas cosas, quisiera no llevar al extremo todas las emociones, quisiera soltar fácil, quisiera desvincularme de todos con la facilidad en que ellos lo hacen, quisiera caminar sin pensamientos intrusivos, pero no puedo y un corte de cabello no hará eso, sólo queda seguir edificándose para seguir llevando en alto las banderas blancas que me quedan y pretendiendo que todo se regenerará con el lento proceso del crecimiento de esa extensión de vida.

 

Jean Pierre

LA SONRISA PERFECTA

Quiero contar una historia muy particular de cómo el universo es súper extraño y va en contra de todas las predicciones, haciendo lo que se le da la gana y juntando a quienes deben juntarse para la eternidad, aunque esa eternidad dure lo largo de un abrazo. Por lo general las personas que llegan a cruzarse en mi vida lo hacen de formas rarísimas y terminan convirtiéndose en amigos muy íntimos, en familia y en compañeros de viajes interminables. Hoy quiero hablar de un hombre que se robó mi atención y parte de mi corazón dos años antes de abrazarnos por primera vez.

 

En el año 2022 mientras estaba viviendo en México me llegó una solicitud de viaje en una app que usamos quienes nos gusta mochilear, en esta solicitud este tipo me pedía hospedaje por unos días porque viajaba a Cali, con mucha vergüenza le dije que no podía debido a que no estaba en el país, pero que siguiéramos en contacto por si necesitaba algo; nos mantuvimos al tanto por todo ese año, hablando, contándonos historias, anécdotas, apoyándonos mutuamente en nuestros caminos tan separados y juntos a la misma vez. Era probable que nos encontráramos a mi regreso a Colombia, pero pocos días antes de eso, el volvió a Argentina, su país natal, porque debía volver para ver el mundial con su familia (con toda la razón).

 

Al año siguiente, o sea en 2023, yo debía viajar a la Argentina para continuar con la gira de teatro y 15 días antes de llegar al país, este hombre se fue a mochilear de nuevo y no pudimos vernos, pero cuando fui a su ciudad me hospedé en su casa, en su cama, conocí a su familia, a sus amigos, su cuadra, su barrio, todo lo relacionado a su vida, pero aún no a él. Ya éramos amigos, algo nos unía a la distancia, nos sentíamos muy cercanos y teníamos un vínculo; yo ya sabía todo lo que lo quería y sabía todo lo que él me quería, definitivamente era cuestión de tiempo para que Nico y yo fundiéramos nuestros cuerpos en un abrazo reconciliador del tiempo que no pudimos darnos tanto amor represado.

 

Dos años enteros, con sus horas y minutos pasaron y este 2024 yo estaba en Cali a punto de iniciar el rodaje de nuestra película y él estaba llegando aquí, por cosas de la vida se sumó al proyecto como uno de los mejores trabajadores del mundo; el día en que por fin nos conocimos no queríamos dejar de abrazarnos a un lado de la carretera y el sol poderoso del medio día de esta ciudad; nos vimos y ya sabíamos toda la vida del otro, los deseos, la felicidad y las preocupaciones. Hoy luego de casi dos meses viviendo juntos estoy seguro del amor que me hace sentir y de lo reparador de sus abrazos. Muchas mañanas se acuesta a mi lado para despertarme mientras acaricia mi hombro; siempre que necesito contención emocional o un mediador, está ahí a mi lado esperando para abrir sus abrazos y que pueda dejar reposar mi cabeza en ese pecho cálido; todos los días está dispuesto a ayudar en algo nuevo y si no sabe hacerlo puede aprenderlo con un tutorial. Él con su sonrisa perfecta me desarma. Esa sonrisa que ilumina todo el espacio que habitamos cuando hace travesuras como un niño chiquito es la que me hace reafirmar que todo lo vivido ha valido la pena.

 

Jean Pierre 

PROMESA ROTA

Una especie de amarre puede llegar a ser prometer, desde los ángulos que lo veamos, energético, espiritual, karmatico, etc. En realidad, es una responsabilidad muy enorme comprometer nuestra vida a un futuro que nadie puede conocer, ni el día siguiente, ni los meses que vienen pueden ser predecidos, pero podemos poner fecha a ciertas cosas, quizá ahí está el problema de las promesas. Nuestro corazón hambriento de mañana tiende a poner límite a la realización o culminación de algo, y cuando avanzan los días nos vamos dando cuenta que solo tendremos una promesa rota.

 

Yo siento que no hay nada de malo en las promesas y no hay mucho de malo en no poder cumplirlas, a ver, prometer es comprometernos a realizar algo y ese compromiso nos obliga a esforzarnos de más para cumplir, desgraciadamente no siempre se puede, pero en la balanza son más los aciertos que las veces que “quedamos mal”. Voy caminando y prometiendo cosas, a veces con rabia, otras con amor, pero siempre mis compromisos a futuro vienen antecedidos por una emoción bien pronunciada y dependiendo de ella, acto seguido, sé si vale la pena aferrarme a ese trato o si es mejor descartarlo.

 

Mi palabra es de oro y odio cuando no puedo cumplir un compromiso, odio fallarle a quien confió en mí, pero no es adrede, todo lo que no puedo controlar se sale por completo de mi jurisdicción, mientras que aquello que está en mi autonomía me obsesiona con mover el universo para poder lograrlo, y lo logro, y la mayoría de mis promesas se materializan, quizá no como lo planeé o en el tiempo establecido, pero pasa, y no lo olvido, esas deudas del alma me persiguen hasta que llegue la satisfacción de la realización.

 

Ahora voy a hablar como víctima, cuantas promesas me han hecho y han terminado apiladas en la basura de mis recuerdos esperanzadores; me duele a diario la promesa del “nunca te voy a olvidar”, “pensaré en ti”, “vamos a amarnos por siempre” y tantas giladas que me juran y yo en mi corazón de adolescente sigo creyendo que esta vez será verdad. En el recuento de los daños, son más las veces que me han incumplido que aquellas que yo no he podido hacerlo. Yo sí estoy dispuesto a mover el Everest por encontrar tierra fértil; yo sí estoy dispuesto a no olvidar nunca el olor de un pecho; yo sí quiero mantener en la eternidad las palabras que prometí; yo sí quiero volver a ver ojos inundados de lágrimas y nostalgia.

 

Tirar palabras fuera de nuestra boca son un pacto que hacemos con el todo y la nada y ellos nunca olvidan. ¿hay consecuencias por no cumplir? No sé, quizá la misma vida se encargue de responder eso a cada quien en el momento justo en que le pregunten qué hicieron mal. No sé si una promesa rota no signifique nada para algunos, pero para otros, simboliza la razón para no fallar, pues conocemos el dolor de lo dicho en el aire.

 

Jean Pierre

ESTUPEFACIENTE

Quiero intentar abordar este tema desde varios ángulos, mostrando mi sentir y a la vez intentando ser algo objetivo con todo esto, aunque desde ya estoy seguro seré más parcial que otra cosa y es que este tema me mueve muchas ideas, pensamientos y fibras fuertes en las emociones. Tengo mucho que decir sobre todo lo psicoactivo y nada de ello es positivo, es que no se lo encuentro, por ningún lado puedo opinar benéficamente y justamente es por todo eso que nace este escrito.

 

Me cuesta entender muchas cosas, en mi cerrado cerebro hay situaciones que aún me cuestan mucho poder dimensionar y justificar. Hay un punto en el que ya no hay retorno y como sociedad debemos asumir las consecuencias o lo que esto pueda traer. He tenido esta conversación mil veces, en las cuales me han dado la misma cantidad de veces razones de los “beneficios”; me han querido convencer siempre de lo lindo que es y que no existen dependencias, pero al instante seguido cualquier argumento termina arrastrado por los suelos con los mismos actos que lo secundan.

 

Mi principal argumento en cuestiones de oposición, es lo que vivo a diario como ciudadano de un país que vive en guerra desde hace décadas, todas las drogas en Colombia están llenas de sangre, empapadas de los pasos que generan las migraciones forzadas; todos los estupefacientes en este país no son más que la secuela eterna del maltrato eterno hacia los desprotegidos; todo eso está lleno de muerte y una pena que nacionales y extranjeros no logran entender, porque su piel no ha sido la victima del dolor. También me cuesta mucho creer que haya personas en este país que sean los mayores defensores y opositores de la violencia, pero son los principales clientes de aquellos que la perpetúan.

 

Otro de mis argumentos tiene que ver ahora con el deterioro social y el retraso emocional y cognitivo generado, es que no me cabe en la cabeza como hemos podido poner nuestros problemas en algo externo a nosotros, bueno, sí lo entiendo, sé todas las desigualdades, la falta de oportunidades y el olvido estatal que vivimos. Cuando hablo de poner nuestros problemas en lo externo me refiero a lo que veo a diario en todos mis círculos, las personas que no pueden dormir, se drogan; aquel que tiene estrés o ansiedad, se droga; el que no sabe decir lo que siente, lo hace igual; entonces, hablando estadísticamente, podemos decir que las conductas del ser son el resultado del desprecio que tenemos hacia nosotros mismos y cómo decidimos no confrontarnos desde dentro para no vivir con aquella dura consciencia.

 

Supongo que lo anteriormente dicho es algo duro y algo agresivo, pero lo advertí al comienzo del primer párrafo, obviamente sé que estoy siendo un poco extremista y pienso en caos, es solo mi sentir y escribir me ayuda a acomodar mis ideas y decir aquellas cosas que muchos no quieren escuchar; entonces sacando de lado eso de los extremos, también puedo decir que es genial eso de que alguien pueda cultivar ciertas cosas para su consumo; soy uno de esos que piensa que la legalización es una buena respuesta para parar la violencia; opino que desde el dialogo podemos llegar a muchos puntos en común, pues nunca podremos ni deberíamos decirle a nadie como vivir su única vida.

 

Si me lo preguntan, podría decir que, de primera mano, conozco otras alternativas que ayudan a conseguir esos picos de éxtasis y descanso que buscan las personas sin necesidad de hacernos tanto daño físico; también si me preguntan podría decir que hay que hacerse más amigo del psicólogo y de la persona que está al otro lado del espejo.

 

Jean Pierre

LA LEY DE LA MANADA

Algunas especies de animales buscan cazar en grupo y así alimentar a muchos es más fácil, claramente se puede comer menos que si lo hicieran solos, pero en grupo hay garantía que llegará el alimento. Otras especies van por ahí solas, vagando por sus terrenos intentando comer las sobras de otros o intentando mil estrategias para llegar a cazar algo para ellos o sus hijos. También están los animales del zoológico, aquellos que su cautiverio y la miseria de sus cuatro paredes los hace merecedores de la alimentación diaria, sin peros, sin nada más que poder ser el atractivo y diversión del mundo.

 

Quizá lo anteriormente dicho lo podemos volver una metáfora y asociarlo a nuestra especie, la de los animales raciones, humanos que algunos llaman. Entonces podríamos dividirnos en estos tres grupos, los que viven en manada, los que van solos y los del zoológico; todos muy distintos entre sí, pero con un objetivo en común, la supervivencia y en este instante quiero desarmar la metáfora y los simbolismos chimbos, no somos animales, y eso que nos hace no serlo tiene que ver con muchas cosas que hemos podido desarrollar como especie, y es justamente que la supervivencia no es nuestro único objetivo, pensar nos ha llevado a otros caminos y a otras intenciones a la hora de existir, pero por instantes me planteo muchas ideas de lo que deberíamos hacer y siento que hay momentos en los que hay que ser un poco animales.

 

En mi utopía el alimento alcanza para todos, lo de uno puede llegar a ser de todos, dicho de esta forma suena un poco radical y zurdo de mi parte, pero no quiero extrapolar esto a la vida diaria, aunque en otra utopía podría serlo, voy a los momentos donde somos manada, cuando estamos de viaje, cuando somos un club, una organización; creo que es hermoso pensar en manada cuando estamos en un fin de semana en el lugar más lejano de nuestro hogar; podemos ser una manada cuando se trata de la convivencia acordada para lograr un objetivo planteado a corto y mediano plazo; pienso en ser manada cuando de ideas y opiniones se trata para convivir en las horas donde ya no se quiere vivir más; se me ocurre que podríamos ser manada cuando los nuestros necesitan de todos para continuar con la batalla; somos manada cuando podemos dar la vida por defender del peligro al que alguna vez me dio la mano para levantarme del suelo.

 

Me cuesta demasiado pensar que haya personas que van por la vida gozando de los beneficios de ser multitud pero sólo piensan como unidad cuando hay que aflojar un poco en sus privilegios. Me duele ver como algunos son esas aves que vuelan muy lejos y alto, pero sin ningún tipo de carga extra para no sumar a quien lo necesite y me emputa más cuando aquel puede ayudar prefiere no hacerlo porque su ego es más grande que su estómago o más grande que su cuerpo entero en el espacio que puede dividir. Increíblemente, este planeta está infestado de personas así y afortunadamente hay millones más que entienden perfectamente la ley de la manada. 

 

En algunas guerras se prefiere lastimar al enemigo porque se sabe que su compañero no lo abandonará y ya tienen dos bajas con eso; tengo recuerdos de niño cuando mis padres muchas veces se acostaban a dormir sin comer nada para que sus tres hijos pequeños tuvieran la barriga llena de algo; tengo muy presente que muchas familias me han adoptado y sólo hemos tenido un pan para compartir a la cena y a todos nos tocaba la misma cantidad; mi papá tiene la costumbre de recibir a todas mis visitas con cervezas para que se sientan queridos, aunque eso simbolice no desayunar al día siguiente. Ni en la carretera, ni en la vida, ni en la enfermedad, ni en la pobreza, ni en el dolor, ni en la carencia se abandona a quien una vez nos dio la oportunidad de prolongar la existencia.

 

Jean Pierre

CENSURA

Quiero iniciar este texto citando una frase de la cual no recuerdo las palabras exactas, pero es algo así como “no estoy de acuerdo con tu opinión, pero daría la vida para que pudieras decirla” y es que algo en mí se enciende y me quema la piel cuando veo que intentan censurar a alguien o cuando impiden que ese alguien exprese por completo su idea, todo lo que queramos decir se va a decir y punto, y si al otro no le gusta, tiene todo el derecho de refutarlo, pero jamás de impedir que ese ser pueda expresar sus ideas y pensamientos. No sabemos el mal que le hacemos a la humanidad cuando no permitimos que todas las palabras que hacen fila en la garganta salgan empujando como si de el ultimo tren se tratara.

 

Hace muy poco escuché que alguien le dijo a otra persona “te prohíbo que digas eso” y ahí algo en mí se descompuso, y aunque yo pudiera estar o no de acuerdo con quien fue censurado, esas palabras automáticamente me ponen de su lado, y voy a luchar hombro a hombro por defender esa idea que ha sufrido un atentado gigante contra su dignidad y su libertad. A ver, hay que tener en cuenta que hay pensamientos que no son una opinión, todas las discriminaciones, los abusos, las fobias y demás que atenten contra la dignidad humana son cosas que no deberían existir, y aun así son necesarias de escuchar, porque nos educa de lo que no se debe hacer y nos lleva hacia una postura a la cual podemos defender o refutar. Expresar lo que queremos decir siempre va a tener replicas y esas son las que construyen sociedades, ojalá un día logremos construir una en la cual las ideas que se compartan vayan hacia la dignificación y la evolución humana, pero mientras eso va pasando, debemos seguir hablando de todo, y al refutar pretender enseñar, ayudar y no destruir, porque justamente eso es lo que hace la censura, destruir.

 

Socialmente hemos aceptado que la censura se deslice por nuestras calles y nuestros hogares; el estado nos ha matado y arrancado los ojos por salir a exigir nuestros derechos; las fuerzas armadas han acabado con la vida de muchos porque han pedido la dignificación de su raza y tierra; los medios de comunicación cambian y trasgiversan nuestras opiniones y nos intentan infundir otras que quieren dividirnos; históricamente nuestras voces han intentado ser silenciadas para que no abramos los ojos y no permitamos que los demás lo hagan, y hasta el más mínimo intento de censura lo voy a denunciar y evidenciar, no estoy dispuesto a tolerar que silencien las frases que pueden cambiar el mundo o aquellas que quieren decir que algo no les gusta.

 

Hace unos años me intentaron censurar y no me permitieron expresar mi inconformidad y eso me llevó a pensar en que jamás iba a permitir que eso pasara de nuevo hacia mí o hacia cualquier ser humano que intentara contar su perspectiva de las cosas y hoy me mantengo firme en eso, callar, nunca.

 

Jean Pierre

EL MEJOR MOMENTO

He vivido tantas cosas, hay tantas historias en mí que creo que no me va a alcanzar esta vida para contar todas esas anécdotas; hay tanto dentro que no va a terminar de salir ni aunque pudiera desinflarme muy rápido. Las cosas que he podido vivir han formado al ser humano que he construido; lo que he aprendido me ha puesto esta quimera tan resistente; los años que he vivido me han dado la diplomacia necesaria para poder perseguir eso que algunos llaman sueños y aun así con todo lo vivido, me atrevo a decir que este es el mejor momento de mi vida.

 

Es que lo tengo todo, a mi familia, a mis amigos, mis proyectos andando, el corazón inflamado y la consciencia tranquila ¿qué más puedo pedir?, soy consciente de que hay que hacer muchas cosas aún y que la vida pasa rápido y que hay prisa para muchas cosas, pero estoy feliz, voy con el viento en la cara a mi favor, voy cantando a todo pulmón la música que me hace llorar, me siento amado, todos los días lloro un poquito de satisfacción, me siguen rompiendo el corazón y eso me hace sentir vivo y sintiente; estoy aprendiendo demasiadas cosas y estoy haciendo lo que se me da la gana.

 

En lo que va de año he podido poner en práctica todas las cosas que he ido incorporando a mis saberes en los últimos 15 años y amo que esas cosas no son de conocimiento general únicamente, sino que he podido sanarme, he podido callarme en el momento adecuado y aprendí a calmar mis pensamientos intrusivos; descubrí el aguante que tengo y fortalecí mis poderes; soy alguien más sensato, menos reactivo, más pensante y no estoy hablando desde el ego malo, hablo desde la realidad que vivo todos los días que me permite darme cuenta cuanto he podido crecer. y es que 30 años no llegan solos, si no fuera quien soy a esta edad, entonces algo malo debí haber estado haciendo, pero no, solamente me pasan cosas buenas, solamente me persigue la consecuencia del ser que he desarrollado, con todas sus hermosas imperfecciones.

 

Últimamente he tenido mucho estrés y me dan rabia muchas cosas; en los minutos pasados he puesto al límite mis emociones y lo más increíble es que todo eso lo puedo sobrellevar y enfrentar de una forma muy surfeable, sin drogas, sin estimulante, sin hacerme daño y sin hacerle daño a los otros. Todo lo que me pone al límite me forma y me vuelve un poco más sabio y un poco menos idiota de lo que he sido. Estoy en mi prime, en el mejor momento y obviamente es porque todo lo estúpido que pude llegar a ser, me orientó a un camino lleno de flores.

 

Jean Pierre

DESVINCULARSE

Soy una persona que genera vínculos muy fuertes y resistentes, y estos mismos vínculos los llevo demasiado lejos, me vuelvo un planeta que orbita alrededor de un único sol el tiempo que estoy con ese alguien y termino mimetizándome tanto, que luego el proceso de alejarme de eso tiende a ser muy doloroso, doloroso para mí, porque soy quien creó esos escenarios que sólo pasan por mí y que pocas veces son recíprocos. Y no estoy esperando que lo que yo sienta, el otro también, cada uno ama, siente y piensa y eso no significa que los demás deban hacerlo igual o que a su manera sea menos que la nuestra, a lo que voy es que en ese dar y recibir, siempre termino siendo yo quien paga los platos rotos de un corazón sensible que no aprendió a desvincularse.

 

Amo la experiencia de conocer personas nuevas todos los días, en la carretera, en mi casa, en un aeropuerto, en donde sea y esa sensación es demasiado hermosa porque siempre hay un compartir de conocimientos, ideas, culturas y apreciaciones distintas de la forma en que decidimos llevar la vida todos los días. Y cuando empiezo a generar esta interacción tan fuerte y que sé que será fugaz, termino haciendo todo para poder marcar la vida del otro, intentando dejar un poco de mi esencia en los recuerdos eternos de ese ser; doy cada cosa que existe en mi pensamiento y en mi corazón con toda la bondad posible, soy servicial, amable, atento y eso me llena, esa felicidad es el pago que recibo por lo que me permiten compartir, pero a la medida que empieza a pasar el tiempo y a ser consciente que pronto todo acabará, me desmorono un poco, algo dentro de mi corazón se cae al suelo y se va por la tubería de la ducha junto con mis emociones temblorosas, quizá así se siente enamorarse.

 

Soy un eterno enamorado de los imposibles, de las cosas que nunca sucederán; soy el mayor fan de perderse drásticamente en unos ojos que no miran hacia mí y en unas palabras que solo recitan cordialidad. Entonces aquí es donde entra esa penosa tarea de separar emociones y razones, los primeros días previos a la despedida son trágicos, luego los primeros días post separación son una mezcla de dolor y felicidad, porque al fin y al cabo algo en mi interior rezaba por esa intimidad y soledad de la que me privo cuando me vuelvo anfitrión; después los siguientes días se vuelven llenos de nostalgia y pretendo imprimir unas fotos y ponerlas en mi pared para sentirme acompañado de todos esos momentos donde los recuerdos no bastan para perpetuar la felicidad y por último, el sabio tiempo me elimina esos sentimientos encontrados que tuve y el ciclo vuelve a empezar, siempre estrellándome contra los mismos deseos, solo que cada uno me hace más fuerte y de tanto que tropiezo, ya sé cómo caer.

 

Alguien psicológicamente podrá algún día explicarme cómo es que estas cosas sucedes o por qué lo hacen, mientras tanto seguiré abriéndome a la posibilidad de encontrar eso que tanto he soñado en alguna gran línea de cemento, en algún auto desconocido o en alguna casualidad de esas que me han hecho replantearme tantas veces el quedarme eternamente en movimiento. Siempre he dicho que tengo un gran sistema inmune, porque sano muy rápido y al parecer también lo he podido externar a cosas emocionales y mentales. El dolor me dura poco, mis sentimientos sanan pronto y se preparan para intentarlo de nuevo. Alguna dependencia habré desarrollado a esta incertidumbre de lo que es sentir amor.

 

Jean Pierre

INEXORABLE

Quizá de todo lo que puede ser inevitable en este universo, lo más certero es morir, entonces si es imposible evitarlo ¿por qué no vivir lo que se nos permita?, ¿por qué no salir corriendo en medio de la noche en búsqueda de unos brazos que abracen fuerte?, ¿por qué no cruzar el océano para ver un atardecer al lado de quien inspira suspiros eternos?, ¿por qué no simplemente vivir sin esperar a que la vida se escurra por los poros de la tierra húmeda?, ¿por qué no hacer tantas cosas que podemos hacer?

 

Hay cosas que metafóricamente son inexorables, porque sabemos que sí es posible que algo suceda o no, por más extraño o loco que parezca, pero desde el imaginario colectivo podríamos decir que es inevitable enamorarnos, sufrir, etc. Y también somos conscientes que definitivamente hay cosas que no pueden detenerse, crecer, dormir y respirar, y que lo único que puede detener eso es dejar de existir, pero mientras no pase, lo demás sí o sí va a suceder. Y aquí empieza lo que quiero transmitir, y es que la naturaleza nos dice qué cosas van y cuáles no, pero nosotros también podemos determinar y ser tan firmes o tan flexibles como queramos para decidir si algo arrasa como una avalancha o se muere antes que la gota colme el embalse.

 

Me gusta llevar como bandera que las cosas que planeo no tienen pared con la cual topar y que van a realizarse contra todo pronóstico, aunque a veces no pasen. Es que no se trata de cuantas cosas logro conseguir, sino de cuantas sobreviven al odio, al desamparo, a la falta de confianza, a la ira, a los malos deseos; se trata de poder seguir alzando esa bandera aun estando debajo de toneladas de lodo y seguir siendo impertérrito a lo que el mundo entero quiera decirme.

 

Hace muy poco alguien me decía que no tenía lógica la forma en que hago las cosas y es que justamente yo no conozco esa lógica, yo soy la lógica; yo ya me he estrellado lo suficiente y sé perfectamente que no hacer, aún me falta aprender que sí hacer, pero definitivamente el “qué no” lo tengo claro. Sé que no puedo traicionar, sé que no se puede mentir, sé que no se puede solo, sé que abandonar no es una alternativa válida, sé que mis pies son de hierro y mis hombros de mármol; sé que el camino se debe hacer y sé muy bien que hay que caminar para que otros puedan correr, sin esperar nada más que la satisfacción del servicio dado. Y es todo esto que sé lo que me permite ir por ahí gritando que lo único que puede detenerme es la muerte y curiosamente, somos buenos amigos.

 

Jean Pierre 

 

 

RITUAL

Soy una persona altamente adicta a las ceremonias, los rituales, las tradiciones, a la magia que hay en cada situación simple y compleja de la existencia de mi diario vivir. Me apasiona profundamente aquello que genera la mesa a la hora de comer o la movilización de manos al momento de tomar unos mates; me siento poderoso al momento de juntarnos alrededor del fuego a cantar, bailar y cenar; también me gusta el hecho de poder reconocer el crecimiento de alguien en medio de ceremonias; amo la liturgia de las religiones y todo lo que mueva grupos en torno a un unísono respirar.

 

Las tradiciones que hemos formado en sociedades o en singular nos llevan a mover algo extraño, poderoso, energético y magnético que es difícil de expresar. Todo esto lo digo a gran escala, y suenan como cosas extrañas y misteriosas, y lo son en cierta medida, pero también me refiero a las situaciones que vivimos día a día, que se vuelven una disciplina, un hábito y que llevan a un ritmo que a su vez se va transformando en esas cosas que terminamos llamando rituales, mismos con los que crecemos y reproducimos en la tradición hablada, a la cual le ponemos una magia distinta en cada transfusión; le convertimos con el tiempo, le modificamos algún significado y vamos adaptando según el momento lo requiera.

 

Ahora, me encuentro en un punto extraño de mi vida, donde estoy alejado de los rituales, de esa magia con la que crecí y con la que le di todo el simbolismo a cada cosa de mi vida, a mis decisiones y al ser que soy en este instante. Y me duele verme en retrospectiva porque estoy seguro que muchas de las situaciones que vivo ahora serían más perfectas y maravillosas si hubiese puesto en movimiento todos esos símbolos y elementos que conozco perfectamente y que me han acompañado en los pasos más firmes que he dado. Hoy me siento un desconocido de ese Jean Pierre que no salía de casa sin hacer sus movimientos; hoy me duele iniciar algo sin el protocolo adecuado; me duele finalizar algo sin un cierre digno del día tan perfecto que acabó; me duele haberme alejado de mis disciplinas físicas que mantenían mi cuerpo moldeado de una forma más armónica; me duele ver quien soy ahora y me asusta que el tiempo pase y sea irreconocible inclusive en mis pensamientos.

 

A ver, no estoy diciendo que desaparecí, aún procuro sentarme en círculos a la hora de comunicar algo importante; aún mantengo viva la gratitud al iniciar y finalizar cada día; aún abrazo al sol y le doy gracias al universo por mantenerme vivo; aún soy obsesionado por comer en la mesa y ahí tener las charlas más amenas; aún voy pregonando lo importante de escuchar el río y de los momentos de quietud en el día; aún intento mantener vivas muchas cosas, solamente que todo esto solía hacerlo a gran escala y a diario, y el cambio se siente. También entiendo que con quienes me rodeo ahora no estén muy interesados en las cosas de este hippie loco. Afortunadamente he incorporado en mi vida muchos rituales nuevos y poderosos y hoy quiero invitar los nuevos míos a sumarse a estos momentos donde he podido encontrar el punto más cercano entre Dios y yo.

 

Jean Pierre 

AL LÍMITE

Esto de levantarse todos los días con un reto nuevo es algo bien particular, lo es porque el no saber que va a pasar o intentar resolver todo al momento que pasa, me da unas sensaciones que nada antes me hizo sentir y me siento al borde de la vida a intentar analizar si eso que siento me gusta o si desearía que no pasara más; analizo si vale la pena esta lucha de una mangosta contra una cobra; analizo si es necesario vivir al limite de la vida, al filo de ese abismo que invita a caer, pero que yo sé que en el fondo hay un trampolín gigante que me hace rebotar más lejos de lo pensado y entonces me doy cuenta que ese abismo me excita, me invita y me da el placer que me mantiene vivo, más vivo que el nacimiento mismo.

 

Me miro al espejo todos los días y me grito desesperado por momentos, lloro un poco y me mentalizo que todo va a estar bien; que no hay nada imposible para un animal salvaje como yo; analizo como mis manos tiemblan y como el corazón no puede dejar de emitir esas arrítmicas expulsiones de sangre que se reflejan en lo rojo de mi rostro; analizo mis pasos que van perdiendo firmeza y que no saben si quieren caminar 20 kilómetros sin parar o tirarse en el suelo a descansar unos segundos; pienso que si fue buena idea renunciar a la posibilidad de trabajar toda la vida en mi cómoda oficia o si esto que estoy haciendo es lo que quiero hacer hasta que el aire deje de pasar por estos pulmones, mismos que gracias a mis decisiones han podido llegar a sentir el aire de muchos países y ya no sé cuántas ciudades.

 

Estoy viviendo el sueño de mi vida, lleno de luces, de cámaras, de entrevistas, de odiseas, de horas de rodaje, de viajes, de abrazos, de lágrimas, de experiencias nuevas día a día; estoy cumpliendo eso que me prometí un noviembre del 2014; estoy celebrando esta vida que me apasiona en cada momento; estoy cantando canciones todo el día; estoy amando a personas distintas cada mes. Obviamente soy demasiado afortunado y bendecido por todo esto, vivir en el filo me ha permitido llegar todos los días a una nueva parada. Siento miedo, dolor, angustia, tristeza, nostalgia, ira y todas esas cosas que pasan en mi son las que me hacen afirmar que elegí bien, pero también me gusta replantearme todos los días mis elecciones y ponderar si estoy haciendo bien las cosas, y al parecer, voy por buen camino.

 

No voy a negar que los últimos días he querido más que nunca la tranquilidad de mi hogar, la comida de mi madre y las palabras de mi papá; estos últimos días he pensado solamente en el instante en que esté en mi verdadera cama y pueda hacerme un ovillo y llorar y llorar y volver a llorar otro poquito, de felicidad, de orgullo, de rabia y al fin poder soltar el peso que llevo cargando, mismo que elegí, no me voy a hacer la victima aquí. Y una vez haya hecho todo eso, podré empezar de nuevo a cargar nuevos pesos, los cuales me darán material suficiente para poder escribir todas las semanas.

 

Jean Pierre

MI CUERPO

Es que es de hierro y una porción de plomo. Lo amo, lo admiro, lo venero, lo adoro y lo glorifico. Obviamente lo voy a mencionar y obviamente voy a decir todo el orgullo que siento por él. Mi instrumento para poder llevar a cabo esta serie de ideas extrañas que salen de mi cabeza; mi esclavo que no se inmuta ante tanto estimulo desmedido, hoy quiero rendirle un tributo a mi compañero de aventuras, al que me acompaña en la soledad y al que no me abandona cuando ha tenido todos los motivos para hacerlo.

 

En mi cuarto tengo muchas foros mías y cuadros sobre mí, (algo narcisista, lo sé), pero es que yo sé todo lo que he sudado y caminado para llegar a las cumbres mas imposibles pensadas antes para mí, y verlo realizado me hace llenar el pecho y quiero inmortalizar cada momento de mi vida. Soy supremamente consciente de quien soy y de lo que me ha costado cada paso dado y no tengo problema en resaltar todas mis cualidades porque en realidad admiro a ese Jean Pierre, lo admiro infinitamente y procuro amarlo todos los días desde todos sus ángulos.

 

En las últimas semanas he llevado al limite del cansancio a mi cuerpo, lo he hecho dormir poco, lo he hecho trabajar 24 horas seguidas, lo he obligado a comer cuando se puede, lo he sometido a temperaturas agresivas y lo he puesto a actuar de muchas formas y el condenado no se queja, de vez en cuando dice que le duelen un poco los hombros, pero de resto sigue ahí, firme, caminando mil kilómetros diarios como está acostumbrado; ahí sigue dándolo todo sin importar el horario, el clima, el hambre o el dolor; ahí se mantiene como el faro que cuida al barco en medio de la tormenta; ahí sigue sumando victorias y conquistando batallas; ahí sigue hablando con la voz fuerte y dando mensajes claros; ahí sigue repartiendo amor y caricias, consolando y cuidando a su manada.

 

Hoy puedo sentarme a escribir sobre este cuerpo que amo y maltrato constantemente, intentando comer sanamente cuando se puede, estirándolo para mantener esa linda flexibilidad que aún conserva; aquí estoy luego de haber podido dormir plácidamente por fin más de 8 horas seguidas y agradeciéndole por darme tanto y por recibir tan poco; hoy aquí le pido perdón por todo lo malo y lastimosamente me toca decirle que este descanso es temporal, porque lo conozco tan bien, que sé que ya está listo para el round que viene al finalizar este día.

 

Jean Pierre

PRIVILEGIO

¿Nos nubla la vista y el panorama ser privilegiados? Me pregunto a diario esto, y mis respuestas tienden a ser confusas y extrañas, pero hay algo real, y es que, en la mayoría de opciones en el espectro, la respuesta es un rotundo sí, pero ¿por qué juzgar a quien no tuvo las necesidades que tuve yo o las que han tenido millones más? No es fácil poder opinar de esto sin ponerme de mi lado y de los míos, pero también quiero ser empático y buscar la imparcialidad en este tema del que ya empecé a hablar hace 99 palabras.

 

No es obligación ponerme en los zapatos del otro, es algo más desde la moral y eso extraño que se mueve en el corazón, también es desde la lógica y el raciocinio. Que gran miedo debe ser no vivir con lo que he vivido siempre (hablando de términos adquisitivos), porque si pudiéramos cambiar el no tener nada de un día a otro, sería un gran placer, y supongo que perder todo en un instante debe ser un trauma para la eternidad. Y aquí la cuestión, el que siempre ha tenido vive con miedo a perder y si no perder implica que todos a su alrededor sufran, pues en cierta medida aceptará eso como norma de vida.

 

También entiendo que hay personas que no saben qué es aguantar hambre, bañarse con agua muy fría o no tenerla; hay muchas personas que nunca en su vida han tenido que adaptarse a las mil formas de supervivencia que implica nacer en esta parte del mundo; hay muchos que no han experimentado los conflictos de no llegar a fin de mes con una familia a cuestas, rodeado de indiferencia, desigualdad e indignidad. Y no es culpa de ellos, que bien que su patrimonio pudo pasar de una mano a otra en la historia, o que bien que sus padres lograron crear algo para el futuro suyo, entonces obvio no es culpa de nadie nacer en medio del privilegio, pero sí es responsabilidad de cada quien educarse para entender que no todos gozamos de los mismos beneficios y que la vida en cada casa funciona de una forma muy diferente a como “funciona” en la nuestra.

 

Hay distintos privilegios y en cierta manera todos alcanzamos a tener alguno de ellos, pero si de pronto quien me lee aún no entiende cuales tiene, aquí puedo enumerar algunos, y no para sentirse mal o renunciar a ellos, sino para ser conscientes que aquello que otros no tienen o no logran tener tiene que ver con muchos factores y entonces así poder generar algo de empatía que tanto le hace falta a este mundo veloz. Somos privilegiados cuando no dudan de nosotros porque nuestra piel es más clara que la de otros; somos privilegiados cuando podemos comer por lo menos 3 veces al día o por lo menos comer algo en el transcurso del mismo; tenemos privilegio cuando por aquello que podemos pagar tenemos acceso más rápido al doctor, al restaurante y muchas más cosas que pasan por encima de los demás; somos privilegiados cuando el agua no se cuela por el techo mientras el suelo está lleno de cubetas; somos  privilegiados cuando podemos decidir a donde ir cada fin de semana sin pensar en los problemas que ello pueda traer.

 

Yo no estoy intentando hablar de bandos de buenos y malos, no estoy queriendo dividir, sólo estoy intentando invitar a la reflexión; al saber que las cosas que decimos desconociendo las realidades lastiman y que las acciones que tomamos, muchas veces, cuestan salud mental, dolores y la misma vida.

 

Jean Pierre

MERECER

Últimamente me persigue mucho esa palabra “merecer” y me genera tantas emociones e ideas que no sé por dónde abordarla, es que me hace mucho ruido como a dedo podemos decidir quién es meritorio de cosas gigantes y de otras repugnantes; asumimos que el ser humano merece tanto sólo por lo que vemos y desconociendo por completo todo lo que este tiene en su cabeza. Obviamente hay conductas castigables y a las que llamamos merecidas, esas que sabemos van directo a la moral y las reglas sociales, pero en este escrito quiero ir un poco más allá de la percepción lógica del común y quiero intentar hablar de las razones que encontramos de lo meritorio en cuanto a lo que suponemos.

 

“Es que no te mereces a esa persona”, “mereces lo mejor del mundo”, “tu puedes aspirar algo mejor porque lo mereces”, “no mereces esa recompensa”, “no me mereces”. Claramente estas afirmaciones tienen su origen en lo estético, el ego y en muchas discriminaciones más. ¿qué hace tan importante a una persona para merecer cosas buenas y a otras cosas malas? Gran parte de las veces sabemos a plenitud quienes somos, y de esa forma sabemos cuáles pueden ser nuestras aspiraciones, pero en una gran mayoría ese creer saber qué somos nos lleva más allá del límite del ego y pretendemos elegir y desechar todo aquello que no sea como queremos, desconociendo en absoluto qué ha vivido el otro para estar en ese punto de su vida.

 

El párrafo anterior se refería un poco más a las personas con otras personas, es que siento lo meritorio como una competencia de quien es mejor para poder llegar a eso bueno, pero ¿Qué nos hace el mejor?, ¿por qué competir? Y son cuestionamientos muy amplios porque no existen alguien mejor que todos en todo, y si lo hubiera ¿Cuál es la necesidad de resaltar eso?, ¿para qué seguir alimentando eso? Son más las preguntas que las respuestas, aquí me estoy solamente cuestionando por qué alguien que no me conoce y no conoce todo mi proceso se atreve a decir que no merezco algo o por qué ese que sí me conoce se atreve a enaltecerme tanto que diga que merezco más, como si yo fuera más que otros.

 

Estas costumbres de premiar algunos aspectos nos llevan a esa superioridad moral de juzgar, lastimar, ofender, agredir y también nos pone felices, nos impulsa, nos motiva a hacer otras cosas. No es que tenga alguna rabia contra el mérito, pero si me cuestiono las necesidades del ser humano de hacer cosas para buscar eso. Siento que lo que tenemos, positivo y negativo, es la respuesta a lo que hacemos día con día (de alguna forma), pero también un el resultado de un estado fallido, de la desigualdad y de la falta de oportunidades para poder estar todos a la par. ¿Merecer qué?

 

Jean Pierre

MI EQUIPO

¿Cómo empezar este texto sin romperme en pedazos?, llevamos meses trabajando, hombro a hombro, lagrima a lagrima, sudor con sudor; soñando con hacer el proyecto más importante de nuestras vidas; llevamos meses construyendo algo que nos hará grande a todos; llevamos construyendo con la esperanza una carretera pavimentada, pero que antes estaba plagada de pozos con profundidades descomunales; estamos llevando a nuestra almohada el anhelo de amanecer con todo resuelto para poder darle rienda suelta a este monstruo gigantesco, que afortunadamente, aún podemos dominar.

 

Hace 5 años nació la idea de hacer una película, y estamos a 5 días de empezar a rodar, ¡wow!, que loco ha sido todo este proceso. Ha sido increíble lo que hemos logrado y lo que hemos sufrido. Puedo afirmar que ellos están más locos que yo por seguirme la corriente y subirse a este barco que navega en aguas diáfanas y oscuras al mismo tiempo. Hoy quiero rendirle tributo a mi equipo, a mi manada, a mi tribu, a mis colegas, mis hermanos, mi todo en este momento; hoy quiero resaltar la calidad humana tan perfecta que conforma esta amalgama de almas; hoy quiero aplaudir y gritarles a los ojos que los amo y que sin ellos yo no podría soñar de la forma en que lo hago, por ellos estoy trabajando 18 horas diarias sin parar; por ellos estoy intentando que el estómago no se haga un agujero negro gigante que a veces quiere consumirme por el miedo; por ellos puedo decir que mañana se hará algo a cierta hora y en otro momento pasará otra situación; hoy quiero brindar por cada uno de ellos que decidió renunciar a su cotidianidad por irse a explorar esta aventura que pide a gritos ser explorada.

 

¿qué si tengo miedo? Obviamente, estoy cagandome encima, y me fascina, que gran elección hice en mi vida al querer ser artista para siempre, porque estas sensaciones solo las tenemos los que queremos tener un día distinto en cada amanecer. Unos llegan, otros ya estaban, algunos recién empiezan, pero todos vamos hacia la misma luz, la misma dirección, cada uno con personalidades y genios distintos; cada uno con una forma particular de hacer las cosas; cada uno en su estilo único y propio. Todos aportando toneladas de pasión y entrega, en todas las áreas, los actores, el equipo técnico, la producción y aquí humildemente el director.

 

Es casi media noche, llevo demasiadas horas fuera de casa, caminando bajo el sol, recorriendo kilómetros buscando cosas, haciendo llamadas, teniendo reuniones, intentando recordar que debo comer; mi cuerpo es un manojo de emociones y sensaciones que ya no logro diferenciar entre el sueño, el cansancio y la felicidad. Y nada de esto físico me importa, tengo el espíritu fuerte, invicto, los deseos más vivos que nunca; tengo el corazón latiendo un poco más rápido de lo normal; tengo varias lagrimas atoradas que se cuelan de a poco en la soledad; tengo una voz fuerte y firme que no tiembla para reconocer la belleza de los demás y tengo algo que nadie jamás podrá tener, a mi equipo.

 

Jean Pierre 

AUTOPERCEPCIÓN

Es curiosa la forma en que percibimos lo que somos, y es curioso porque he podido notar que tenemos una idea demasiado alejada de lo que en realidad logramos ser, me atrevo a decir que quizá nos referimos a nosotros como lo que queremos ser, a lo que soñamos y esperamos lograr, pero no a lo que en el momento estamos contando a la lectura de las masas. Otra cosa que se me ocurre es que sí somos como lo pensamos, pero no logramos transmitirlo, es como un cortocircuito entre lo que hay en la mente y lo que sale de los poros.

 

Una razón que encuentro a esta desconexión de lo que somos y lo que creemos ser, es que no estamos reconciliados con aquello que decimos no nos representa, pero que definitivamente el mundo puede percibir. Y no estamos reconciliados con ello porque le tememos, le huimos, queremos esconderlo debajo de la cama, o en el armario…; esa enorme enemistad que hay entre ese “yo no soy” y el reflejo a la humanidad, es la causante de no asumir los errores y justificarse con demasiadas razones ante la acusación de lo evidente.

 

La autopercepción real solo se logra “plenamente” cuando nos permitimos decir a viva voz que tenemos errores, que hay imperfección en nuestra existencia; lo logramos cuando asumimos que nuestra forma de reaccionar a algo es nuestra decisión y no con un “me desconocí”; lograremos eso cuando podamos perder una discusión en la ducha mientras creamos escenarios irreales en los cuales salimos vencedores y victoriosos; la autopercepción acertada llega cuando en serio conocemos lo que somos y no barremos toda la casa y escondemos la basura bajo el tapete, como si quisiéramos solo mostrar lo lindo y claro, pero no confrontando el monstruo y no solo confrontarlo, también hay que presentarlo a la sociedad, dejarlo ver y asesinarlo con cambios reales y no fingiendo que no lo vemos y por ende los demás tampoco.

 

Somos lo que construimos, cada uno al leer esto sabrá si sentirá satisfacción o un miedo gigante al entenderlo. Y es bueno comprender que lo que hemos edificado en el trayecto de nuestros años tiene todos los trasfondos posibles, obviamente hay cosas positivas y otras no tanto; obviamente tenemos una manera de hacer las rutinas distintas a otros; obviamente hemos adquirido mañas y estructuras que pueden conflictuarse con las mañas y estructuras de otras personas y todo esto es lo que nos hace ser nosotros, con cualidades y mil cagadas, no mostremos solo lo que brilla y no pretendamos que en nosotros no habita la oscuridad, porque es ahí donde podemos dialogar tranquilamente con quien estamos aspirando  ser.

 

Jean Pierre 

LOS OJOS DE BAUTI

Que poder tan grande atrapan las miradas, no hay mayor carta de presentación que unos ojos. Arma de doble filo, al fin y al cabo, porque algunos logran desnudar su ser sin querer ante aquel que interpreta esas miradas y porque también logra esconder todo aquello que no queremos que los otros sepan, pero por más que lo intentemos, lo único que no miente en un ser humano, es la mirada. Bueno, para mí, digo, porque soy un adicto a mirar a los ojos y me obsesioné con leer a todo mundo a través de la forma en que observa todo a su alrededor, me convertí en alguien que toma decisiones, se aísla o emprende el viaje de la vida, solo con estar fijamente en las pupilas de alguien.

 

Me he equivocado un par de veces, no lo voy a negar, hay ojos que aún logran mentir muy bien, pero de a pocos voy puliendo esa habilidad de conectar con un par de retinas que quieren ser leídas, consciente o inconscientemente. Y entonces en los últimos años me he logrado enamorar miles de veces de miradas que gritan abrazos, que suplican por amor; he encontrado miradas que piden auxilio y calor; he visto en tantas partes el sol reflejado en unas pupilas que se expanden de felicidad al verlo; me he enamorado de un par de ojos azules; me he derretido en unos ojos almendrados; he visto lo profundo del océano en unos ojos muy negros; he visto la belleza de todo un rostro en unas pestañas que adornan; he visto la luz que sale de alguien cuando consigue lo que quiere y esa misma luz me ha guiado el camino que a veces quiero cruzar en la oscuridad.

 

Una noche común le pedí al universo una señal respecto a todo lo que estoy haciendo, y entonces aparecen esos ojos perfectos y redondos que van acompañados de una sonrisa gigante y una voz de terciopelo, diciendo que me ama y que sigamos adelante porque todo va a salir bien, que confía en mí y en mis acciones. Los ojos de Bauti son la respuesta que siempre busco cuando no encuentro paz en mi cabeza o mis ideas están muy desorganizadas, esos ojos que no puedo concentrarme al mirarlo mientras hablamos y que acto seguido a cada palabra debo decirle que amo como mira y que necesito apretarle la mejilla y que si pudiera me le comería un ojo.

 

Los ojos de Bauti, de Emir, de Nayla, de Agustín, de Walter, de Gigi, de Javi, de Dani y de todos los que caminan este camino empedrado conmigo son bastón de agarre para sujetarme de la siguiente roca. Los ojos que miran directamente a otros ojos llenos de esperanza son los que me motivan a seguir soñando; los ojos que observan el océano como si fuera algo nuevo son los que me motivan a querer atravesar todas las montañas; los ojos que no tienen miedo a mirar con deseo son los que me impulsan a fundirme en otros cuerpos; los ojos que gritan amor son los que quiero que me amen siempre.

 

Jean Pierre

OLOR A AMOR

Yo sé a qué huele el amor, estoy completamente seguro que puedo diferenciarlo y reconocerlo cuando penetra mi nariz. Yo sé a qué huele y voy a revelar mi formula química para aquellos pocos privilegiados que me leen, quizá más adelante cuando tenga un grupo de lectura muy amplio este secreto le pertenezca al mundo, pero no me importa, sólo quiero compartirlo. También sé que todos lo sabemos, solamente que algunos no se han dado cuenta que es eso el amor. Tengo que adelantar que no es uno solo, sino muchos aromas los que componen esto.

 

Hace poco cuando abracé a alguien a quien estoy seguro amo demasiado, le dije que la única forma de poder describir lo que me transmitía era eso, amor. Y entonces ya sé que esos olores me los han dado muchos, y cuando algo parecido atraviesa mis fosas nasales, me lleva a aquel momento donde sentí amor. Entonces el amor huele a la mezcla del sudor de un cuerpo medio dormido con el de un perfume del cual no quiero saber su nombre; el amor huele al cabello sucio que se aplasta en la cara de quien da o recibe un beso; también puedo decir que el amor huele a patas y axilas; a veces huele a un río que cae con tanta fuerza que sus partículas se quedan en mi rostro mientras grito como un niño; el amor huele a la boca de alguien cuando recién se levanta justo al otro lado de la cama, o a veces sobre el cuerpo; el amor huele a hierro, porque cuando pongo mi cabeza al lado de su pecho y escucho el palpitar de sus latidos también puedo oler esa sangre circulando por cada vena.

 

Otras veces he sentido rabia por los gases que emana alguien de su boca, pero de una u otra forma ese fétido olor también es el amor, quizá seamos muy estúpidos para justificar que esas muestras de confianza son por la relación directa de amar, ¡entonces soy re estúpido! Los olores de lo habitual, del día a día, de lo simple y lo común, son, para mí, la definición del amor. Es que no vas por la calle abrazando personas; no existes por ahí sudoroso mientras unos labios se estrellan contra eso; no exhalamos todo nuestro hedor apropósito delante de quien no nos genera comodidad; no se despierta con personas distintas en las mañanas, siempre son las mismas.

 

A lo que voy, olemos y sentimos el olor del otro en lo más profundo de la intimidad, ahí donde nos reímos y donde gritamos de desagrado; en esos espacios donde somos nosotros es donde está el amor, impregnado en las cosas que agarramos, en los vasos que sujetamos, en las pieles que acariciamos, en la ropa que nos quitamos, en la comida que cocinamos y posteriormente desechamos. Entonces, podemos decir, que el amor huele a todos los días.

 

Jean Pierre 

PUNTO SEGUIDO

Quizá muchas veces damos por terminado algo desconociendo cuando debe ser el verdadero momento, aplica también el retrasar este mismo proceso. Hoy quiero centrarme en específico en los capítulos que cerramos apresuradamente, esos momentos en los que creemos que ya no hay nada más que rendirse o concluir el proceso de lo que sea que estemos haciendo; muchas veces pensamos que la victoria es ahí, parcial, a medias y no está mal, en lo absoluto, cada escalón pisado es nuestra conquista y con eso podemos finalizar felizmente, pero todos sabemos que gran parte de las veces queda esa sensación de algo no realizado; de algo no terminado como queríamos y nos toca como debemos, alejados de ese presentimiento que nos decía “ve más allá”. Los puntos finales pueden convertirse en unos suspensivos que dejan todo abierto, sin una conclusión real y con un hueco argumentativo del mismo tamaño de la historia.

 

Que difícil tarea es saber finalizar dignamente y con la frente en alto mucho de lo que hacemos; es complejo poder identificar el momento adecuado donde debemos dar un paso al costado y empezar a escribir un nuevo guion y también es muy difícil el identificar cuando seguir redactando porque sentimos que aferrarnos a esas líneas aún nos dará la satisfacción que buscamos. En definitiva, es difícil poder ubicar correctamente en la página los signos de puntuación correctos, supongo que en esta narración llamada vida tenemos una pésima ortografía y una forma macondiana de redacción.

 

En lo particular, este año ha sido lleno de interrogantes y casi vacío de respuestas; mucha incertidumbre en las elecciones de los caminos que debo tomar y afrontar. Igualmente, este año ha estado repleto de crecimiento personal, desde lo emocional, mental y quizá desde lo espiritual (sin desconocer el enorme trabajo físico que ha significado todo esto) y llegan a mí muchas resoluciones, como decía anteriormente, no sé si respuestas claras, pero definitivamente sabiendo exactamente qué es lo que quiero, qué debo finalizar y que debo continuar. Por ejemplo estos escritos, que han significado un proceso demasiado hermoso y desconocido por completo de mí mismo; lo que he podido aprender en el ejercicio de la escritura ha sido demasiado gigante, lo que he sanado no tiene precedentes y lo que me he esforzado no había sido visto antes; este proceso me ha obligado a cumplirme y a cumplirle a aquellos que me leen y que desde este espacio les agradezco con el corazón; escribir me ha permitido identificar los recuerdos que quiero mantener en mi vida y me ha llevado a la depuración de todo lo que siento semana a semana, por ende es algo que espero seguir haciendo constantemente.

 

El arte como estilo de vida creo que lo he dejado claro muchas veces que es lo que motiva mi existencia entera, este año puse punto final a EVA, aquella hermosa obra de teatro que me llevo a tantas ciudades y a tantos públicos distintos y que ocupa un lugar inmenso en mi recuerdos principales; los proyectos audiovisuales son ahora mi objetivo y definitivo no puedo dejar de lado, tantas historias nacieron y empezaron a redactarse, otras se grabaron y otras están a pocos días de empezar a encarnar cuerpos de actores dispuestos a seguirme la corriente en mis ideas; mi sueño de tener una productora gigante es quizá el proyecto más importante de mi vida y que por fin está viendo la luz, involucrando a aquellos que por fin encontré y ahora son parte de este proceso y con los que compartimos el mismo sueño y mismas ganas de construir nuestro camino a través de lo que disfrutamos tanto hacer; por último, definitivamente lo que más quiero que continúe pasando en mi existencia es la forma en que mi familia se mantiene unida y poder seguir creando vínculos fuertes donde quiera que mis pasos lleguen, todo esto me ha formado y han dado molde a mi personalidad y a la manera en que confronto cada situación. Muchos puntos finales logré identificar estos meses, aquellos que estoy seguro no se podrán borrar porque no me apetece recuperar viejos libretos y hoy dejo todos mis deseos y planes con un gigantesco punto seguido.

 

Jean Pierre

COPA DE VINO

El vino, el mate y el café son los perfectos acompañantes de la soledad y las multitudes; rellenadores de espacios vacíos, de silencios ruidosos y son los mejores a la hora de contemplar la belleza del arte. No sé cómo explicar esas sensaciones extrañas que te hacen querer alzar la copa de vino y brindar fuerte por nosotros, por la salud, por el logro alcanzado, por lo que duele, por lo que se fue y por los objetivos a perseguir. Que hermoso llegar a la reunión aquella con una botella llena de uva para acompañar la mesa esa atiborrada de charlas, risas, chistes y uno que otro chisme. Ay querido vino, que grande que sos al cumplir tu tarea con éxito todas las veces.

 

Creo que ya quedó claro que tengo en el alma 3 nacionalidades y en la segunda de ellas, la argentina, he encontrado lo sagrado que puede llegar a ser compartir una copa, que a veces se puede mezclar con otras cosas, cosas que para los más conservadores es una aberración y para los más osados, el paraíso en el paladar. Es una sensación demasiado fuerte el llegar a brindar con los míos en cada encuentro, la sangre me hierve y en cada salud siento que quiero devorar los cachetes de mi gente mientras los miro a los ojos y les agradezco por vez numero mil que los amo y que agradezco a Dios por su existencia.

 

Mi familia entrerriana, los Quiñones-Gavini-Zaccaro, tienen como tradición juntarse los domingos a almorzar, ahí gritamos todos juntos a la vez para intentar comunicarnos, se presentan a los pretendientes, se pelea un poco, se canta con esa guitarra que no falla; en esa mesa arreglamos el país, respondemos varias veces la misma pregunta a la abuela, le sacamos el cuero al que está y al que no; en esa sagrada mesa se habla de la semana, de los planes, de las añoranzas, de las frustraciones, de los ideales y de las expectativas; ahí brindamos con vino y unas copas que se cuidan con la vida, aunque hace poco puse mi vida en riesgo al quebrar una. En fin, esta tradición de juntarnos alrededor de la comida, la vida y una buena copa, me da la vida, me dan ganas de hacer interminable esos momentos y cantar hasta que la garganta sangre, no me importa perderla si de gritar la vida se trata.

 

Otras veces en la cena logramos descorchar una botella sin motivo alguno, pero esa sensación de ir a la cama con la sangre un poco alterada es muy linda. Siento que no es el vino, ni la botella, ni la copa, ni lo que genera en mi cuerpo lo que me hacen sentir tantas cosas, son los motivos, las razones y las circunstancias las que elevan mi alma a ese estado infinito de éxtasis. Aquí me siento amado, siento que pertenezco; soy parte de la tribu y la manada; aquí siento como los abrazos que se separar de mí se llevan una parte del cuerpo y que sólo logra armarse hasta el nuevo encuentro. Suena a chamuyo, pero el instante en que dejamos de vernos, ya los extraño.

 

Jean Pierre

LA ASTROLOGÍA COMO EXCUSA PARA JUSTIFICAR CONDUCTAS DE MIERDA

Llevo 15 años formándome en todo lo relacionado a la astrología, desde muchos ámbitos y desde demasiadas perspectivas. Me siento con mucha autoridad para hablar de este tema, pues lo conozco a detalle y sé muy bien la interpretación de mapas astrales y demás y hoy, quiero darle la razón a los no creyentes; hoy me pongo de lado de los que aborrecen y menosprecian todo el conocimiento que se ha ido formando en torno a esto durante milenios.

 

En la última década la astrología ha crecido de una forma increíble; cada vez hay más personas que saben del tema y cada día sabemos más de las cualidades y capacidades humanas a través del estudio de la influencia de planetas, estrellas y constelaciones sobre las conductas de los habitantes de este planeta en el que decidimos vivir. Pasamos de considerar este estudio como algo satánico y de lo oculto, a buscar las relaciones entre personas, la toma de decisiones, el inicio de proyectos y ciclos; hemos podido entender porque pasan ciertas cosas en nosotros en determinados momentos del año y hasta hemos planeado el nacimiento de hijos según los elementos que queremos sean parte de la edificación de ese ser.

 

Algunos se han atrevido a llamarla “La ciencia más exacta”, para otros es solo manipulación a través de patrones psicológicos; otros sienten que su carta astral es el camino que deben seguir del inicio de la vida hasta el final y para muchos más, esto no es más que otra secta religiosa, solo que con distintos dioses y distintos dogmas. Hoy quiero hablar de cómo las personas no afrontamos nuestras realidades y preferimos culpar a otros de nuestras acciones, a otros o al universo mismo y hay cierta realidad en esto, desde mi perspectiva y desde lo que he estudiado sí hay una influencia y sí hay mil cosas de la personalidad que va directamente relacionado con el día y la hora en que nacimos, el lugar, la estación del año, el punto cardinal, la posición de la luna en ese momento, etc. La cuestión aquí es que hay un gigantesca mal interpretación de estos aspectos para el beneficio de nuestras conductas tan cuestionables.  No es culpa de Acuario que seas impuntual, no es culpa de Escorpión que tengas un genio que no lo aguantás vos mismo, no es culpa de la luna llena en Piscis que tengas que hacer sentir a los demás tus emociones no trabajadas en terapia, no es culpa de Aries que tengás sed de venganza y que querás hacerle daño al que está al lado tuyo.

 

Es que me da ira cuando alguien dice que hace algo en su diario vivir porque es de determinado signo ¿qué culpa tiene la astrología que no respetes el tiempo de los demás?, ¿Qué responsabilidad tienen los planetas de tu falta de empatía y cuidado con el otro?, ¿por qué el universo tiene que hacerse cargo que no sepás hablar con tacto? No podemos ir por la vida validando conductas irrespetuosas porqué alguien decidió nacer el 21 de marzo a las 8:30 de la mañana, ¿Quién me devuelve el tiempo perdido?, ¿Quién me quita el corazón roto porque me agredieron verbalmente?, ¿voy y le grito al sol que deje de afectar la estabilidad emocional del pelotudo que no supo manejar su carácter?, ¿le digo a alguna constelación que por favor deje de parir personas impuntuales?

 

Como un gran conocedor del tema me atrevo a decir todo esto, la astrología busca que nos conozcamos, que sepamos a que somos propensos y que cosas podrían estar en nuestro favor o en contra para potencializarlas o eliminarlas; si te digo que sos propenso a sufrir del azúcar no te vas a beber gaseosas todo el día; si te digo que tenés habilidad para las manualidades es para que lo fortalezcas y si te digo que sos un signo ansioso no es para que le digas a todo el mundo que tus acciones son porque naciste en esa fecha, es para que puedas modificar conductas, ir a terapia, saber hacer y decir las cosas; si te digo todo lo que es tu signo no te escudés en él para hacerle daño al otro y no lo vuelvas tu argumento para tener una conducta de mierda.

 

Jean Pierre

JURADO

Muchos de los textos que escribo van dedicados en especial a alguien o algún grupo puntual, y con esto muchos de mis amigos me responden pidiendo que también se les dedique unas cuantas letras; entonces yo aprovecho y ese escrito me hace recordar demasiadas cosas y termino escribiendo para todo, con alguna reflexión o algún mensaje de algo vivido. El texto de hoy nace como un juramento y aprovechando el apellido de quien inspira este texto, el título y gran parte del contenido son para él.

 

Muchos capítulos de mi vida los he dado por cerrados, he sentido gran parte de las veces que hay temas de los cuales ya no debo hablar y/o pensar; he caminado muchos kilómetros dejando en el anterior un pedazo de mi historia que no me gusta, o recuerdos que me lastiman, experiencias que prefiero no haber tenido, pero siempre que aparecen mis amigos del pasado, de ese pasado de más de 15 años, me replanteo si en realidad quise soltar eso, o sí solamente el frío del dolor por no poder volver a tener aquello me ha hecho pensar que esos momentos no son bienvenidos en mi corazón.

 

Hubo una época de mi vida de exceso de luz, de felicidad infinita, de una calma tempestuosa de la cual quise que fuera eterna y por mucho tiempo desee no conocer otra verdad que no fuera esa. Quizá he escrito mucho de este tema en forma de metáforas y pienso que el escribir me ha ayudado a liberar eso, pero no es tan cierto, quizá esa etapa no se ha ido de mí; quizá eso que una vez juré a la madrugada en medio de la lluvia bajo un árbol en un círculo y con los dedos un poco quemados, me sigue atando a este sentimiento que me pesa todos los días, y que al intentar volver a esos espacios mentalmente, solo llegan sonrisas a mi ser.

 

Juli es uno de esos amigos que me teletransporta a esas experiencias de mi vida que fueron tan perfectas y ha sido compañero de aventuras que al momento de contarlas no me las creen; ha sido el causante de infartos por tantas risas; también lo he odiado las veces que mirándome a los ojos me ha prometido que no escondió mi celular cuando claramente él lo hizo sin importarle las dos horas que estuve buscándolo con mucha rabia; hemos trabajado hombro a hombro por años en organizar eventos que han marcado otras vidas hasta la fecha y hoy mientras escribo todo esto sobre lo que hemos vivido, obviamente lo colateral de ello es el mover esos recuerdos que me abrazan a otras personas, a otras experiencias, a otros lugares, a otros brazos que abrazan igual de fuerte y a otras sonrisas igual de grandes a las suya.

 

Quiero concluir este escrito con dos ideas que se encuentran aquí reflejadas. Hay juramentos que salen de nuestra boca como si sólo estuviésemos dando cualquier cosa que decir; hemos jurado cosas porque otros nos han ensañado a hacer ese juramento y no vemos el verdadero significado de ello; hemos expuesto nuestra palabra y el valor que tenemos como personas sólo por hacer sentir bien a otro. En mi caso, mi palabra es mi honor, le he fallado muchas veces y quizá mi honor se ponga en duda un par de veces, pero otras tantas le he sido fiel a ella, y eso me ha llevado a traer de viaje conmigo a un montón de gente; he ido a visitar a otros a miles de kilómetros porque les prometí que estaría con ellos en esa fecha especial; he prometido olvidar y soltar y he anunciado con mi palabra como si de una premonición se tratará, el futuro que construyo todos los días. Hoy estoy cumpliéndole a mi amigo, Jurado.

 

Jean Pierre

13 DE FEBRERO

Una de las fechas más importantes en mi vida, desde mi nacimiento y el resto de la existencia, es importante para mí como lo es para mis hermanas, pues hoy celebramos el nacimiento de mi padre, el hombre que más puedo amar en este mundo y el único que amaré inclusive en otras vidas. Mi papá dice que a veces no encuentra las palabras para manifestar todas las emociones que siente y por momentos me pasa lo mismo, así que haré mi mayor esfuerzo para poder escribir esto con las suficientes palabras y que no se me escapen muchos detalles.

 

Ya sé que anteriormente he escrito sobre mis progenitores, pero quizá todo lo que haga en esta encarnación no sea suficiente para exaltar y reconocer el poder que ambos tienen y la grandeza que habita ahí. Mi papá es un hombre muy sensible, amoroso, respetuoso, cariñoso, apasionado, inteligente, sabio, paciente y sobre todas las cosas, es servicial; la forma en que él nos ha enseñado que el servicio es el mejor camino para crecer como personas, es la que nos ha llevado a ser los seres que somos. Uno de mis mayores deseos es ser padre y poder transmitir la educación de la forma en que el mío me educó, que hoy luego de tantos años, podemos decir que obtuvo buenos resultados con sus métodos.

 

Es una maquina ese hombre, pocas veces en la vida lo he visto cansado; nunca, nunca, jamás lo he visto rendirse ante nada, que gran ejemplo nos das en cada instante Orlando. Quizá la terquedad que llevo a todos lados no es más que la herencia en la sangre que me ha transmitido y que estoy seguro en él se llama persistencia. Siempre antes de irme de Colombia o de casa, procuro que sea luego de esta fecha para poder celebrar con todos en familia esta fecha tan necesaria para homenajear, pero este año no podía estar ahí presente y celebro a la distancia tu existencia y todo el amor que me llega hasta acá, que se te desborda por los poros y que contagia en cada fiesta donde las cervezas te dan el toque de soltura que necesitás.

 

Lo digo hoy, lo dije ayer y lo diré siempre, no somos nada de lo que somos (mis hermanas y yo) si no es por vos y mamá, gracias por tus abrazos que reparan lo que no dañaron, gracias por tus bendiciones cada día, que estoy seguro llegan a mí y me hacen caminar a diario con la paz y la tranquilidad necesaria; gracias por tus sacrificios y tus victorias; gracias por las lágrimas de orgullo que derramas cada que uno de tus hijos logra algo; gracias por apoyar hombro a hombro el trabajo que hacemos; gracias por inventar un mundo mejor para nosotros en el cual crecimos pensando que siempre Dios proveerá, y así lo ha hecho; gracias por darnos un hogar, gracias por vos ser el hogar.

 

Jean Pierre 

BET

Este texto no es más que una carta de amor, una carta al amor que desarrollamos hacia los que nos rodean y nos permiten ser y son con nosotros; un amor que no pretende nada más que compartir tiempo, espacio, momentos y sentimientos diversos; este texto va dedicado a mi hermano de sangre distinta, pero también a todos aquellos que de una u otra forma han llegado a ese mismo nivel de amistad.

Constantemente escribo sobre los que están conmigo, y siempre hablo de alguien distinto y es que la vida ha sido tan hermosa que siempre pone en mi camino gente perfecta, que amo y que estoy seguro me ama. Una vez leí que el que es amigo de todos no es amigo de nadie; que tristes almas que no han podido encontrar el placer y la dicha en forjar lazos indestructibles por donde quiera que pasen; que hermoso que es poder volver siempre a unos brazos que esperan abiertos y a unos labios dispuestos a compartir todo lo que pueda salir de ahí.

 

El protagonista de este escrito se llama Agustín, pero también queda perfecto poner otros nombres, para mí y para quien lea. En los últimos días Agu se ha convertido en mi entrenador, mi confidente, mi amigo, mi cómplice, mi partner, mi testigo y alcahueta; se ha vuelto mi diario convivir y su ausencia me pesa más que todo lo que me pone a cargar en el gimnasio. El año pasado sus ojos me derritieron y lo invité a protagonizar conmigo una película y aceptó, desde entonces no hemos parado de hablar. Mientras estuve en Colombia y él en Argentina, hablábamos seguido y organizábamos todo, ahora que estamos juntos, ensayamos a diario y ese contacto constante nos he llevado a construir todo lo mencionado anteriormente. Hemos establecido rutinas y entablamos conversaciones privadas que se encargan de reafirmar que el universo no se equivocó en ponernos uno en frente del otro; el tiempo compartido nos está preparando para 7 extensas semanas de rodaje y siento yo, que sobreviviremos el uno al otro.

 

Agustín se une a mi infinita lista de familia de la carretera, esa familia que crece y crece y deseo siga siendo así. Somos conscientes que todo este tiempo uno al lado del otro acabará y por eso entendemos que estos millones de segundos que nos quedan juntos son solo unas pocas horas en el profundo universo y vamos a hacer que valga la pena todo lo que estamos construyendo. En un año que mire mis recuerdos en las redes sociales, encontraré este texto y para ese entonces cada uno tendrá oficialmente más de 30 años, habremos grabado una película, habremos estado en dos países juntos, habremos tenido unas cuantas peleas y nos habremos dado aproximadamente un millón de abrazos; para ese momento quizá nuestra vida haya cambiado drásticamente y tendremos cada uno dentro la cultura del otro; cuando el tiempo pase, nosotros pasaremos con él y perduraremos en la eternidad.

 

Jean Pierre

¡QUE VIVA!

Que importante reconocer nuestras diferencias que nos hacen sobrevivientes de esta vida turbulenta y agreste. Somos la mayoría aquellos que hemos sobrevivido a la tempestad de los cuestionamientos sociales y culturales; somos un porcentaje enorme los que no somos parte del molde y las formas, colores y texturas que no se adaptan a nuestra silueta; somos tantos los que decidimos cambiar el rumbo que ahora lo distinto es lo que en algún momento fue la norma; somos millones de desplazados de lo ideal y somos distintos por elección, no por presión.

 

Siglos de tortura y exclusión por como hablamos, nuestros colores, nuestros gustos, el origen de nuestra sangre y la forma de nuestros ojos. Obviamente no puedo afirmar que esto ha terminado, quizá nunca pase, pero ahora somos más valientes, nuestro cuero es más duro, nuestro pensamiento más inquebrantable y nuestro valor de hierro. Es momento de gritar por todos aquellos que han sido silenciados y por esos que no han encontrado el poder retumbante de sus voces silenciadas por las armas, la desigualdad, la ignorancia, la falta de empatía y el egoísmo.

 

Es momento de decir ¡QUE VIVA! La diferencia que nos une, que viva lo que sufrimos, que viva lo que lloramos, que viva el que no puede vivir, que viva el pensamiento diferente, que viva aquel que camina en contra del sendero, que viva el raro, que viva la loca, que viva el amor libre, que viva la persona que no teme a mostrarse tal como es, que viva el que baila bajo la lluvia, que viva el que llora por todo, que viva la que disfruta su vida, que viva todo el que no quiera vivir y ese que quiere vivir y no sabe cómo hacerlo.

 

¡QUE VIVAN! Los negros, los indígenas, las locas, las prostitutas, los trolos, los putos, las peluqueras, las maricas, las tortas, los extraños, los del cabello desordenado; que vivan los enfermos, los desahuciados, los hambrientos, los que hablan duro; que vivan los que abrazan fuerte y estremecen con sus palabras; que vivan las revoluciones, los ignorados, los que cantan hasta perder la garganta; que vivan las luchas sociales, las protestas, los pobres, los olvidados; que viva mi familia, que vivan los que no han experimentado el amor; que vivan las culturas presionadas y empujadas al olvido; que viva el fuego y la lluvia; que viva nuestra inmensidad; que viva Latinoamérica; que viva México; que viva la Argentina; que viva Colombia y que viva Cali, HIJUEPUTA.

 

Jean Pierre

EL TIEMPO

Ese que supuestamente no tenemos, ese que tiramos en el suelo, ese que buscamos encontrar en lo distante de los cuerpos, ese mismo que se usa de justificación para no abordar una confrontación o el asumir unas palabras, sobre él quiero hablar hoy. Procuro ser una persona de tiempo de calidad, buscando los espacios perfectos para darle todo mi presente a quienes están a mi lado y a veces en nuestro egoísmo buscamos esa reciprocidad que pocas veces llega. Durante todos mis pasos he llevado como bandera que no existe tal cosa como la falta de tiempo, más bien no hay buena distribución y administración de los segundos; aprendimos que es mejor inventar todo tipo de palabras para no encontrar el momento en que dos tiempos puedan cruzarse.

 

Me siento muy culpable de todas las veces que lo he desperdiciado, quizá en días como hoy me vuelvo reflexivo de los porqué y de todo lo perdido en cosas que no lo merecían o quizá no eran dignas de tanto tiempo. Hemos sobrellevado esta palabra a otras instancias de nuestra vida y vamos permitiéndonos decir con la boca llena que 24 horas no son suficientes para una despedida cálida o para una respuesta precisa; es mentira y siempre lo será, este universo basto de minutos nos desmiente en el instante en que salen de nuestros labios todas esas excusas sin fundamento más allá del emocional.

 

He atravesado miles de kilómetros muchas veces sólo para llevar un mensaje importante; otros han viajado a extremos para abrazarme en mi cumpleaños. Afortunadamente me he rodeado de miles que saben el valor de esa frase de cajón de “aprovechar el tiempo” pero también se han cruzado en mi camino otros tantos que no pueden atravesar 2 calles para dar un pésame. Yo creo que la respuesta es clara, el tiempo siempre está, siempre se puede, es infinito, es poderoso; nosotros decidimos que tan importante es la situación para asumir si podemos dedicarle la apreciación justa, de lo contrario simplemente será una razón más para abandonar.

 

Hemos perdido el tiempo caminando sin sentido, no visitando de la nada; lo hemos desparramado en distracciones que no aportan nada; hemos dormido más de la cuenta y hemos trasnochado pensando en escenarios que nunca sucederán. Somos expertos desperdiciando las cosas que realmente valen; somos los mejores aislándonos de quienes en realidad sienten nuestro sentir y somos los más grandes desagradecidos respecto al tiempo que le quitamos, hacemos perder y robamos a los demás.

 

Jean Pierre

ETAPA

Voy a suponer que no es fácil avanzar y quemar las etapas como se debe y por eso intentaré decir esto desde varios puntos de vista. Siento que gran parte de los problemas de las personas se ubican en la no debida vivencia de cada momento de la vida, algunos porque saltaron esas llamadas etapas y otros porque no las vivieron, y es que es demasiado importante poder ahondar en ellas como se debe, no es broma que debemos vivir nuestros procesos según nuestra edad, ojo, teniendo claro que hay cosas que pueden hacerse en cualquier momento de la vida, pero definitivamente hay muchas que tuvieron y/o tendrán su debido tiempo y es mejor fluir con ello y no interrumpirlo a propósito.

 

Científicamente se ha llegado a varios acuerdos respecto a que pasa por los seres humanos en cierto lapso de años en el proceso de la vida, que la infancia, pre y adolescencia; adultez temprana, adultez, tercera edad, en fin. A todos los momentos que comprenden ciertos desarrollos y aprendizajes en un periodo determinado, podemos llamarles etapas. Estas son vitales para afianzar aspectos mentales, motrices, lógicos, experimentales y todo lo que queramos sumarle. Hoy, luego de todo lo que veo a diario y procurando entender las circunstancias de cada uno, me atrevo a decir que necesitamos que las generaciones inmediatamente futuras puedan vivir cada cosa en su debido tiempo, sino seguiremos teniendo adultos que no saben cómo afrontar problemas emocionales, o jóvenes con problemas rítmicos y de coordinación; seguiremos viendo a personas muy adultas con otras muy jóvenes; seguiremos encontrando por ahí aquellos que no saben diferenciar de los peligros y otros que dejan ir las cosas buenas; mantendremos viendo aquellos que abandonan hogares y otros que no saben cómo sostener uno; veremos más adultos inútiles en actividades básicas para la funcionalidad diaria como especie. Y así podría pasar hablando todo el texto de las carencias que deja el no vivir nuestros momentos en donde deben ser.

 

Desgraciadamente gran mayoría de estos casos no son por elección propia, a muchas personas se les ha arrebatado la oportunidad de hacerse a sí mismas porque no han tenido otra posibilidad y deben trabajar muy jóvenes o sencillamente hay oportunidades que algunos no tienen debido a las condiciones sociales, económicas y todo aquello que influye directamente en el día a día de la humanidad, pero hay otra gran cantidad que si es consciente de lo que hace y de las repercusiones que puede tener. Empezar la sexualidad a temprana edad, las drogas, el alcohol y todo aquello que no está diseñado para un cuerpo muy joven, afecta directamente en el adulto que serán, afecta en las relaciones sociales y afectivas y por eso encontramos personas de treinta y tantos intentando vivir una infancia que no tuvieron (sabiendo separar las cosas infantiles y el niño interior que todos debemos tener). El acceso pronto o tardío de algo nos nubla y cuando queremos hacer parte de ello, en muchas ocasiones, es muy tarde.

 

Es triste ver jóvenes que su proceso entre el abandono de la infancia y la mayoría de edad ha sido destruido por todo lo que no debería estar ahí en ese instante; o también es deplorable toparse con personas mayores de 30 que no pueden tener una conversación en la cual se logre expresar todo sin que el otro no sepa cómo manejarlo o más bien, respetarlo y llegar a acuerdos en común y creamos o no, todo tiene que ver con las bases que sentamos en esas etapas vitales del desarrollo. No podemos pedirle a un niño que no llore y no haga escandalo; no podemos pedirle a un adolescente que sepa de ordenar sus pensamientos, pero podemos formarlos para que al crecer sí podamos exigirle que tenga un control y adecuada administración de todo eso.

 

Jean Pierre

TRES COSAS TE VOY A DECIR

Me atrevo a afirmar que los dos géneros que más le han aportado al enriquecimiento de la música global son el rock y la salsa, esta última será mi tema de hoy. Todos sabemos que sus orígenes son una mezcla de lo gringo, cubano, puertorriqueño y por ahí en esas zonas y que con el tiempo se expandió por todo el continente, llevando a que muchos países se animaran a tener sus propias orquestas y crear sus propias líneas con sus influencias y sus historias. Y de todo ese recorrido que hicieron estos sonidos, llegaron a Cali, retumbando con potencia y modificando para siempre nuestro ADN, nuestras costumbres, nuestra forma de movernos y nos adueñamos para siempre de ella, poco tiempo después, el mundo nos dio el título de “la capital mundial de la salsa” y definitivamente es un nombramiento al cual pretendemos hacerle honor desde hace más de 50 años.

 

La salsa pasó a convertirse en un sentimiento, una filosofía y una deidad para todos los que habitamos estas tierras. Y es que no hay nada que pase por aquí que no tenga que ver con ella, la salsa nos llevó a crear nuestro propio estilo de bailar; nuestros propios ritmos y sonidos; nos llevó inclusive a cambiar la velocidad de reproducción porque esos pies que botan candela eran muy rápidos para la forma en que sonaba la música en la época en que llegó; también la salsa fue creando una historia entre la idiosincrasia caleña y sus letras llenas de nostalgia y melodías atiborradas de vida, creando un significado distinto a la forma en que se expresan los dolores, como si nos invitara a bailar para curar el alma.

 

Es curioso ver el fenómeno que a continuación explico y que solo lo he podido ver en esta ciudad; y es que Cali es un lugar lleno de diversidad, donde hay muchas tribus urbanas y diferentes manifestaciones culturales que se expresan en la forma de vestir, comportarse y hablar; es normal ver diferentes estilos por las calles, desde los que usan la imagen de lo urbano para vestirse, los rockeros, punkeros, hasta los que van de corbata, o con muchos colores en sus prendas y a todos nos atraviesa la salsa; de todos nosotros se apodera. A veces es divertido ver como aquel con su cabello largo y botas hasta las rodillas y vestido de negro hasta en los ojos, mueve su cuerpo a ritmo de una canción bien aletosa, o aquel con sus prendas anchas, gorra y una mirada intimidante, apretar a su pareja en una sola baldosa bailando cobado. En otras partes he notado que las personas se casan con su género y el vestirse de alguna manera representa ese sentimiento, pero aquí es distinto, repito, esa nostalgia nos toca a todos, a cada uno desviste y nos arropa con esos sonidos profundos y voces potentes.

 

Es que no sé cómo explicar lo que se siente el retumbar de las trompetas, o el ritmo del piano, o esos golpes con la campana, o las palmas de todos haciendo la clave. Como decía al comienzo, es una especie de deidad porque le hacemos monumentos; cada tanto hay fiestas en torno a ella; le componemos frases y refranes; de vez en cuando nace un nuevo mesías que la represente de forma magistral; la recordamos en momentos de dicha extrema o de dolor profundo. La salsa es el hilo conductor de todo lo que sucede y sucederá en esta ciudad que pide a gritos que le suban el volumen mientras suena “la vamo´ a tumbar” o esa misma que llora mientras se desgarra la garganta gritando que “Cali es Cali, señoras, señores, lo demás es loma”.

 

Bendecidos, afortunados, los favoritos de Dios, los elegidos o como sea que podamos llamarle a este sentimiento; el ritmo que se lleva en la sangre y se refleja en los pies nos ha permitido formar una identidad única, que baila bajo la lluvia, que le dice a las penas que se vayan mientras las manos se elevan; esta música nos permite hacer catarsis mientras damos mil vueltas en una canción que explota esa percusión. La satisfacción de poder encontrar una letra para cada situación de la vida y poderla volver un ritual, es algo que solo quienes lo vivimos a diario podemos contar, solamente a los que la salsa nos alborota.

 

Jean Pierre

ESCAMPAR

He notado un profundo odio hacia la forma en que todos hablamos, en este texto tomaré el español, pero se puede aplicar perfectamente a cualquier idioma; hace unos 4 años sentía que ese odio era solo hacia quienes querían ponerle neutralidad a las palabras que se refieren a género y demás, pero ahora puedo afirmar que no es sólo a eso, también lo es a los acentos, a las palabras nuevas, a las regiones y a todo lo que sea distinto a lo que hemos creado como norma en nuestro círculo social y que se ve reflejado directamente a través de la comunicación. A los seres humanos nos cuesta entender que estamos constantemente evolucionando y con nosotros todo lo que nos rodea, y como todo cambio, no es fácil aceptarlo, hay confusión, desinformación, rabia por sacarnos de la comodidad, represalias y en algún momento, a veces lejano, llega la aceptación. Los idiomas son seres vivos y como tales están en constante cambio, sensibles a todo lo que lo influye, el ambiente, el clima, los niveles socioeconómicos, la accesibilidad a la formación, la alegría y los secretos; este ser vivo, como todos los demás, es perceptible y entiende que si quiere sobrevivir debe convertirse en la especie más fuerte, mutando y adaptándose, quiera o no.

 

Hace un tiempo estaba con unos amigos en México y llovía muy fuerte, les dije que esperáramos a que escampara para poder salir y uno de ellos me preguntó que qué era “escampar” y la barbilla se me descolgó hasta el suelo al darme cuenta que no en todos los países hispanoparlantes usamos esa palabra para referirnos al cese de la lluvia. Con ese ejemplo tengo millones más de cómo, incluso dentro de nuestro propio idioma, tenemos tantas diferencias, tantas formas y tantos colores que a veces es extraño comunicarnos entre nosotros mismos, creyendo que hablamos el mismo idioma, pero en otro país eso que decimos puede que no exista o que signifique algo distinto a lo que hemos hablado. Antes sentía rabia porque ¿cómo es posible que en todas partes no hablen como lo hacemos en mi ciudad? Que egoísta suena eso y que ignorante pretender desconocer todos los contextos sociales, culturales, religiosos, morales y políticos que una sociedad ha creado por decenas o centenas de años sólo por el capricho de no cambiar los contextos que yo he habitado.

 

He estado en 8 países de Latinoamérica y en unos de ellos he vivido por temporadas largas, ahora estoy adaptado e incluso mi personalidad cambia cuando hablo con mi gente de México, Argentina o Colombia, inclusive dentro de mi propio país las cosas son supremamente distintas y a veces termino en discusiones con mis amigos paisas porque tienen otro significado para algo que decimos los vallunos. Obviamente todo lo que hemos construido nos ha llevado a expresarnos de la forma en que lo hacemos y todos los días creamos nuevas expresiones para lograr este objetivo de expresar lo que hay dentro de nuestra cabeza, aun así, hay muchas cosas que no podemos explicarlas porque ni siquiera hemos creado la palabra que defina eso que queramos decir y tenemos otras que engloban lo que en otros idiomas tardarían por lo menos una oración entera en explicar.

 

Puedo ver todos los días en los comentarios en redes sociales el odio que expresan entre regiones, culturas o grupos sociales por la forma en que se expresan; muchos evidenciando el clasismo, racismo, homofobia, sexismo y todo tipo de segregación, sólo por la forma en que esas personas se comunican entre sí o como pretenden que los demás los interpreten y todos los análisis me llevan a lo mismo y es que no hay algo objetivo más allá del capricho de lo que creen es lo correcto, pero ¿qué es lo correcto? Incluso eso que llamamos lo correcto, legal o ideal es meramente algo que creamos y que sabemos perfectamente que puede cambiar o modificarse. En las centenas de años que lleva existiendo nuestro idioma no se ha acabado ni lo hará por el constante cambio de este organismo vivo, cambio que vive a diario en cada persona que lo utiliza. No va a desaparecer, no va a degenerarse, no va a sufrir, no es incorrecto, simplemente seguimos instrucciones que a algunos nos sirven y a otros no y ya, eso es todo.

 

Algo importante y que quizá anule o se oponga a todo lo dicho anteriormente y es el daño que le hemos hecho a la evolución humana al interrumpir abruptamente nuestra forma de relacionarnos, volviendo a los símbolos y dejando de lado aquello que alimenta el desarrollo. La lectura es importante para el fortalecimiento de nuestro cerebro y el crecimiento del mismo, al igual que todo lo que le genere estímulos. La sociedad actual no sabe leer, solamente unen letras y palabras, pero no hay una interpretación real de lo que entra por los ojos. Las nuevas juventudes han permitido un avance gigantesco en la forma en que se conecta el mundo, pero han frenado la crítica objetiva, la interpretación, el análisis y la toma a consciencia de decisiones. Tengo varias ideas encontradas y unas enemigas de las otras. Soy un gran defensor de que cada quien hable como se le dé la gana, entiendo que algunos quieren expresarse de alguna manera y otros de la suya, pero también me gusta leer en orden, opinar, aprender cosas nuevas, las tildes, los signos de puntuación y demás; entonces habiendo dicho esto, yo creo que mi conclusión sería que cada quien use la herramienta que más le plazca para expresarse, pero no intentando sentirse más u odiar a otros solo por no hacerlo como nosotros y permitirnos entender que hay diferencias que hay que abrazar y otras que intentar comprender.

 

Jean Pierre

LA TRADICIÓN

Colombia, al igual que todas las naciones, es un país de tradiciones, algunas cuestionables y otras meritorias de la eternidad. Somos un país que con todas las consecuencias que nuestros actos nos han traído, seguimos pensando en que al salir el sol las cosas aún pueden mejorar y por qué no, cambiar. ¿son importantes las tradiciones?, podría decir que la respuesta es “depende”, hay cosas que hemos heredado que definitivamente es mejor acabar para siempre y hay cosas que nos unen en un sentimiento extraño de nostalgia que queremos abrazar fuertemente y que no acabe nunca, ese sentimiento que nos lleva a la calidez de nuestra infancia y al abrazo de un hogar que nos rodeó siempre. Las tradiciones son actos que se transmiten de unos a otros, algunas son demasiado antiguas y otras estarán naciendo, supongo que su objetivo en la esencia es poder comunicar la razón de su existencia y que esta aumente su valor simbólico con el tiempo al recordar la valentía o lo que sea que estuvieran sintiendo quienes las crearon.

 

El poder que tiene el transmitir las historias a través de lo dicho y no de lo escrito es un arma de doble filo y que gran parte de las veces termina siendo algo muy bueno, me explico, la semántica de las palabras ha cambiado según lo que quiera contar el intérprete, y así mismo pasa con todo en el mundo y yo creo que muchas tradiciones han podido adaptarse de una forma armónica para todos, rompiendo con el origen, pero con lo esencial de su poder. Hablando puntualmente de Colombia, tenemos 2 tradiciones que siento hemos transformado de una forma increíble y que me siento demasiado cómodo con ellas; la primera es nuestro día de las velitas, el que empezó como una tradición religiosa se convirtió en el espacio para meditar, para agradecer, para pedir, para unir y para iluminar las calles oscuras de la indiferencia, teniendo como resultado un país que con todas sus diferencias, logra unirse en una noche donde todos hacemos exactamente lo mismo y nos olvidamos de todo lo que nos divide. La segunda gran tradición son las novenas, una tradición mucho más religiosa aún, pero que su ser es algo que permite reunirnos entorno a lo que sea que llamamos la divinidad y cantamos, hablamos, compartimos y hacemos algo completamente distinto a lo que hacemos en nuestro día a día por 9 noches. A mí personalmente, me lleva a mi infancia, cuando íbamos de casa en casa todos los niños del barrio a cantar y a comer y a recibir regalos y que ahora queremos que los niños de nuestra familia también puedan vivir y con ese poder de lo que se dice puedan seguir transcendiendo todo esto y seguirlo convirtiendo con el pasar de las décadas y las generaciones.

 

Quizá el hecho de adaptar nos ha ayudado a alejarnos un poco de lo religioso y ha permitido que creyentes y escépticos nos reunamos entorno a eso que sobrepasa cualquier cosa, el ser, en esa palabra podemos condensar todo lo que hay debajo de las mil capas que tenemos de creencias, moral, miedos, predisposiciones, conocimientos e ignorancias. Y como estas tradiciones que mencioné hay mil más en cada región del país y que sus habitantes han podido transformarlas en fiestas, rituales, ceremonias y todo tipo de actividades que se convierten de una forma u otra en nuestra liturgia. Y si salimos de nuestro país entonces nos encontramos con que en todos lados tienen sus formas de celebrar la vida, la muerte, los juegos, el sol, la lluvia, la sequía, el amor, la tristeza, las coronaciones, los desfiles, el sexo y a todo aquello a lo que los hombres quieran que se mantenga con el inevitable paso del tiempo.

 

Me considero alguien de muchas tradiciones, no de estructuras, por eso me gusta resignificar todo; siento que todo puede tener su simbolismo y ese simbolismo me gusta contárselo a otros y así seguir regando lo que sea que quiera que se esparza. Me fascina darle nombres nuevos a cosas que siento no funcionan, pero que pueden funcionar perfectamente si hacemos que cualquiera pueda hacer parte. Hay tradiciones públicas, secretas y místicas, defino yo lo místico como aquello que no todos están preparados para saber y entonces nace una nueva tradición, prepararnos en algo para poder encontrar esa puerta que da paso al nuevo comienzo en un nuevo espacio. Hay tradiciones a las que no podemos escapar, que hacen parte de nuestra idiosincrasia y de la naturaleza humana, hay otras que podemos crear y hay otras que podemos continuar, cambiar o pulir para seguir inspirando la verdadera magia que poseemos.

 

Jean Pierre 

UNA SEMANA

Quiero narrar en este texto la semana más extrema que he tenido en años y poder plasmar todo lo que pasó por mi mente estos días. En enero pasado junto con un equipo de 22 personas estuvimos grabando una película llamada “El búho” en Medellín, un proyecto verdaderamente significativo en mi proceso como artista, una historia increíble y que extrañamente todo lo que ha rodeado este filme ha estado envuelto en contratiempos, siempre pasa algo, durante un año entero hemos atravesado cosas que nos han hecho replantear si vale la pena o no seguir luchando por esto, pues es como si la vida nos estuviera diciendo que lo dejemos hasta ahí, pero yo bien terco y aferrado siempre le he dicho a la vida que conmigo no, que solamente yo decido cuando es que debo dejarlo a un lado, y aquí no fue la excepción, insistí tanto que llegué al punto donde mi cuerpo no aguantó más, y ahí seguí, firme, débil, pero dispuesto a llevar a cabo mi propósito.

 

Desde el comienzo pasaron cosas, nos quedamos sin presupuesto, sin locaciones, sin tiempo, sin espacio; todo lo que pudiera pasar, pasó, estuvimos al borde de detener la grabación, pero eso a lo que le llaman amor al arte nos hizo continuar todo. Tiempo después me fui del país y la persona que debía editar no pudo seguir haciéndolo por diferentes circunstancias, así que en agosto decidí volver a Colombia, irme a Medellín y ponernos a trabajar en ellos, juntos editando todos los días por un par de meses, al tiempo que creábamos la canción para la película, grabábamos el video musical y trabajábamos en campañas políticas para generar dinero y que al final, no nos pagaron. El video musical también tuvo todo tipo de cosas, nos varamos a la madrugada, cambiamos de lugar varias veces y todo el que se ofrecía a ayudar terminaba dejándonos solos, una vez más nuestro deseo de hacer arte se hizo presente y lo pudimos hacer mientras que en Argentina hacían la música y otra parte del video musical.

 

En octubre finalizamos todo, solamente nos faltaba subtitular y montar la musicalización, fácil, algo que no tomaría mucho tiempo, nuevamente estas dos cosas se hicieron en Argentina. Estábamos a toda marcha porque queríamos inscribirnos en un festival de cine muy importante que cerraba convocatoria el 10 de diciembre a la media noche; era sábado 2 de diciembre a la mañana, la subtitulación estaba hecha y en el editor solo nos faltaban un par de textos por llenar; la música estaba por terminarse y de la nada, se dañó el disco duro donde estaba todo el proyecto, se perdió todo, todo el trabajo de un año, todo lo que habíamos hecho se perdió, nuestro esfuerzo y nuestros sueños. No sabíamos que hacer ni dónde ir, pues era un sábado y era difícil de encontrar algún local abierto; le escribimos a todos nuestros amigos ingenieros y todos nos dieron diferentes soluciones, acatamos por hacer uno de sus consejos e intentamos recuperar todo el disco, sólo que este tardaría 50 horas analizando toda la información, estuvimos el fin de semana entero sufriendo sin saber que iba a pasar, lloré tanto que me deshidraté, recuerdo que ese día me dormí a las 5 de la mañana de tanto llorar y pensar en que todo el trabajo de tantas personas se había ido a la basura virtual, el lunes a la mañana no podía caminar de lo agotado que estaba mi cuerpo.

 

El lunes por la tarde nos dimos cuenta que esas 50 horas fueron perdidas, que no se recuperó absolutamente nada y Dani, quien edita, por error abrió un video en YouTube que decía qué podría hacer y lo hizo, logramos recuperar todo, videos, fotos, audios, documentos, todo, todo lo que necesitábamos, pero la edición se perdió en un 70% y nos tocó empezar de nuevo a editar toda la película, teníamos menos de una semana para hacer un proyecto que nos tardó un año en realizar, con la fe intacta y con el cuerpo al límite nos pusimos a trabajar sin descanso para poder finalizar y estar listos para el festival. Hubo días de 16 horas seguidas sin descanso, comí poco porque no me daba tiempo, dormíamos lo justo. Mientras tanto Bauti y Franco en Argentina trabajaban hasta la madrugada finalizando los detalles de la música, sólo los 4, sin que nadie supiera de lo que estaba pasando, dándonos apoyo moral y alentándonos a no rendirnos.

 

Llegó el domingo y seguíamos subtitulando, luego de eso revisamos cada detalle, vimos rápidamente el proyecto y estaba bien, el proyecto audiovisual más hermoso en el que he estado hasta la fecha. Acomodamos detalles de sonido, color, textos, créditos, música; nos volvimos expertos en descargar programas de edición y reparación de memorias, todo esto en una semana, un tiempo imposible de pensar. Finalizamos toda la edición a las 8 de la noche, y cuando le dimos exportar decía que tardaba aproximadamente 5 horas, no alcanzábamos a inscribirnos al festival, porque además eran 2 horas subiendo a alguna plataforma. A las 8 y media decidimos renunciar a la idea de participar en dicho concurso, pero ya más tranquilos, con la cabeza bien arriba de lo que habíamos logrado y que, gracias a la pedida del proyecto, logramos mejorarlo y pulirnos en detalles que antes no habíamos visto.

 

Hoy estoy feliz, tenemos una producción increíble que estará rodando en muchos festivales alrededor del mundo; tenemos mucha experiencia en todos estos términos; aprendimos la lección del orden y el cuidado en proyectos de esta envergadura. Definitivamente aprendimos muchas cosas y sobretodo entendimos que a veces el esfuerzo no va hacia donde queremos, pero siempre va a valer la pena. El arte me seguirá moviendo y tengo clarísimo que, si un día dejo de hacerlo, entonces hasta ese momento respiraré, porque es por medio de las artes que puedo ser, que puedo expresar y que puedo contar, y hablando de contar, las historias que tengo en el tintero son muchas.

 

Jean Pierre

EL DÍA DE MI MUERTE

Siento que ella y yo nos hemos hecho insinuaciones varias veces en la vida, creo que casi todos los seres humanos lo hemos confrontado por una u otra razón. Este tema se me es muy raro, me apasiona y me disgusta al mismo tiempo; casi siempre le huyo y las conversaciones entorno a ello, prefiero evadirlas, eso no quiere decir que no piense en ella o que no acepte que existe, es más bien que el temor a ella me hace buscar todas esas charlas en mi intimidad, en los momentos de soledad y en los instantes donde me pregunto si vale la pena continuar con esta existencia. Tan lejana la siento por momentos y al día siguiente me habla al oído y me dice que empecemos a buscar un camino corto para no hacer la espera eterna. Muchas veces me pregunto si es necesario alargar la vida, o si es mejor cumplir un objetivo e irse sin hacer ruido, sin dejar una huella o sin tener que justificar por qué despertar todos los días. Es que no encuentro mucha lógica, quiero decir, yo soy un gran defensor de la vida y de todo lo que se puede hacer con ella, pero en diferentes momentos me he dicho como “ya está, ya hicimos las cosas, vámonos” y ahí estoy despierto en la mañana, pensando en qué nuevas cosas hacer o en qué invertir mi tiempo, quiero decir ¿no es mejor irse y ya?

 

Por lo general pienso en ella en los momentos extremos de éxtasis y felicidad, es como que no quiero que nada arrebate esa sensación de que todo es perfecto y preferiría quedarme con eso como último recuerdo, pero al poco tiempo vuelvo a vivir de una forma increíble y así en todos estos años he ido coleccionando muchos momentos de felicidad acompañados de la poderosa sensación de la inminente muerte, hasta ahora solo una de ellas ha ganado en esa carrera de saber cuál es más fuerte, y honestamente deseo que no todo acabe ahora, es solo que ese pensamiento y esa charla es necesario tenerla conmigo mismo, es pertinente replantearme si merezco ocupar un lugar en esta basta tierra o si es buena idea hacer nuevos planes para los próximos días.

 

El día de mi muerte espero que llegue tranquilo, sin prisas, sin que mi cuerpo sufra, sin ruido, sin desorden, sin daños colaterales, sin huérfanos ni viudos; espero que cuando llegue ese momento no tengan que hacerse mil tramites, sería hermoso solo desaparecer de la nada y que nadie tenga que pasar por el penoso y doloroso duelo y los abrazos insípidos de condolencias; cuando llegue ese momento quiero convertirme en fuego, porque es lo que siempre ha habido en mí; quiero volar entre el contaminado aire de esta ciudad a la que amo; cuando mi vida termine no quiero inmensas despedidas ni que me carguen la responsabilidad de cuidar a nadie desde algún otro lugar, porque sépanlo muy bien que no lo haré.

 

No estoy hablando desde la tristeza ni la desesperación, no se asusten, no es una despedida esto, es solo que es válido este escrito donde expreso lo que pienso, soy una persona con varios objetivos y deseos, una vez toooodos ellos se cumplan podré empezar a analizar cómo sería la forma correcta de irme sin dejar una estela cargada de oscuridad y cosas feas. Yo soy alguien pleno, feliz, sencillo, espontaneo, amoroso, abrazador, cálido y servicial, y es todo lo que pido cuando de recordarme se trate, no hay que decir más ni añadir anécdotas innecesarias o santificarme como lo hacen con todo aquel que se desprende de este servicio de vida. A veces me pregunto si quiero ser recordado de alguna manera y quizá la respuesta está en lo anterior o quizá no, si me voy me voy y ya y si sigo aquí pues creemos momentos en este eterno presente.

 

Jean Pierre

LA REALIZACIÓN

Nacer, crecer, aprender, trabajar, reproducirse, vacaciones una vez al año y morir; es el ciclo de la vida que nos han enseñado es el correcto y la única forma de alcanzar la tan anhelada realización como seres humanos, no hay más, no existe otra forma ni otro camino, bueno, eso es lo que me dicen todo el tiempo en un tono algo pasivo-agresivo las personas con las que tengo alguna conversación respecto a lo que hago en mi día a día o el cómo quiero seguir viviendo.

 

Estas reglas sociales que hemos aceptado casi que con la cabeza abajo y con una resignación temblorosa me hacen sentir incomodo, extraño y el 99% de las veces juzgado. ¿qué hay de malo en no querer pensar en el futuro lejano?, ¿qué importa cuanto pueda ahorrar si un día mi cuerpo no podrá abrir esa alcancía? “Ya entenderás algún día Jean Pierre”, “ya vas a madurar”, “ya tendrás una familia y me entenderás”, son algunas de las frases que recibo en cada charla, varias de estas a modo de sermón, asumiendo que a mi edad no sé lo que estoy haciendo, asumiendo que no soy consciente de mis decisiones ni valiente por no querer repetir la historia de ellos, porque según ellos, encontraron todo lo que buscaban, como si yo estuviese buscando algo. No sé cuántas veces voy a escribir sobre esto, las necesarias si es posible, pero no quiero quedarme callado y me molesta la postura de asumir por los otros, ¿qué nos importa lo que cada quien haga? Y yo sé que vas más allá de preocuparse por el bienestar de una persona, o bueno, qué sé yo, sólo no me cuadran las cuentas cuando pondero lo que veo y lo que se hace.

 

En mi entorno, muchos de mi edad y algunos mayores; otros mucho menores, me muestran como han creído en eso de que la recompensa del sacrificio es una victoria que sabe a maná; que la única forma de obtener algo es destruyéndose física y mentalmente, porque no es posible llegar lejos sin tener que atravesar el desierto más árido de todos. No me interesa tener lo que otros; no me interesa llegar donde algunos llegan; no quiero que me señalen el camino, quiero hacer el mío; no quiero pensar en que va a pasar cuando tenga 70 años; no quiero desgastar mi cuerpo para que alguien más tenga éxito y así yo pueda descansar 15 días al año en algún lugar no muy lejano; no siento la necesidad de tomar las huellas de las suelas de millones para poner la mía al lado. Tengo otros planes, otras formas de hacer mis cosas y conseguir mis objetivos; tengo un mapa que no señala hacia el norte y tengo una brújula que no tiene agujas.

 

Mi futuro es muy incierto, pero muy claro a la vez, yo sé perfectamente qué quiero y qué no, sabiendo esto entonces sabré en qué momento cambiar la ruta o en qué instante regresarme. Es que no soy tonto, sé lo que cuesta la comida y sé que es lo que me quiero comer, solamente mi forma de hacer las cosas es la mía y que obviamente muchos más también comparten. No soy alguien distinto ni particular, soy un tipo igual a miles, con las mismas necesidades de cualquier ser humano, pero con una forma de hacer todo como se me da la gana y ese hacer lo que se me da la gana es lo que me tiene hoy aquí escribiendo esto con la plena certeza de que sé perfectamente que estoy haciendo, aunque no lo parezca.

 

Yo estoy lejos de pensar en el éxito como forma de realización, es que yo ya gané, yo ya fui donde quería, ya besé a quien quise, ya metí mi cuerpo donde sentía necesidad, ya conocí a quien quería conocer, ya fui, volví y regresé; ya caminé donde sentí que quería caminar, ya vi lo que quería ver, ya lloré lo que quise llorar y ya di lo que quería dar, ¿qué me falta? Mucho todavía, pero la ruta me irá mostrando que es en realidad lo que me falta, y no me refiero a posesiones, me refiero a aquello que sabré cuando el momento se dé, por lo general el momento me ha dicho que me faltan abrazos, que me falta sol, que me falta azúcar, que me falta correr, tantas cosas que no puedo pretender sean mías para siempre y no puedo pretender saber desde ya. Mis planes siempre los hago a un año, máximo año y medio, porque es lo que tardo en realizar las cosas que quiero hacer y ya en el transcurso de ese tiempo aparecen nuevos planes y así ya han pasado todos estos años, como dije desde el comienzo, en ultimas termina siendo lo mismo, sólo que a mi ritmo y con mi consentimiento.

 

Cada persona decide cómo vivir y cómo morir, no somos salvadores y nuestros consejos no sirven de nada; debemos permitir que cada quien trace su línea de vida a su parecer, acertada o erróneamente, eso solo se sabrá en el recuento de los últimos 60 segundos de vida de cada quien; a favor o en contra, nos guste o no. Seamos compañeros de vida, demos lo que tenemos y exploremos nuestro camino solos, si alguien quiere sumarse debe entender que es quizá una misma trazada, pero un destino distinto. Hace unos días un viejo colega del camino me decía que debo pensar en mi para el mañana, su mañana es la vejes, el mío es el próximo a esta media noche.

 

Jean Pierre

3 DÉCADAS

Algo difícil poder darle un inicio grande y llamativo a este escrito del cual tengo demasiado que decir, pero también demasiado que acomodar y liberar. Aquí quiero dividir mi vida en cada década y sé desde ya que no podré ahondar en todo, así que intentaré, a groso modo, poder decir muchas cosas. ¿por qué escribo esto? Porque tengo pésima memoria y el ejercicio de escribir me está ayudando a poder mantener vivas aquellas cosas que me suceden en todo momento. Siempre he vivido a través de las formas mágicas y misteriosas en que otros recuerdan sus momentos compartidos conmigo y ahora quiero poder, no sólo escuchar aquellas historias, sino leerlas de mi propia autoría. Quiero seguir plasmando mi cotidianidad y en 10 años poder titular un texto igual que este, pero con ese 4 al inicio y habiendo vivido tanto como lo he hecho estos últimos 30 años. Siento que tengo tantas cosas en mi andar que es como si hubiese vivido muchas vidas y quizá las cosas que haya hecho sumen lo que ha pasado en la vida de muchos, pero también son nada al lado de lo que otros han podido vivir y que me inspira entendiendo que nunca se acaba el camino, más bien se pone un nuevo bloque que da inicio a otra historia.

 

00´s

Mi primera década se sitúa en uno de los sectores más marginados de Cali, donde la violencia y la desigualdad son el diario vivir de miles y donde poder cambiar el rumbo establecido socialmente es una odisea que muy pocos han podido atravesar. Recuerdo todo el poder de la imaginación en esos primeros 10 años de vida en los que mis padres hacían lo imposible porque sus hijos tuvieran lo que necesitaban, comida, estudio, juguetes, una casa y un hogar en el cual sentirse seguros. Mis mayores recuerdos de la infancia son en la cuadra del barrio jugando con todos los vecinos, afortunadamente me tocó esa etapa donde los niños jugaban en las calles y su única distracción se enfocaba en la diversión del eterno presente; recuerdo muy bien mis pataletas para ir a la escuela y el show que hacía porque no me caía bien la profesora, mismo show que hasta la fecha me persigue y las mamás de mis amigos me preguntan si aún lloro, y la verdad es que sí; también recuerdo muy bien cuando me tocó actuar del principito en la escuela, aquel primer acercamiento con aquello que decidí iba a hacer el resto de la vida, arte, y que 20 años después mi profesora me vio actuar en un teatro y me gritaba que yo era su principito; recuerdo a la perfección las comidas que mi hermana Vanessa nos hacía y sus chantajes para dejarnos salir a jugar; recuerdo las mil rabietas que le sacamos a mis tías que nos cuidaban y todas las cosas que les dañamos, y es que nunca he podido ser alguien tranquilo.

 

Mis primeros diez años de vida fueron un montón de emociones que aún estoy intentando resolver y que quizá algún día sume el valor para poder narrarlo en una pantalla; mi infancia fue como la de cualquier niño de los 90´s, con sus cosas buenas y malas, con subidas y bajadas, pero siempre tierna, creo que es la palabra correcta. Fui un niño ruidoso, berrinchudo, malgeniado, mimado, inteligente, amable, social, rebelde, soñador, amado, confundido, hipersensible; fui un niño en todo el sentido de esa inmensa palabra; fui el niño que dañaba cosas, que jugaba con sus amigos y familiares; fui un niño que quiso ser científico y casi acaba con el barrio entero; fui todo lo que me dijeron que no fuera.

 

10´s

El despojo de mi infancia como edad y el inicio de mi adolescencia, quizá la etapa más perfecta de mi vida. Obviamente como todo adolescente sufrí esos cambios extraños en el cuerpo, la voz y las emociones, estas últimas siempre ha estado ahí a flor de piel, pero en ese momento fueron descontroladas y tan explosivas como yo quisiera, sin medir consecuencias ni daños colaterales. Tantos recuerdos muy bien guardados en mi cerebro a los que recurro en todas las reuniones con mis amigos de la escuela, reuniones que aún existen luego de 25 años y es que es justo todo lo que viví en mi adolescencia lo que formó o cimentó las bases de quien he sido y quien estoy supremamente seguro seguiré siendo. Mi etapa escolar como ya lo he mencionado en otros textos fue algo hermoso, lleno de risas, bromas, aventuras, experiencias, exploraciones; un momento crucial en la decisión de los caminos que iba a tomar, pues es en ese momento donde buscamos pertenecer a algo, donde buscamos sentirnos identificados con un movimiento, una banda, un deporte o lo que sea y terminamos haciendo nuestros actos de rebeldía, en mi caso mi mayor acto fue volverme vegetariano, convicción que mantengo 14 años después y que nació como ese impulso de ir en contra de todo lo que pasaba a mi alrededor; quería romper reglas, ser distinto a mi familia y amigos; quería llevar la contraria a todo lo que mis padres dijeran y siento que la alimentación es un gran punto para demostrar eso, y no solamente mi alimentación, también decidí que nunca en la vida consumiría drogas y que no probaría el alcohol, este último recién lo conocí a mis 28 años, pero eso va más adelante; siento yo que la rebeldía es un espectro muy amplio y que no puede verse como algo bueno o malo, en mi posición mis actos rebeldes fueron vitales para hoy ser un adulto con convicción, con un poder inmenso de discernir y con una mentalidad impajaritable, donde solamente yo decido que es lo que es bueno o malo para mí.

 

A los 15 años me sumergí en un grupo de exploradores, mismo que me invitó a volverme al gamín que soy hoy y lo digo con todo el orgullo del mundo; aprendí tantas cosas tan prácticas que aún llevo en todos mis caminos; me volví fuerte, rudimentario, descomplicado, servicial; recorrí tantos lugares alejados; viví tantas experiencias; llevé mi imaginación a los lugares más poderosos, cosa que no he logrado con el arte; encontré mi sentido en la vida durante más de 10 años; logré cosas que nadie más ha podido lograr y lo más importante, hice una comunidad tan gigante que hoy me abraza en cada encuentro. He caminado tantos kilómetros y horas que sería imposible de calcular; hice mil pijamadas, mil campamentos, mis fiestas, millones de juegos; puedo asegurar que me volví un explorador en toda su definición, de esos que van por ahí observando plantas, huellas, señales, comunicaciones secretas, trepando árboles, montañas; cruzando ríos y desiertos; me volví ese joven que aprende a usar brújulas y a dormir en cambuches en medio de la nada; aprendí a predecir el tiempo y a leer el cielo; aprendí de yoga, astrología, nutrición, primeros auxilios, artes marciales, deportes y tantas herramientas que me permiten caminar todos los días segurísimo de poder enfrentar todo lo que pasa frente y detrás de mí; me convertí en alguien para un día y para siempre.

 

Dentro de las tantas cosas que pasaron en esa época me dio por estudiar contabilidad, no es algo que cuente mucho por ahí porque yo me defino como artistas, pero lo hice y gracias a ello pude tener una estabilidad económica por un tiempo para poder costear todos mis viajes y todos mis antojos, ascendí laboralmente, pero nunca fui pleno en ello y por eso un día decidí mandar todo a la mierda y me volví alguien que no le importa la seguridad del día siguiente sino la felicidad del momento actual. No me arrepiento de lo aprendido, pues es justamente eso, aprendizaje y enseñanzas que he utilizado en todo momento y que como artista he podido equilibrar muy bien los negocios y lo pasional.

 

20´s

La última década, que nervios pensar en todo esto y escribirlo sabiendo que es algo tan reciente y a la vez tan lejano. La cantidad de sucesos aquí vividos me dan para hacer 5 películas y 10 series de 20 temporadas y muy probablemente una telenovela bien dramática. 10 años pasaron para llegar a este punto en el que puedo ver hacia atrás tranquilo, sin miedo ni remordimientos de absolutamente nada; hoy puedo decir que esta última década ha sido una completa locura y me hace sentir el ser más orgulloso que ha pisado esta tierra. Recién empezando mis 20 empecé a estudiar actuación, y no puedo describir esos años tan brutales, mis amigos que ahora son mi familia son parte indispensable de ese momento al igual que las trasnochadas ensayando para poder cumplir con nuestro trabajo, estudio y vida social a la vez. También fue en esta década en la que decidí que quería comerme el mundo entero, en la que decidí que quería ver paisajes distintos todo el tiempo y no puedo imaginar lo estúpido que pude haber sido si no hubiese pensando de esa manera en su momento. Me fui de mi país con casi nada de dinero en el bolsillo y armado de mi ser para conquistar todo lugar al que fuera, y así fue, gracias a eso pude hacer muchos vínculos importantes que me han llevado a actuar en muchos países, a filmar historias en otros idiomas, a conocer culturas y ser parte de ellas y a amar tierras lejanas, a su gente y sus tradiciones.

 

Creo que algunas veces conocí el amor romántico, no estoy muy seguro de ello ahora, creo que es algo para lo cual no estoy preparado en este momento de mi vida y pienso que no me interesa, o bueno, eso quiero creer y a esas pocas veces que llegué a sentir ese sentimiento fuerte, les escribí un par de guiones que pronto verán la luz. En mis 20´s fui a tantos lugares, dormí en tantas camas y me despedí otras tantas que no logro recordar todo lo que he dado, pero sí perfectamente lo que he recibido. A mi edad adulta me dio por experimentar ciertas cosas y tuve mi primera borrachera, no me gustó, pero era algo que debía intentar; me mude varias veces a los mismos países y por eso ahora vivo enamorado de ellos esperando volver por lo menos una vez al año; también me volví profesor por casi un año, otra actividad hermosa en mi vida y que me dejó uno de los recuerdos más significativos; celebré cumpleaños en 3 países y cado uno me dio una vivencia distinta que sigue pegada en algún lugar; viajé con extraños y me hice familia de varios de ellos. La gratitud es una de mis virtudes y en deuda a todos aquellos, vivo intentando dar a los demás lo infinito que he recibido, creo yo que en esta cadena de existencia no es dar y recibir en una dirección, sino crear una red de compartir y que hasta el momento me ha sido todo un éxito.

 

Soy consciente que el mensaje que doy siempre es mis textos es de una especie de positivismo tóxico y que quien me lea pueda interpretar que todo es perfecto, y no es así, en textos anteriores he descrito mis dolores y mis angustias, pero en este quiero celebrar mi vida, mis logros y lo lejos que he podido llegar con muchos factores en contra. Aquí he querido contar un poco de lo que ha sido mi existencia a lo largo de 30 añotes bien vividos y que cuando hago el ejercicio de recordar solo puedo recordar cosas buenas, lo amargo ya está, ya fue, es parte de un pasado que jamás volverá y que mi futuro es todos los días que me paro de la cama con el objetivo de seguir creando mi historia de la manera más digna posible para mí y todo aquel que me rodea.

 

A esta nueva etapa le digo que estoy listo, que me he sabido preparar para asumir cada desafío que venga; estoy preparado para triunfar y para llevar a cabo proyectos inimaginables; le digo que estoy dispuesto a todo y que el miedo siempre va a estar, pero él y yo ya somos amigos y hemos hecho las paces. Hoy puedo decir con la garganta a explotar que seguiré siendo yo y seguiré haciendo lo que quiero y que del arte viviré.

 

Jean Pierre

 

 

TOQUEN MARIACHIS, CANTEN

Hace un año se cerraba el capítulo más determinante en mi vida entera y es que si me preguntan qué es lo que más me ha forjado como ser humano diría sin pensarlo dos veces que fue México 2022, el año que cambió el rumbo de todo lo que habita en mí; el año que transformó mi forma de sentir, de relacionarme, de sanar, de amar, de odiar, de ser y sobre todo de creer y reafirmar quien soy y seré. Todo empezó en abril de ese mismo año cuando decidí que debía volver a tierra mexica a continuar con la gira de mi obra de teatro llamada EVA, y en cuestión de días me perdí sin rumbo entre el universo de mi cerebro y mis emociones, no pude establecer ningún tipo de rutina porque viví en tantos lugares que era incierto como iba a ser el día siguiente; todos mis proyectos se estancaron; no encontraba todo eso que según yo estaba buscando; no lograba conectar mis planes con mis acciones o con lo que sentía; me abandonaron las personas que creía eran las más cercanas a toda mi existencia; me involucraron en cosas que ni yo sabía que había hecho; me engañaron, me ilusionaron, me mintieron; mi tarjeta fue clonada y todo mi dinero se esfumó; me quedé sin tener donde dormir y lo más doloroso, me quedé sin comida, bajando mucho de peso, perdiendo mi cabello, mis ánimos, mi esencia, mis ganas de vivir, aferrado a las noches eternas donde solo lloraba hasta cansarme o hasta que ya no hubiesen más lagrimas dentro de mi cuerpo, siendo plenamente consciente que un día todo iba a pasar y que un año después debía contar esa historia, pero permitiéndome sentir todo eso que me dolía, esa soledad que me lastimaba y me hacía tan fuerte como nadie puede imaginar.

 

Curiosamente al mismo tiempo que todo esto pasaba, a mi vida iban llegando las almas más perfectas de esta tierra, rodeándome, sanándome, acompañando mi andar, tapando las heridas, obligándome a comer para salvarme. Pude descubrir lugares que no conocía del país y pude volver a otros que añoraba; me volví adicto a la historia de las civilizaciones del pasado y me aprendí cada recorrido de la CDMX, me volví el guía de mis amigos nacionales y extranjeros; me volví experto en la comida y en todas las jergas de cada región; me volví el alma de las fiestas y hasta me invitaban personas que no conocía sólo porque me habían visto en otro evento y querían que yo estuviera ahí; conocí las playas más hermosas; pude viajar por unos días con mi madre y con mi mejor amigo; pude aprender a moverme solo entre ciudades sin un peso encima; logré mimetizarme con el país y ser uno más; aprendí de las tradiciones y la inmensa cultura que baña al país; fui a marchas, a conciertos, a los lugares “peligrosos”, a las fiestas más alejadas; aprendí todo lo que se necesita para ser un mexicano y creo que lo soy.

 

Es que fue una vorágine de acontecimientos, difícil de unir todos cronológicamente, pero cada que los recuerdo vuelven a mí de una forma extraña y en un orden que me ayuda bastante a hilar toda esta madeja de sucesos inesperados, pero altamente forjadores. Un día simplemente salió el sol y me fui a vivir a otro lugar muy cerquita de la CDMX, Lerma se llama el lugar, mi pequeño lugar en el mundo, mi rincón de paz y mi espacio seguro, al llegar ahí supe que ya estaba a salvo, que estaba en casa y que nada malo podría pasarme. Y así fue, me adoptaron las personas más extrañas y locas, tanto como yo, me hicieron parte de su manada y al día siguiente, como si de un conjuro se tratara, todo lo malo se fue y llegaron 7 proyectos nuevos a mí, increíblemente me tocó renunciar a varios de ellos porque no me daba el tiempo para todo eso que debería hacer y ahora sí empezó lo chido. Decidí que la gran Ciudad de México sólo sería mi espacio para ser feliz. Todos los viernes tenía función de teatro y el resto de fin de semana lo pasaba quien sabe dónde con mis amigos, en otras ciudades, en casa de algún conocido, en un antro, en un pueblo, donde fuera y el lunes volvía a casa donde me esperaban para seguir planeando cosas, divertirnos y echar un buen chisme mientras tomábamos mucho café.

 

Dos madres logré conseguir en México, un padre bien pasado de lanza, muchos hermanos, mucha familia, muchos amigos, mucha paz, mucho amor, demasiado amor, de ese que se desborda y ya no sabes dónde ponerlo; logré hacer un equipo de trabajo increíble; se reafirmaron vínculos que siempre han estado y estoy seguro nunca se alejarán. Todo esto escrito es poco para describir esos millones de sucesos que pasaron y que necesitaría un texto entero dedicado a cada momento, sólo que mi memoria es rara y no me permite revivir muchas cosas, siempre he dicho que vivo a través de los recuerdos de otros, pero hay uno que es claro como el río más transparente que exista, cierto día estábamos luego de un ensayo en un Karaoke en Lerma y de repente suena a lo lejos una canción que me puso los pelos de punta y me rompí en llanto, no sabía cómo se llamaba y lo necesitaba, su nombre es TOQUEN MARIACHIS, CANTEN de Leo Dan, una canción que habla perfectamente de lo que siento, de una persona que se enamora de una tierra lejana a la suya y que debe irse, decidí entonces hacerla mi himno de todo lo que siento por ese país.

 

Faltando un mes para regresar a Colombia escuchaba todos los días la canción y lloraba un poco, no quería irme, pero debía, pues muchos proyectos debían continuar y otros tantos empezar. Todos los días me planteaba si deseaba dejar el lugar que me dio tantas herramientas para forjar mi andar y todos los días generaba nuevas conexiones que me iba a asegurar mucho porvenir, pero soy muy consciente que todo en esta vida se acaba, todo pasa, todo debe terminar y no hay que detener ese ciclo de la vida, lo que sí puedo es aprovechar al máximo ese instante mientras es mío y lo hice, abracé y besé a todos con mucha fuerza; hice una fiesta hermosa por mi cumpleaños y mi despedida y ahí estaban ellos conmigo compartiendo esos momentos que ya se nos fueron de las manos pero que siguen pegados a mi pared simbolizándome lo bendecido que soy; me traje todos los regalos que me dieron y me hicieron; me tomé muchas fotos con todos; lloré como nunca cada momento de lo que quedaba de viaje, pero esta vez lo hice por felicidad, sin remordimientos o miedos; esta vez lloré porque estoy convencido que cuando vuelva al país no sabré en que casa quedarme porque hay muchas que me esperan con la puerta abierta; lloré porque me fui por la salida grande, sin penas, sin manchas, con la frente en alto y recordando que de ahí soy.

 

A cada persona que sin saberlo aportó enormemente en mi proceso de cambio y sanación, no tengo más que decirles que los amo, que los amaré siempre, que mi sonrisa siempre va a brillar, que ahora en este momento de mi vida nada puede afectarme porque tengo una armadura que se forjó con los abrazos, las risas, los azulitos y el tequila. Me doy cuenta todos los días de lo que significó vivir todo lo que pasé y lo que sigue pasando en mí. Mi mayor anhelo es volver a dar un beso gigante a todos, por ahora, no me queda más que la promesa de un día hacerlo.

 

Jean Pierre

EUFEMISMO

¿Las cosas se dicen como son o las suavizamos para herir menos? Vaya pregunta, estoy intentando encontrar una respuesta a ello, pero en las charlas con mi moral y mi personalidad me doy cuenta que termino teniendo muchas respuestas que no se ponen de acuerdo entre ellas y terminan unas odiando a las otras y alguna anula por completo lo que la primera plateó y así en un gran ciclo que me obliga a escribir esto a ver si logro acomodar esas ideas amorfas. Siento yo la necesidad constante de manifestar todo lo que siento y pienso; procuro anunciar mi verdad en todas partes; ir sin máscaras, siendo sincero y expresando mi estado anímico en cada momento; siento ese impulso de inmediatamente decir cuando estoy muy feliz por algo y también si me siento incomodo, molesto, triste o lo que sea. Y todas estas expresiones tienen una forma de contarse, una forma en la que deben salir, lastimosamente en momentos salen como se les da la gana y el remordimiento es casi instantáneo.

 

Me enferma enormemente cuando las personas van por la vida sintiéndose los más sinceros porque llevan su imprudencia y grosería a todas partes y defienden esa postura como una cualidad admirable, y en realidad para mí no hay nada que admirar ahí, más bien siento deseo de anular o cancelar a ese alguien y confieso que por momentos ese alguien he sido yo, hemos sido todos. Pero hay una cuestión aquí, ¿quién nos dice que expresar con un tono fuerte y sin importar lo que sienta el otro es un comportamiento que hay que resaltar? “así soy yo”, “no me importa lo que piensen”, “si no digo lo que pienso me enfermo”, “si no te gusta lo que digo entonces no me hables” y muchas más excusas escucho todo el tiempo cuando alguien quiere justificar sus conductas violentas e imponer sus ideas respecto a la percepción del otro. Opinamos desde lo que queremos y hemos formado en nuestro ideal y pretendemos que el mundo entero se comporte de la misma manera, olvidando patrones sociales, culturas y todo eso que deberíamos saber.

 

También está la otra cara de la moneda, disfrazamos tanto lo que queremos decir con adornos y mil decoraciones que terminamos diciendo nada; buscamos como poder expresarnos de la mejor forma y nuestra idea no termina siendo clara ni objetiva, y quedamos con la sensación extraña de que no dijimos algo verdaderamente significativo, la otra persona se sintió bien pero lo expresado va por otro camino o simplemente no logramos transmitir esas ideas, ideas que eran nuestra defensa o el camino que debíamos alumbrar para nuestro interlocutor, por el miedo a perder un vínculo cercano, por miedo al ridículo, por evitar pleitos o simplemente para no ahondar en discusiones que podrían tardar una eternidad.  Estos eufemismos también son una forma sutil de insultar al otro, tantas capas de suavizante pueden dar a entender que el otro no está preparado para escuchar las cosas y terminamos tratándolo como un idiota al que hay que tocar con pinzas para que comprenda la realidad.

 

Ahora, todo tiene un punto medio del que tanto hablamos, pero sabemos que todo lo dicho anteriormente también puede defenderse con el “depende de la situación” y es que hay momentos en la vida donde debemos actuar crudos y secos porque es la única forma inmediata de encontrar una respuesta genuina o un golpe de realidad importante; también es necesario entender que no todos cuentan con la capacidad emocional de recibir cualquier comentario y si podemos ablandarlo no nos quita lo elocuentes. La firmeza al expresarse es importante, pero ojo, la firmeza no es gritar, o ser violentos; esa firmeza se ve en la postura, en las palabras correctas, en el no temblar de la voz, en el pulso firme y conciso; antes de cualquier palabra es bueno callarse unos segundos para ver como lanzamos eso que queremos decir. Es bueno ser suaves y amables con todos, es pertinente que el ser humano sea más paciente y respetuoso del otro, es bueno ser sinceros, pero debemos saber cómo expresar las cosas, hasta la más fuerte reflexión puede decirse clara, sin rodeos y sin daños colaterales.

 

Jean Pierre

CLAUDICAR

Son innumerables e impensables la cantidad de veces que la vida, los que me rodean y las circunstancias me han dicho que me rinda, que me haga a un lado, que esa idea no tiene ni pies ni cabeza; es lógico, todos queremos el bien para los que hacen parte de nuestra vida. Yo sé perfectamente que hay ideas un poco extrañas y que muchos no quieren apoyarlas porque hay miedo, porque no hay un piso firme que sostenga ese impulso al que me aferro; también entiendo que muchos de esos motivos de desahuciar mis ideas pueden ser el deseo inconsciente de fracasar para que se me quite el capricho y aprenda que no todo es tan fácil como lo pienso. Hoy, mientras doy vueltas en la cama sin poder dormir, y yo me duermo muy fácil, se apoderan de mí todos mis demonios, mis miedos, mis incertidumbres, las emociones que me han heredado, la censura, la ansiedad y el desespero por encontrar respuestas claras; hoy le he pedido a Dios la claridad que pocas veces me ha faltado; hoy he rogado y suplicado por la sabiduría en mi andar y en cada decisión que pueda tomar en el futuro inminentemente presente.

 

¿rendirme? No va a pasar, pero tengo todo el derecho a sentir todo lo que un ser humano pueda sentir; tengo el derecho de asustarme y sentarme con las manos abrazando las piernas en un rincón mientras me pregunto mil veces las mismas preguntas. Hoy he dormido por momentos, he comido poco, no he soltado el celular, he trabajado “poco”; hoy estoy bloqueado en ideas y pensamientos y soy muy consciente de todo ello, sé que es válido no hacer nada un día, sé que no es malo no ser productivo, pero estoy en una carrera en la que el reloj está yendo más rápido de lo que pensé y me mira de lejos mientras el polvo nubla el camino que debo seguir y quedo perdido en esa tormenta que me hace toser, me ciega, me ahoga y me pone los labios secos.

 

Sobre mis hombros hay muchas responsabilidades y muchos deberes, créanme que todos los días me levanto con el firme propósito de cumplir a todos los que he prometido que las cosas van a salir perfectas; me motiva el deseo de construir lo que llevo soñando toda mi vida, me motivan las voces que me alientan cada día a dar un paso cada vez más fuerte, me motivan las cosas que me desmotivan, me motivan los que se van y me motivan todos los que se quedan a luchar hombro a hombro conmigo en esta última etapa de lo que queda de año. Soy un tonto que ha corrido con mucha suerte, ¿será posible que esa suerte se acabe un día? No sé, no sé nada y a la vez pienso que todas me las sé. El universo me ha vuelto un privilegiado y tengo miedo que mis privilegios se acaben o quizá he construido tanto alrededor de ese gozo que lo único que puedo esperar es que todos los días mi propósito se siga cumpliendo.

 

Siempre he dicho que soy un animal diurno, la noche no es para mí y curiosamente hoy estoy aterrizando todo esto que siento en la cumbre de la oscuridad, alumbrado por las luces de navidad de mi cuarto y la salsa de mis vecinos que suena a lo lejos mientras me derrito del calor en mi habitación, mismo calor que no me dejaba dormir acompañado de todo esto que sucede en mi cabeza y que me hace pararme de un brinco de la cama a escribir estas líneas a ver si puedo encontrar alguna respuesta a la incertidumbre que está caminando de lado a lado en esta habitación. Hoy no sé si soy un animal o me estoy volviendo un adulto más, no sé si los sustos de crecer están por fin llegando y yo aferrado al niño que cuido con un escudo que no cabe en esta ciudad.

 

Que duro ser un artista independiente y que hermosos desafíos los que me pongo por el simple hecho de algún día poder decir con el pecho bien inflado que lo logré, que pude aprender a vivir del arte, que mis películas y obras de teatro se mueven por el mundo, que pude recoger premios en cada sitio que pisé, que los míos están caminando a mi lado, que mi equipo nunca me abandonó y que ese miedo que tuve me volvió inmarcesible. No sé con exactitud que va a pasar cuando el sol salga nuevamente, sé que seguiré trabajando, sé que todo estará bien, sé que todo esto va a pasar, pero el “cómo” no está muy claro aún. Deseo que como siempre las cosas se vayan dando, confío en el fluir, en mis capacidades, en los que me rodean, en Dios y en esta vida extraña que elegí vivir.

 

Jean Pierre

LÍMITES

Me cuesta demasiado entender como a las personas se les dificulta poner límites, del tipo que sea, sanos, bruscos, abruptos, inesperados, como sean. Es que no podemos ir por ahí cargando responsabilidades, miedos, tristezas, penas, dolores y todo lo que otros ponen en nosotros y que las cosas se queden impunes o que sencillamente no pase nada. El límite es eso que no se cruza sin una autorización, ¿Dónde vamos a poner los nuestros? Si algo debe acabarse pues se acaba y ya ¿por qué es tan difícil eso? En serio no lo entiendo y creo que jamás lo podré entender. He visto como tantos cercanos a mi cuartan su libertad, sus derechos, su vida, su ser, su todo por cumplir lo que otros quieran de cualquier modo. Me enfada que las personas permitan que se les vulnera y pasen por encima de ellos como si de un tapete se tratara y que todo tenga una estúpida justificación para defender algo que claramente es indefendible.

 

Siempre he dicho que si alguien me lastima me alejo para siempre y si yo lastimo a alguien ojalá esa persona se vaya y jamás vuelva a permitir que tengamos algún tipo de contacto, bueno, ya saben que soy un poco extremista. A lo que voy es que no es malo alejarse de las personas cuando sentimos que ahí no es; no está mal decirle a ese ser importante en nuestra vida que ya no queremos compartir el mismo espacio y que queremos estar lejos, sin mentiras, con la pura realidad de que nos sentimos vulnerados, tristes, nos genera ansiedad, miedo, dolor y todo lo que implica; he visto como se inventan todo tipo de excusas para no afrontar las realidades y decir lo que debe decirse en el momento. He visto parejas que se obligan a compartir toda la información privada; he visto amigos que deben decirle cada movimiento que hacen a sus compañeros sentimentales; he visto padres que quieren decirle a sus hijos mayores que puede o no hacer; he visto jefes que sobrecargar de trabajo a sus empleados; he visto amistades que se agreden porque uno no cumple el capricho del otro; he visto todas las consecuencias posibles de estos tratos y déjenme decirles que ninguna es buena, todos terminan con ira, con desconfianza, con dolor, con inseguridades y con ansiedad.

 

Yo siento que podemos poner límites reales, alejarnos, calmarnos, y ese alejarnos puede implicar un periodo que comprende desde unos días hasta una vida entera. He consolado demasiadas personas al borde del colapso y otras colapsadas porque no tienen clara la línea divisoria entre lo que son y lo que permiten que otros quieren que se sea; soy testigo de demasiados casos donde la libertad con que nacemos se mete en una jaula con una llave dividida entre muchos; desgraciadamente he visto las secuelas para la eternidad del daño que genera no saber alejarse en el momento correcto y desafortunadamente, cuando las personas ponen un límite, este se vulnera a diario, porque son reglas de papel que con la primera lagrima del falso arrepentimiento se deshace y todo vuelve a su caótico moebius.

 

En serio escribo este texto con mucho enfado, porque siempre que pienso en mis amigos o familiares referente a este tema me pregunto ¿Por qué verga no ponen un límite? Dirán lo que quieran, pero a mí se ha hecho muy fácil este tema, siempre he dicho que soy alguien muy presente, que todo lo doy, que mi amor es desbordado y no para; soy alguien que da todo de sí para que los demás sean felices en cada momento, pero así mismo sé alejarme al primer signo de violación a mis derechos, no me cuesta poner una línea inmensa entre lo que hago y lo que permito que otros hagan para mí. No es justo que construyamos una identidad por tantos años, como para que aparezcan quienes quieran acabar con todo eso, robando nuestra paz, nuestro orden y decidiendo sobre lo que sólo nosotros podemos decidir.

 

Jean Pierre

LA PATERNIDAD

Es una realidad muy grande que en Latinoamérica hay una taza gigante de personas que crecen sin alguna de sus figuras paternas, en gran mayoría el padre es el ausente, y últimamente en charlas con muchos de mis amigos me doy cuenta de lo importante y del daño tan inmenso que esto causa. Todos sabemos que crecer sin alguno de nuestros padres significa mucho, no es un secreto y tampoco es algo nuevo, pero recientemente he logrado ver a través de los más cercanos ese espacio hueco que queda en las personas, esas cosas que se intentan suavizar a través de los chistes y las bromas, que es quizá una gran manera de alivianar los traumas. Junto a todo esto y a todo lo que se expresa es fácil poder sentir pena, lastima o qué sé yo que es lo que siento, pero algo en mi me lleva mil veces más a ese lugar llamado hogar y me doy cuenta de la fortuna que he tenido junto a mis hermanas de poder tener unos padres presentes.

 

Este texto obviamente va dedicado a mis padres, a los que yo o la vida elegimos para que fueran los encargados de erigirme como algo útil en esta sociedad, no sé si lo lograron, pero estoy seguro que lo que hicieron, ha sido importante. Todos los días me sorprendo de la capacidad que han tenido juntos en 33 años de mantener a flote este barco con tres hijos a bordo, barco que sigue navegando, en distintas aguas, distintas direcciones y distintas formas, pero a flote siempre. Desde muy niños nuestros padres empezaron a dejarnos donde familiares para que nos cuidaran para ellos poder trabajar, los 3 separados porque juntos no nos aguantaba nadie –mención especial a mis tías que lograron aportar mucho a nuestra crianza –al final del día volver a casa y ver como salíamos contentos gritando sus nombres por la felicidad de volver a verlos luego de tantas horas, como un perrito que su amo salió a comprar algo, supongo esa era su motivación para levantarse al día siguiente con la misma rutina de caminar por mucho tiempo dejando niños en casas distintas, ir a trabajar arduamente, volver en un transporte repleto de gente y atender a sus hijos con las tareas y a recibir quejas porque algo dañaron.

 

Si me lo pregunta, de acero son mis padres, ahora grandes y con sus hijos haciendo sus vidas como elegimos, siempre apoyando y motivando a hacer las cosas. Mientras estoy fuera de casa no me falta la bendición de mi madre al dormir ni los buenos deseos de mi padre cada que me saluda, es que son más de lo que merecemos. Mi padre, un hombre sencillo, amoroso, generoso como nadie más en esta tierra; orgulloso de todos los logros de sus hijos, sensible, apasionado, servicial, artista, inteligente y con los abrazos más sinceros de la tierra, él me ha ayudado a hacer realidad todas mis ocurrencias y es mi mayor fan; recuerdo que nunca hubo límites para enseñarme lo que yo quise aprender, ni tampoco límites para ser quien hemos querido ser. Mi madre, una mujer que no conoce el cansancio, alegre, fiestera, amable, responsable como pocas y cálida como sólo ella puede serlo, es quien nos ha llevado de la mano a todas partes y la que sigue orando para que todos a su alrededor se beneficien de alguna manera.

 

No voy a mentir diciendo que tengo una familia perfecta y que todo ha sido color rosa, pero sí puedo afirmar que hemos logrado superar muchos impases todos estos años; puedo decir a viva voz que en todas las peleas siempre logramos encontrar una solución inmediata o en meses; puedo decir con tranquilidad que todo lo que nos dolió alguna vez no quedó como una marca traumática; también puedo decir que hemos decidido muchas veces alejarnos para poder saber cuándo encontrarnos de nuevo. Nuestra realidad por muchos años no fue fácil y por el contrario todo se tornó doloroso muchas veces; hubo desolación, tristeza y amargura, pero nunca nos faltó un pastel de cumpleaños, nunca las navidades fueron solitarias, nunca hubo un abrazo negado y jamás dejamos de demostrarnos lo que importamos en la vida de los otros.

 

Mis padres son el ejemplo de lo que quiero ser, de la forma en que he tratado a los demás y de la manera en que servimos a la sociedad. Que dolor por todos aquellos que no han podido tener una experiencia tan sublime como esta, y que fortuna para aquellos que tenemos esas dos figuras ahí todos los días existiendo mientras respiramos al mismo tiempo y habitamos los mismos espacios. Siento que es demasiado importante resaltar el trabajo de los padres presentes, porque ellos son el soporte que todos los días necesitamos y que, sin importar la edad o las experiencias, siempre vamos a necesitar.  Que pertinente mencionar y darles el crédito a esas personas que sin importar lo que suceda, siempre se levantaron para que sus hijos nunca se cayeran. Que importante poder decirle a ese árbol tan grande, que su sombra nos ha permitido crecer como los robles y que maravilloso poder expresarles todo el amor, antes que de este mundo se alejen.

 

Posdata: Mis padres llevan 20 años separados

 

Jean Pierre

EN LA ALMOHADA

¿Cuántas cosas se quedan ahí? Mucho de lo que planeamos en nuestra vida se queda ahí deambulando en ese espacio; dando vueltas en el rectángulo donde no solo duermen los sueños, sino donde se gestan tantas iniciativas que no llegan a conocer lo que es salir más allá del espacio entre donde apoyamos la cabeza y el borde de la cama. Muchos encontramos en la almohada nuestra musa y creamos mil planes, añoranzas, estilos de vida; pensamos en las mil maneras en que pudimos responder a esa charla incomoda donde no fuimos victoriosos; planificamos ese viaje, emprendimiento y actividad con tanto empeño; le contamos todo lo que pensamos a ese pedazo de trapo o telepáticamente nos consolamos con ella en momentos donde necesitamos hacernos un ovillo y simplemente dejar fluir toda esa vorágine que sale de nuestros ojos.

 

En ese mismo espacio logramos encontrar, algunas veces, el descanso necesario para empezar un nuevo día, pero para otros muchos, es el lugar al que no quieren llegar al finalizar la jornada, porque también sirve como espacio de confrontación entre lo tormentoso de nuestra mente y las decisiones que hemos tomado. Amiga y enemiga entonces nos resulta ser esta pieza, aunque ¿qué culpa tiene ella de lo que hacemos para que tenga que asumir títulos que no debería? Muy probablemente todo esto que estoy diciendo es pura filosofía barata sin sentido para algunos, y probablemente tengan razón, pero estoy seguro que a muchos nos ha pasado algo de esto que menciono, que logramos encontrar un enfrentamiento gigantesco entre todo lo que somos, lo que hicimos y lo que haremos, al momento de finalizar nuestro día.

 

Hay muchos instantes en mi vida en los que no he podido encontrar respuestas claras ante mil situaciones y me invito a mí mismo a dormir, me he dicho infinidad de veces que al apoyar mi cabeza podre encontrar alguna cosa que me guie a algún buen puerto; a veces simplemente me duermo y me desaparezco de mis responsabilidades, al fin y al cabo, mi consciencia aprendió que en paz o inestable no hay nada que perturbe mi descanso. Todos hemos escuchado o aplicado aquella frase de “consultarlo con la almohada” y tiene todo el poder que creamos esa sentencia. A lo que voy con toda esta larga introducción es a invitarnos a ver las cosas desde fuera algunas veces, volvernos tercera persona y poder vislumbrar algún camino que sea el conveniente, ver desde lejos nuestros propios problemas nos ayuda a ser un poco imparciales. Soy gran partidario de que hay decisiones que deben tomarse ya y el tiempo no espera, pero también soy gran fan de esperar a ver qué pasa, de descansar para buscar soluciones, que apoyar nuestra cabeza nos da un panorama distinto y que no todas las respuestas se encuentran caminando de izquierda a derecha y preguntándonos mil cosas mientras le hacemos daño a nuestro cerebro. El descanso es una respuesta también y la tranquilidad es la cobija cálida en noches frías.

 

Todos tenemos contextos distintos en este plano material, algunos tienen el privilegio de poder consultarle todas las noches a la misma almohada, a otros nos toca buscar consuelo y respuestas en distintas partes, a veces inventando elementos que puedan simular ser una. Cada quien tiene maneras distintas del descanso y de la forma en que enfrenta lo fácil o complicado del dormir. No todos logran aclarar su mente en la noche, sino que en el día es más sencillo buscar respuestas. En mi caso la quietud y el descanso han servido infinidad de veces para repararme y poder seguir cargando esta vida extraña sobre la espalda; desde mi posición y desde los privilegios y desventajas que pueda tener en la vida, he podido encontrar en la almohada la herramienta perfecta para llevar a cabo todos mis planes; alejarme y desconectarme ha servido para volver con la vida que creía había perdido.

 

Jean Pierre

FOTOGRAFÍA

En mi habitación en Cali decidí crear algo a lo que he llamado “mi mini museo”, un espacio al que procuro adornar con todas las cosas importantes en mi vida, unos cuantos regalos, un cuadro sobre mí, unos premios, unos vasos que llevan conmigo muchos años y otras tantas “maricaditas”, pero desde hace algunos años ya, empecé a querer honrar en este espacio a todas aquellas personas que han pasado y siguen pasando por mi vida y que de mil formas han aportado a convertirme en quien soy en este momento. Siempre que acaba el año hago una carpeta en mi pc llena de muchas fotos de todo lo que viví ese año y empieza un proceso inmenso de selección de cuales son aquellas que deberían imprimirse y plasmarse en la pared, misma que ya no tiene más espacio.

 

Amo cuando las personas entran a mi cuarto y lo primero que hacen es buscarse en las decenas de fotos que hay y disfruto profundamente la felicidad en sus rostros cuando logran encontrarse en una o varias imágenes, siento que se cumple mi objetivo de decirles que son importantes para mí y que todos los días me rodean y son parte de la hermosa decoración, del bello paisaje en el horizonte de unos cuantos metros de profundidad. Poder volver a aquel lugar donde fui pleno y feliz; me motiva todos los días, y ese volver mental es una buena excusa para escribir, llamar, pensar, recordar o planear en ir de nuevo. Las fotografías en mi pared son ese recordatorio que algunos ponen en la nevera para hacer algo, pues me invitan a intentar estar presente para los míos, aunque sea en la distancia.

 

Al finalizar este año en algún espacio de mi habitación estarán plasmados todos los rostros que la ruta ha puesto frente a mí, y deseo que en los meses que quedan puedan sumarse más razones para ampliar el catálogo de mi espacio, que es de todos. Aquí la cuestión es que en mi cuarto duermo unas pocas veces al año y no siempre puedo apreciar esos momentos que quedaron ahí guardados, pero es un aliciente, es como que a veces me digo que quiero volver a casa para encontrarme con todos mis amigos y familia en el punto donde me dan calidez, y donde están todos los que se fueron y los que van llegando poco a poco. Algunas imágenes son tristes, no lo puedo negar, algunas me generan mucha nostalgia, mucho sentimiento de cosas que jamás volverán, pero que me muestran que hubo un instante con magia que me llenó y eso es lo que intento conservar en mis momentos cotidianos. Las fotos son el fragmento congelado y guardado para siempre, con la esencia del ambiente y a veces con lo espontaneo de la situación.

 

Mi sueño, poder llenar cada centímetro posible de mi casa con recuerdos, con nuevos paisajes que en frente tengan a alguien o varios rodeados de un abrazo muy fuerte, con una sonrisa gigante de oreja a oreja; deseo poder recorrer este mundo por completo y así acumular en el disco duro de mi cuerpo tantas cosas que cuando deje de respirar mi esencia recorra todo aquel espacio donde haya pasado; quiero ir conociendo gente y pedirles una foto para que próximamente estén en mi mini museo siendo una obra de arte.

 

¿y vos ya estás en mi pared?

 

Jean Pierre 

3 MILLONES DE PASOS

En mayo del año pasado instalé un contador de pasos en mi celular, a la fecha ya he hecho 3 millones y me pregunto ¿cómo es posible? Me sorprende demasiado el hecho de pensar todo ese trabajo que ha hecho mi cuerpo y los lugares donde he metido mis pies. Me inquieta el imaginar que esos pasos suman muchos kilómetros, creo que si fuera un avión podría acumular unas buenas millas. Y como todo lo que tiene que ver con esta página, obviamente me lleva a reflexionar y a pensar en todos esos momentos en los que sencillamente decidí caminar y recorrer rutas jamás exploradas antes por mí; pienso en aquellas veces donde no supe hacia donde iría, pero que nunca tuve miedo de no saber cuál sería el destino. Hasta el momento en lo que va de estos 3 millones de pasos he estado en 7 países y más de 20 ciudades; he caminado en la lluvia helada y en el sol intenso; he caminado en playas, montañas, bosques, ciudades y ríos. Hoy sentando desde la comodidad de un lugar cálido y luminoso escribo este texto, viendo estás palabras como un espejo gigante que mira hacia el pasado y sigo comprendiendo la magnitud del privilegio del que gozo al hacer lo que he querido hacer, yendo donde he querido ir.

 

El problema o lo extraño ahora es que, si ya sé que en un año pude dar tantas zancadas, mi cuerpo quieres acumular más kilometraje, y digo problema porque no sé qué va a ser de mi salud mental cuando decida estar quieto, viendo como mis pasos no se suman en carreteras ajenas a las de mi barrio ¿estaré listo?, ¿hay algo malo en la quietud?, ¿es necesario quedarme en un solo lugar? No tengo respuestas a nada en este momento. Y es que ahora que he podido experimentar lo que se siente ir de lugar en lugar protegido únicamente con la fe puesta en un ser al que llamo Dios y al que le deposito toda la responsabilidad del futuro de mi camino, quiero intentar llegar a convivir con espacios que no imaginé siquiera podrían existir.

 

Otra reflexión que puedo sacar de todo esto, es que debo agradecerle todos los días a mi increíble y poderoso cuerpo al que someto constantemente a cosas que no debo y, aun así, él me responde. Mis piernas a veces cansadas dan ese último esfuerzo por el que les ruego; mi espalda estallada y doblada por la mochila lleva carga extra, porque no he aprendido a viajar con pocas cosas; mi corazón acelerado en momentos de mucha exigencia bombea la sangre y me permite llegar a esa cumbre que me puse como reto; mi piel expuesta al sol ardiente siempre decide aguantar unos kilómetros más y mis huesos congelados me dicen que puedo seguir tranquilo, que ellos me acompañan un ratito más, pero que no lo vuelva a hacer y todos sabemos que si lo volveré a hacer. Mi cuerpo, maquina poderosa y mal pagada es quien se lleva todos los créditos por tener que lidiar con alguien como yo, los que me conocen saben que no es fácil y él lo hace todos los días todo el día.

 

También reflexiono y pienso en aquellos que mis pasos han puesto en el camino, extrañamente nunca estoy solo, ni cuando creo estarlo. Todos los días en este andar aparecen almas dispuestas a compartir son risas, sueños, anhelos, historias y demás conmigo, y les agradezco infinito por ello; en todos mis viajes siempre aparecen quienes me dan su hogar, su comida, su espacio y su familia; en cada recorrido tengo un abrazo fuerte que me entiende. Justo ahora una persona recién nos conoce, se fue de viaje y nos dejó su casa por una semana y conocí a alguien que siempre que me ve me lleva comida para consentirme. No sé hasta dónde llega mi fortuna, no sé de donde viene todo esto, no sé si me lo merezco, no sé si mis acciones han sido las mejores, pero estoy complemente seguro que mis pisadas han sido la mejor decisión que un día decidí tomar.

 

Jean Pierre

SIN TÍTULO

Referente al tema del que quiero hablar hoy no sé cómo nombrarlo, porque todo lo que me llegaba a la cabeza es muy cursi y no me motivaba ponerle un nombre que no me vibre. Es curioso todo esto porque siempre antes de escribir primero decido el nombre y luego de ese título se desprende todo lo que brota de mi cabeza y empiezo a plasmarlo en este documento. No sé si el no encontrar el nombre principal a este texto tenga que ver algo con la idea inicial; hoy quiero hablar sobre la luz y extrañamente no se me está iluminando lo suficiente el panorama.

 

Asociamos la luz a todas las características positivas que acompañan a las personas, lugares, momentos y demás. La luz como guía de caminos y senderos inexplorados; la luz como algo que se irradia desde el centro de las personas y que permea a los demás, influenciando, inspirando y guiando decisiones y pasos a seguir. Esta relación entre lo bueno y la luz aparece en todos lados, en todas las culturas; quizá nuestra necesidad de buscar luminosidad nos hace llamarle de esta forma a todo aquello que nos hace sentir cálidos, comprendidos; quizá la ausencia del exceso de vida nos invita a soñar con la calidad del sol plasmada a través de la sonrisa del atardecer o de unos ojos que se arrugan en las esquinas. Un foco se enciende encima de las cabezas como símbolo de la claridad en pensamientos y acciones a tomar, pero ¿será que todo lo malo es aquello que carece de esa cualidad de expandir tranquilidad? Quizá hemos sido muy duros con la oscuridad o la ausencia de luz; hemos violentado y degradado el poder de la sombra a la ruina y destrucción en su misma definición.

 

En mis momentos más difíciles he sentido el negro vacío sobre mí y todo lo que rodea mi vida y ese mismo color me ha dicho que debo estar tranquilo, que simplemente me está acompañando para ayudarme a comprender todo lo que me sucede y a aceptar que hay cosas que no puedo controlar y que podemos jugar con esta mancha oscura y ser amigos y bailar y salir a pasear y entender que es solo una compañía temporal, que no siempre estará conmigo y que cuando llegue debo recibirla con mucha comprensión porque estoy atravesando un momento de evolución como ser humano. También he comprendido que los momentos de mucha luz también ciegan y a veces no puedo abrir mis ojos de par en par porque esa supuesta calidad me lastima la retina y me niega la posibilidad de observar la realidad del mundo en el que me estoy moviendo, y aquí es entonces que llego a las conclusiones de este escrito. Vivir rodeado de luminosidad sólo sirve para poner una cortina impenetrable que no permite que observemos más allá de nuestra comodidad, nuestros pensamientos, nuestro egoísta estilo de vida insufrible y superior al resto de los que acompañan nuestra existencia; creo yo entonces que lo que podríamos hacer, es aceptar que ambas cosas están en nosotros y que debemos poder hundir el interruptor para cuando necesitemos esos momentos de vislumbrar el camino empedrado o para escondernos un ratito entre la multitud de la silenciosa noche.

 

Comprender que no podemos castigarnos por nuestros dolores y alabarnos por nuestros éxitos. No estoy diciendo que nuestros logros deben ser suprimidos, pero al mismo nivel al que aceptamos que pasan cosas llenas de “esplendor” también debemos abrazar de la misma forma nuestros momentos donde estamos formando nuevas corazas y cicatrizando. Nada de esconder nuestro dolor y decirle que no debe aparecer y que se vaya a un rincón a llorar en silencio, vamos a decirle a todos esos momentos que es el momento de transformarnos en el futuro que queremos ser.

 

Jean Pierre

GRIS

En la gama de mis decisiones o mi forma de ser no existe aquello que podamos llamar punto medio; no existen en mi escala de color ese gris que apunta a lo neutro, yo soy de extremos en la mayoría de los casos, mis sentimientos o son o no; mis respuestas tienden a ser o sí o no; mis apuestas son todo o nada. Obviamente todo esto me ha traído muchos problemas y muchas glorias, pero prefiero jugármela sin medir la consecuencia, soy consciente de que puedo perderlo todo, pero también he podido vivenciar plenamente como es ganarlo todo gracias a ese riesgo tomado.

 

A lo largo de mi vida me he enfrentado a momentos donde hacer una elección en segundos puede cambiar drásticamente el rumbo de mi camino y hoy luego de tantos años puedo decir que no recuerdo el haberme arrepentido de alguna decisión tomada y quizá en el instante seguido a eso que elegí pueda sentirme culpable, triste o enfadado, pero luego me detengo a reflexionar sobre eso que hice y me sonrío porque aquello me trajo unas consecuencias a las cuales ahora debo todo lo que soy. Hay trenes que pasan una sola vez y subirse o no desprende reacciones que marcarán cada día de lo que quede de nuestra existencia.

 

Esta forma de llevar al extremo todo me ha servido para protegerme, porque cuando hablo de tomar decisiones de inmediato también me refiero a saber ser prudente, a muchas cosas he dicho que no sin pensarlo, a muchos eventos he faltado, a mil personas les he fallado, a demasiados viajes no he ido, a muchas oportunidades he cerrado la puerta porque dentro de mis impulsos el “no” es una herramienta que me ayuda a protegerme ante cualquier tipo de duda y el “sí” es aquella que uso cuando hay claridad completa en lo que siento.

 

Ese instinto del que tanto he hablado, esa sensación de percibir lo que me rodea han generado en mi cierta habilidad para poder enfrentar cada situación de limite, saber hacerme a un lado o poner un pie en frente en un instante crucial me ha llevado a las circunstancias más increíbles de mi vida y me ha evitado muchos dolores de cabeza y malestares. No estoy diciendo que no me he equivocado, errores hay innumerables en mi camino, ya no sé cuántos he cometido, pero mi punto va a que no me arrepiento de ellos, los momentos en los que he dicho “¿qué hiciste Jean Pierre?” luego se han tornado en un “menos mal hiciste eso Jean Pierre”; mi capacidad de equivocarme es maravillosa y mis momentos de limite han sido los forjadores del ser humano que soy hoy, con cosas buenas y unas no tanto; con aciertos y equivocaciones; con coronas y espinas; con lágrimas y mejillas dolidas de sonrisas.

 

Y aun con todo lo que acarrea lo que he vivido con actuar prontamente, sigo diciendo a viva voz que soy de extremos y no conozco los grises, no me gustan las medias tintas, o se es o no. Cuando amo lo hago como si yo fuera la última persona con la capacidad de amar y me refiero a todo tipo de amor; cuando algo sale de mi vida es casi imposible que vuelva; cuando digo que me voy a ir no pienso en cuando debo volver; cuando algo que escribo no me gusta lo borro todo hasta que me sienta satisfecho con lo que quiero mostrar; cuando me comprometo hasta la última gota de sudor en el suelo dejo; cuando digo que no es no y cuando marco mis limites la línea divisora es del tamaño de una muralla.

 

Jean Pierre

NAYLA

Yo creo que todos merecemos y necesitamos una Nayla en nuestras vidas, puedo decir que su nombre es el sinónimo de muchas cosas, cómplice, amiga, hermana, secuaz, etc. En el 2018 nos conocimos de la misma forma en que he conocido a otros amigos igual de importantes, en una fiesta, yo la vi bailar y supe que no había nadie más como ella, ahora casi 5 años después sigo pensando lo mismo. En aquella fiesta hicimos un vínculo muy especial, unos meses después volví a su casa y le propuse venirnos a Colombia a viajar, el plan era muy fácil, alguien pagaba nuestro viaje y nosotros hacíamos una obra de teatro, lo que la obra recogiera serviría para pagar esa deuda. En mi cabeza sonó muy fácil y se lo propuse a ella y a un par de amigos más, ellos lo vieron como algo descabellado y no aceptaron, pero Nayla no lo pensó dos veces, a sus 19 años aceptó la idea de irse a otro país con un man que recién conocía a dirigir una obra de teatro, misma obra que nos llevó a recorrer 3 países y mas de 13 ciudades; aceptó el reto más loco hasta ese momento en su vida y en contra de todos los pronósticos y las palabras de miedo de su circulo cercano, nos fuimos, hicimos mil odiseas para conseguir vuelos  baratos y poder llegar a Colombia justo a tiempo.

 

En el momento en que ella aceptó irse conmigo me propuse a hacer hasta lo imposible porque ella viviera cosas mágicas y únicas, porque la confianza que puso en mi nunca antes alguien lo había hecho y sigo firme a ese  propósito; hemos recorrido 4 países y 3 de ellos en repetidas ocasiones; enfrentamos una pandemia juntos y  todo lo que conlleva tanto tiempo de convivencia juntos; hemos mochileado varias veces; hemos conseguido lo que hemos querido trabajando fuertemente; hemos  podido ver como se materializan paso a paso todos nuestros sueños; hemos vivido cosas que  con nadie más viviré, peleamos,  lloramos, nos reímos, bailamos, celebramos, discutimos, pero al final del día dormimos en la misma cama felices porque el otro está al lado.  

 

Nay me he dado mucho y quizá no es consciente de todo eso, me  dio otra familia a la que amo, me dio unos amigos magníficos, me dio una casa a la que puedo llamar mía, me dio 4 hermosos hermanos a los que  siento de mi sangre, me dio otra abuela, me dio  muchas risas, me dio un derrame  de lagrimas aquel día de junio del 2020 cuando se fue de mi lado; Nayla me ha permitido tener la fuerza para luchar por los dos; me da la motivación todos los días para que crezcamos juntos, porque no me interesa llegar a ningún lado si lo hago sólo; con Nay he podido entender que lo que construye una relación es el tiempo de calidad y el deseo de superar cada impase. 

 

Ojalá cada persona encuentre su Nayla en la vida, porque esa sensación de ser uno solo con otro es maravillosa; poder desarrollar conspiración sólo con la mirada es algo de otro mundo. Deseo que todos encuentren ese alguien que los haga sentir seguros si agarran su mano y que puedan confiar con toda la plenitud en las acciones de esa persona; deseo que nos topemos en la vida con ese tipo de personas que lo único que pueden darnos es felicidad inmensa y que nos cambian el semblante; deseo que caminemos dando pisadas firmes porque nuestras huellas son el camino que otros necesitan pisar firmemente.

 

Jean Pierre

EL CAMINO DEL ARTISTA

No puedo comparar el arte con otras profesiones o no puedo pretender decir que ser artista es algo que pertenece a los incomprendidos y todas aquellas cursilerías para justificar ciertas conductas. Estamos en un momento donde los artistas se comportan como rockstars sin ser una; donde se dice que el arte es una manifestación del alma sin siquiera preocuparse por conservar la que se tiene; estamos creando contenido entretenido sin pensar en el impacto del mensaje; vivimos quejándonos del sistema sin crear arte que lo critique y sobretodo lo cambie; somos una sociedad que se llena la boca pregonando que somos artistas mientras destruimos lo que otros se atreven a hacer sin crear algo digno de exponer.

 

Todas las profesiones tienen su esfuerzo y dedicación, todas distintas y con una intención de ser; sí podríamos afirmar que algunas requieren ciertos esfuerzos diferentes a otras, de tiempo, fuerza, pensamiento, agilidad, creatividad y demás. El arte es una más de ellas, y no es distinto o superior a ninguna solo por la imagen que se proyecta en la construcción del artista y su arte. El gran problema del artista es que se queja de todos los demás colegas pero terminan haciendo lo mismo del montón, entonces ¿Cuál es la diferencia de la que siempre se habla?, me explico, en una oficina todos los días se llenan documentos, se responden correos, se madruga, se piensa en cómo resolver problemas, etc. Y todos los días hay una sensación de inconformidad con aquello que se hace y muchos quisieran renunciar e irse muy lejos, y al día siguiente todo sigue igual. Pues bueno, lo mismo pasa con los “eruditos” del arte, constantemente se cuestiona todo lo que los otros hacen, odian la música comercial, odian las películas de consumo masivo, pero a la hora de crear se vuelven parte del montón de los únicos y diferentes, según ellos; ya no sé cuántas versiones he visto de Romeo y Julieta, ya son innumerable las veces que he escuchado el mismo beat de las canciones que suenan en todas partes y ya no sé cuántos experimentos artísticos sociales se han repetido.

 

El camino del artista no es difícil solamente por el poco apoyo que hay, sino que también lo es porque hay que llevar todas las cualidades a otro nivel, hay que pensar en lo que otros no han hecho y entender que fracasaremos, que nos equivocaremos mil veces y que si no se cambia la formula seguiremos pisando el mismo hueco. Debemos quitarnos el ego y pensar que no somos más que cualquier otro ser y entender que debemos trabajar como ellos, tocando puertas, creando constantemente, teniendo hábitos y disciplina; hay que ser consciente que no nos llamarán un día a decirnos que quieren que trabajemos para ellos; debemos comprender que hay mejores artistas que nosotros ¿Cuál será nuestro diferenciador entonces?; debemos entender que la constancia es la mayor forma de avanzar. Es momento de quitarnos la idea de ser el más grande, pero seguir trabajando para ver si un día lo somos; hay que aceptar la crítica y renunciar a las cosas que sabemos no funcionarán, solemos aferrarnos a proyectos sin pies ni cabeza y pretendemos que cambiaremos y revolucionaremos al mundo con nuestra idea, entendamos que renunciar no es el fin de nuestra carrera, es el inicio de una nueva.

 

Todo esto lo hablo desde mi posición de privilegio, sin desconocer que hay personas que no pueden hacer mucho de lo que quieren porque vivimos en naciones donde no hay apoyo, donde estudiar cualquier cosa es algo solo para unos cuantos; no puedo desconocer que hay miles que no tienen acceso a las oportunidades que unos pocos tenemos, pero aquellos que podamos acceder a ello no lo desperdiciemos haciendo cosas que no llegarán a ningún puerto, no nos llenemos de soberbia, no nos sintamos lo que no somos y no caminemos por caminos tan explorados. Creemos nuevas maneras y entendamos que solo el que escucha logra subir una escalera con los ojos cerrados.

 

Jean Pierre 

LO QUE ME FALTA

“Nada” sería la respuesta rápida si se me preguntara qué son aquellas cosas que me faltan, y es que si analizo de manera pronta y medio idealizada siento que no me falta nada; tengo mi familia y a los míos; tengo las cosas que quiero; tengo la capacidad de cumplir casi todas las metas que me he propuesto en la vida; tengo muchas ciudades que me esperan con una felicidad indescriptible; tengo como suplir mi alimentación diaria y tengo la salud para poder llevar mi cuerpo a situaciones donde debe adaptarse de forma inmediata para sobrevivir. Entonces desde el cubrimiento de las necesidades básicas del ser humano no hay algo que me falte, pero desde un punto mas amplio creo que hay una lista gigante de cosas que quiero por necesidad y por deseo.

 

Me falta demasiada fuerza de voluntad para lograr mucho de lo que anhelo, ese no sé qué que me obliga a quedarme horas procrastinando y me empuja a la cama con fuerza incontrolable. Esa fuerza que me falta me he hecho dilatar por días y semanas cosas que podría haber resulto en segundos; me ha hecho perder oportunidades únicas; me ha hecho ser inconstante en mis hábitos de alimentación y actividad física y me ha hecho postergar proyectos que, de haberse hecho en su momento, la historia de mi vida sería otra.

 

Me falta responsabilidad afectiva en cuanto a las relaciones de pareja, soy incapaz de sostener algo por meses, no puedo dedicarle todas las horas del día a alguien y no me apetece pretender compartir mi tiempo y toda mi intimidad con alguien por periodos largos; el hecho de pensar en la constancia, el cuidado diario, las charlas a todo momento, el responder mensajes, el salir habitualmente, renunciar a ciertas cosas y dejar de viajar como lo hago para complacer a alguien más me asusta y me aterra. No sé si soy muy egoísta por pensar solo en mí en esta situación en específica, pero en este momento de mi vida no creo estar dispuesto a ceder, no quiero cambiar las cosas que hago y no quiero detener todo lo que me ha costado construir para compartir mas tiempo con una persona.

 

Una de las cosas que me falta es quietud, me refiero a la quietud del espacio que habito, llevo casi 5 años sin estar en un mismo lugar 12 meses completos y cuando empiezo a sentirme cómodo en una ciudad me asusto y pienso en cuando será el día que me iré de nuevo, es algo así como los efectos colaterales del síndrome del viajero. Y es que no me gusta la comodidad, no me gusta dormir todos los días en la misma cama y odio saber que al día siguiente haré las mismas cosas. No puedo quedarme quieto, necesito que mis pies sufran de tanto caminar o necesito estar todos los días pensando en que proyecto nuevo escribiré, necesito que acabe lo que estoy haciendo para poder moverme y continuar haciendo nuevas cosas. Ese miedo latente a que el tiempo pase y no aproveche mi vida me persigue en cada momento.

 

Otra de las cosas que necesito nombrar en esta lista es retomar cosas, hay mucho de mi vida pasada que extraño y siento que quiero retomarlas, pero no sé como o no sé si inconscientemente necesite alejarme de ellas, hablo de personas, lugares, espacios, momentos, disciplinas, actividades y demás. Hay un rincón de recuerdos felices en mi cerebro y voy ahí a traerlos de vuelta cada tanto, siento que me faltan para poder completar muchas cosas y para cerrar otras. Hubo momentos de mi vida donde hacía ciertas actividades que siento que ahora me faltan y mi cuerpo entero necesita. Puedo resumir todo este párrafo en que me falta la disciplina y todo lo que a ella rodea.

 

Me faltan razones para continuar a veces, y es que no es fácil ir por ahí queriendo hacer edificios sólo con un martillo en el bolsillo; no es fácil y no es tan agradable esforzarse tanto para cumplir un objetivo ¿con qué razón? Mis deseos y anhelos son muchos; mis ganas de hacer y hacer siguen, pero muchas veces me planteo el porqué de ello y no siempre encuentro una respuesta, quizá estoy evadiendo responsabilidades o quizá sí estoy yendo por buen camino, sólo que a veces el camino es oscuro y tenebroso y hay que replantearse en varios momentos el horizonte y cambiar de horizonte cada tanto y en ese cambio de horizonte se pierden muchas cosas que se creían eran el objetivo principal.

 

En conclusión, hay muchas cosas pendientes por resolver y por completar; me faltan cosas materiales sin tanta importancia y cosas intangibles supremamente valiosas para mí. Sigo con la idea de construirme todos los días, luchando contra otros deseos y contra las trabas que pone mi cerebro. Sigo encontrando en el camino las piezas que no sabía estaba buscando, pero que ayudan a completar este desordenado rompecabezas.

 

Jean Pierre

MODORRA

Siento mucha lastima por aquellas personas que recuerdan su etapa escolar como lo peor y siempre que hablan de ello lo hacen con rabia y un poco de resentimiento; otros prefieren hacer como si esos momentos no hubiesen existido y otros menos afectados, pero sin que les importe mucho. Desde mi vivencia fue quizá uno de los mejores momentos de mi existencia, todo lo que viví en la etapa de secundaria lo recuerdo con el más profundo amor posible; cada día era una anécdota nueva, distinta y mágica. Recuerdo que en nuestro último año hasta nos planteamos la posibilidad de perder todos para repetir el siguiente año juntos, a ese nivel era nuestra felicidad y comodidad de los unos con los otros.

 

En Colombia se estudia 11 años, 5 en primaria y 6 en secundaria, cuando estábamos como en noveno año empezamos a unirnos mucho como amigos unos cuantos, muchas fiestas, comidas, paseos; molestábamos todos los días en clase y a modo de identidad decidimos llamarnos “las modorras”, un poco opuesto a toda esa energía desbordante que se tiene a los 15 años, pero así quedó, hasta el día de hoy. Somos 7 los integrantes actuales, nos conocemos hace 25 años con algunos y el resto unos 20 años de amistad, casi toda nuestra vida la hemos pasado juntos, desde que tengo uso de razón y pensamientos claros alguno de ellos ha estado a mi lado. ¿Cómo no amarlos? Si es que han estado en todo, han estado y he estado, unidos en cada cosa. Vernos crecer y ser adultos ha sido un proceso hermoso, porque vamos de la mano, no nos abandonamos y celebramos las victorias de los demás.

 

Hemos compartido desde cuando yo llegaba llorando a la escuela a los 5 años, hasta el nacimiento de los bebés que ahora hacen parte de la familia; hemos sufrido por sacar una calificación baja y hemos visto como alguno compra su primer auto; estuvimos cuando componíamos canciones al restaurante escolar y en la inauguración de la casa de alguien, que ahora es la casa de fiestas, asados, bautizos y demás; hemos hechos obras de teatro para orinarse de la risa y también nos tatuamos la misma flor.

 

Que etapa más perfecta vivimos en aquellos años y que hermoso ahora es no vivir de esos recuerdos, sino que cada encuentro es una excusa para generar nuevas risas en nuestro inconsciente. Siempre que pienso en el Jean Pierre de los 14 años y hasta los 17, sólo puedo pensar en carcajadas, en bromas, en charlas eternas, en fiestas, en pijamadas, en juegos en los techos de icopor, en peleas absurdas, en la comida de la media mañana, en la lluvia, en desfiles, en la burla hacia todo, en felicidad en su máximo esplendor y en todo aquello que abarque la definición de esa palabra.

 

Ahora nos seguimos riendo de cualquier cosa y obviamente nos hacemos bromas y comentarios fuera del lugar, pero también ahora cambiamos pañales, hablamos de como fue el parto de cada una; hablamos de comida saludable y educación respetuosa; ahora andamos con pañaleras y teteros por todas partes; ahora les estamos enseñando a esos nuevos seres que entre ellos son primos y que todos somos sus tíos; ahora inició una nueva etapa demasiado perfecta, igual y distinta a aquella que vivimos y lo más importante es que estamos para ayudarnos nuevamente, ya no dándonos copia en las tareas, sino que ayudando a que el bebé se duerma o se coma las cosas. Deseo que la vida nos siga teniendo de esta manera, que esta amistad siga siendo así de fuerte y que como familia sigamos tejiendo los lazos que nos han mantenido tan unidos a través de nuestra historia.

 

Jean Pierre

A MIS NIÑOS

Dios, el universo, la vida, Shakira o lo que sea que entendamos como algo superior o divino, me dio la oportunidad de tener la experiencia más edificante que he podido tener en la vida. Hace un par de años acepté el reto de ser profesor de una metodología un poco diferente y me topé con unos niños y adolescentes maravillosos, que contrario a lo que yo iba terminaron ellos enseñándome a mí un sinfín de cosas que atesoraré cada día. En ese año puse al límite mi imaginación para crear actividades que les quedarán guardadas por mucho tiempo, y ese objetivo se logró; aprendimos de comunicación, de habilidades físicas y mentales; aprendimos de lealtad; aprendimos demasiado sobre este país el cual era nuevo para ellos; nos reímos de cada cosa posible y aprendimos que no existe algo tal como la distancia para seguir queriéndose.

 

Luego de un año mi vida tomó otro rumbo y seguí con mis viajes, pero siempre con ellos presentes en todo momento. Luego de esa primera despedida he vuelto unas 5 veces a encontrarme con la mayoría de ellos y siempre es hermoso darme cuenta que el cariño sigue intacto; que todo eso que vivimos lo recordamos en cada reunión; que aún tienen muchos modismos que se les pegaron; que son mini yo con sus ocurrencias y forma de ser tan particular que no puedo pretender quitarme la responsabilidad de ello. Siempre procuré insistir en sus libertades, que se expresaran como quisieran, que nunca se quedaran callados ante nada, que no tuvieran miedo a liberar sus emociones, que no se aguantaran una risa, que todo aporte es válido, que no importa equivocarse, que hay que abrazarse todo el tiempo, que hay que hacerle saber al otro todo lo que sentimos por él, que no hay preguntas buenas o malas, que su niño debe llevarse siempre consigo a donde quiera que vayan, que nadie puede vulnerar ni hacer menos lo que opinen, que hay que caminar con la consciencia tranquila.

 

Este fin de semana pasado fue la vez más reciente de nuestro encuentro porque ya algunos de ellos vuelven a su país de origen y queríamos despedirnos, estuvimos todos y en pocos meses de no habernos visto han crecido demasiado, unos más altos, otros con la voz gruesa, otros con sus características físicas cambiadas y todos con su forma de ser intacta, bueno, con conocimientos nuevos. Y esta vez fue mágico todo, lloré un par de veces de la risa y de nostalgia; hubo lágrimas de allá y de acá; hicimos planes divertidos y arriesgados; comimos muchas cosas y vivimos a nuestra forma, como ya es tradición.

 

Quiero dedicarles este escrito a mis niños, no me importa la edad que puedan tener, siempre serán mis niños. Quiero que, si me leen sepan que son importantes para mí, quiero que sepan que mi vida es otra desde que los conocí, que las cosas que vivimos estarán tatuadas en mi alma para siempre, que son increíbles; quiero decirles que sin importar el tiempo o la distancia siempre estaremos conectados a esos recuerdos tan increíbles que construimos en todos estos años. Quiero también agradecerles por su confianza, que cuando no han sabido que hacer me han llamado a la madrugada llorando a pedirme un consejo porque saben perfectamente que ahí estaré siempre para ellos; quiero agradecerles por los regalos, las flores, las manualidades y todas las maneras que han encontrado para expresarme su amor; quiero agradecerles por esos abrazos tan hermosos que recibo siempre que me recuerdan que hay que seguir trabajando por cambiar las cosas; quiero agradecerles por los juegos bajo la lluvia, por el barro en el que nos arrastramos, por las piscinas y ríos que descubrimos, por las raspaduras y por los paisajes que vimos; quiero agradecerles por darme tanta dicha y tanto amor.

 

No sé si estas palabras sean suficientes para expresar todo lo que siento, pero es una pequeña aproximación a ese sentimiento. Que la vida nos permita seguir encontrándonos cada tanto para fundirnos en abrazos y carcajadas interminables, y que nunca nos falten lágrimas en los ojos para llorar cuando así lo queramos, sin importar el motivo. Que el amor que nos tenemos sea tan fuerte para esperar hasta un nuevo encuentro.

 

Jean Pierre

PASAPORTE

No existe mayor condena que nacer en un país en donde existe un estigma tan grande que cuando sales de él y en otro lugar con solo ver tu documento de identidad ya hay mil alarmas encendidas. Y es que lo veo como una condena porque parece no acabar, ya tengo mi discurso de como responder ante cada cosa que me dicen, ya sé con exactitud cuáles serán las preguntas que las autoridades migratorias me harán y también sé muy bien cuáles son las preguntas que me harán en la calle cuando me escuchen hablar. Debo aclarar que esta condena es agridulce, porque soy el más fan de mi país, Colombia vibra en cada parte de mí, amo mi ciudad, mis océanos, mis selvas, mis montañas, mis desiertos, mis ríos y mi gente; todo esto es lo dulce del proceso. Lo amargo es con lo que inicié el texto; en cada fiesta a la que voy lo primero que hacen al saber mi origen es pedirme una dosis, o para la gran mayoría de personas la referencia que encuentran del país es aquel que inició tan grande negocio y que no vale la pena decir su nombre en este escrito.

 

He aprendido a esquivar ciertas balas y sé como jugar con ellas; sé quien soy y quienes somos; sé que hay mas buenos que malos; sé que gracias al arte cada vez tenemos nuevos y poderosos referentes que llevan nuestra bandera en lo más alto; sé que es mi responsabilidad y la de todos los compatriotas poder cerrar de a pocos la brecha de la desinformación y la ignorancia. No es fácil querer ser un viajero perdido por el mundo y tener que rendir cuentas en cada lugar en el que paro; o cuando en carretera me detienen con mis amigos y al enterarse que hay un colombiano todos los protocolos deben ser más minuciosos; no es fácil llegar a un aeropuerto y que las peguntas sean persuasivas y dudosas.

 

Tengo una postura muy firme contra las drogas, jamás en mi vida he probado ninguna y espero no hacerlo y no por sentirme superior a nadie y no me importa quien lo haga y quien no; mi punto va porque mi país lleva décadas en guerra por la misma cuestión, llevamos miles de muertos y desaparecidos por este negocio, tenemos una sombra gigante que nos persigue a cualquier territorio al que entramos y estoy muy cansado de los mismos chistes estúpidos referente a mi procedencia. La guerra nos arrebató años de desarrollo; nos quitó la tranquilidad de poder andar en cualquier calle sin estar prevenidos; nos quitó familiares, amigos; nos quitó la libertad para poder entrar a muchos países; nos dejó un daño social interior irreparable y nos dejó una mancha de sangre gigante en nuestro pasaporte.

 

Con el tiempo se han ido acumulando sellos y es más fácil entrar a algunos lugares, es como si fueran la carta de recomendación que dice que puedo pasar y me iré, pero no puedo evitar sentir molestias en algunos casos. Recientemente he viajado con 3 personas, cada una de un país diferente, y no puedo evitar sentir algo de celos, para ellos todos es fácil, sin preguntas, sin dudas, sin sospechas; sólo a mí me miran extrañamente; sólo el colombiano es el posible terrorista, secuestrador y todo lo relacionado al delito. Siento envidia de esa tranquilidad del libre transito en cualquier lado al que quiera ir, supongo que es algo con lo que me he ido acostumbrando pero que nunca dejará de sentirse raro, incomodo y triste.

 

Colombia es un país extraño, mágico, acelerado, indomable, rebelde, ruidoso, diverso y mil adjetivos más que lo hacen tan especial. Creo que no me cansaré de invitar a muchas personas a descubrirlo; siempre procuro ser el guía turístico para todo aquel que lo desea; siempre estoy hablando y presumiendo mi país; voy pregonando toda la diversidad que tenemos y lo que podemos ofrecer; somos un pedazo de tierra llena de gente amable y con un sentido del humor muy pesado; siempre hay comida en casa para el que llega sin avisar; hay un abrazo cálido esperando a darse; todos son bienvenidos sin importar nada. Somos conscientes del rezago que la violencia ha dejado, pero también somos fieles al propósito de un cambio como sociedad que nos ayude a llevar a cada rincón con orgullo nuestro pasaporte.

 

Jean Pierre

VIAJERO

Entre enero y febrero del año 2022, llegaron 2 personas mágicas a mi vida como la mayor manifestación de “todo pasa por algo”. En un momento crucial en la toma de decisiones de a donde debía ir y que quería hacer con mi vida aparecen Jerónimo y Javier, el primero con 20 años, Argentino, huyendo de la monotonía de su pequeño pueblo, atravesando fronteras cerradas por el covid, una mirada llena de inocencia, una forma particular de agarrar la cuchara, una sonrisa que conquista a todo aquel que le mire, un cuerpo fuerte, con todas las ganas de devorarse el mundo entero; el otro, Javier, Español, 26 años, un poco más bajo que yo, con los ojos color mar caribe, un sentido del humor muy de su país, un toc con las llaves, deseoso de aprender a bailar salsa, con un corte de cabello muy ochentero. Ambos distintos entre sí, cada personalidad alejada la una de la otra, ambos cambiaron mi vida para siempre y descubrí algo que nos unió eternamente, ser viajeros.

 

Con Jero me fui a México, recorrimos muchas cosas juntos, mil aventuras, peleas, ningún secreto existe entre los dos; las cosas más íntimas conoce el uno del otro; aprendimos demasiadas cosas juntos en el tiempo que compartimos; lloramos muchas veces en nuestras charlas eternas. Jero es mi hermano hombre que nuca tuve, cómplice de cada hazaña, dos niños jugando a pintar paredes; pensar en él es recordar lo que se siente cuando te haces debajo de un árbol muy grande mientras fuera de su sombra hay un sol cálido y poderoso.

 

Cuando Javi se había ido de Cali y se enteró que me iba a México, canceló su viaje por el caribe y fue a casa a despedirse de mí y nos prometimos encontrarnos en algún momento. Un año después me siguió por Argentina, Uruguay y Brasil, vivimos cosas que no creo sucedan dos veces, recorrimos mochileando muchos kilómetros. Javi es el mayor sueño hecho realidad, o bueno así lo puedo describir; nuestros silencios decían quinientas millones de palabras, aprendimos a leernos, a compartir cada espacio habitado por nuestros cuerpos, Javi me mostró una cara que no conocía del amor, me pegó un poco su acento y prometí seguirlo como siguen los puntos finales a todas las frases suicidas que buscan su fin.

 

Y en algún momento los 3 debimos despedirnos, cada uno siguiendo su corazón y su propia ruta, Javi está en España, Jero en Suiza y yo en pocos días estaré en el lugar donde todo empezó. Aún no me acostumbro a las despedidas, pero voy aprendiendo a entender esta sensación de vacío tan gigante que queda, que es como un hueco que abarca el estómago y el pecho. Hay días que duermo con el suéter que Javi me dejó para que su ausencia no sea tan drástica y de a poco pueda acostumbrarme a que ya no hay a quien darle un beso en la frente todas las noches y darle la bendición; o acostumbrarme a que ya no tengo con quien desayunar; o acostumbrarme a que ya no hay alguien a quien acariciar las horas que pueda durar una película. En mi computadora tengo dos carpetas con fotos llamadas “Jero y yo” y “Javi y yo”, de vez en cuando entro en ellas a revivir el instante en que se capturó ese momento.

 

Morir o irse, no hay mucha diferencia entre ellas. Las partidas, sean cuales sean, son dolorosas, tristes y amargas; con el tiempo el recuerdo se hace difuso; nuevas personas llegan; nuevas rutinas, amores y amistades; con el tiempo duele un poco menos y luego la herida queda sellada con una cicatriz gigante que nos dice que, aunque ya no estén, ahí hubo algo.

 

Toda esta introducción me sirve para dar algunas conclusiones que he podido experimentar por medio de las despedidas. 1. No hay que guardarse nada, el amor entero debe entregarse, cada palabra debe decirse, cada cosa debe manifestarse, no hay que tener deudas emocionales con nadie porque esas deudas son las que provocan llantos desconsolados a medianoche. 2. Esta única oportunidad que tenemos de existir no se puede desperdiciar en banalidades, hay que abrazar lo malo y lo bueno; hay que bailar en la carretera bajo el ardiente sol o cantarle canciones de cuna a la lluvia. 3. La ruta nunca desampara. 4. Moverse solo generará cambios, quedarse quieto solo establece unas bases irrompibles que amarran y no permiten volar.

 

A Javi y a Jero pensé en dedicarles un libro, un cortometraje, videos en redes sociales, mil fotos, mil palabras y este texto. No encuentro aún la forma completa en la que pueda agradecerles todo lo que son en mi vida, quizá no sea mucho esto, quizá sea demasiado, quizá solo sea y sé que existen más palabras para describir todo esto que siento y en el camino las iré descubriendo y probablemente las escribiré seguido, por ahora quédense con esta carta para un viajero.

 

Jean Pierre

PARANÁ

No me lo han preguntado y yo ya estoy diciendo que PARANÁ es mi ciudad en la Argentina, este país me ha dado mucho, pero esta ciudad me ha dado la vida, me ha dado las ganas de comerme el mundo entero y es que mi verdadero camino artístico empezó aquí y una cosa llevó a otra, y luego a otra y otras más hasta el momento actual de este texto. El 7 de diciembre del año 2018 mis pies tocaban esta tierra; eran como las 12 del mediodía cuando llegué; el sol era tan fuerte que las calles ardían y mientras esperaba a que llegaran a buscarme a mí y a mi gran maleta roja llena de toda mi vida y mis sueños de empezar una historia en un país distinto al mío, sentía como toda la gente me miraba extraño porque era pleno verano y las personas usaban ropa muy cómoda y yo con un jean negro y una camisa de traje blanca, sudando hasta por el cerebro. Luego de unas horas me junté con otras personas que venían a lo mismo, un festival de cine, había gente de todas partes, Francia, España, Brasil, México, Argentina, Colombia, etc. Tuvimos noches de fiestas, mucho arte por todas partes y mi facilidad para hacer amigos me permitió generar vínculos que hasta el día de hoy tengo en la medula.

 

En esas noches me enamoré de la cultura, las personas, los colores y todo lo que fuese relacionado a estar aquí; a los dos días ya decía “sho”, “vite”, “boludo” y todo porque quería ser de aquí y lo fui y desde ese entonces mi vida es otra. Siempre he dicho que estoy en deuda con la ciudad y procuro hacer lo que sea para retribuirlo; intento hacer arte y apoyar los artistas locales; procuro contar todo sobre este lugar para que vengan más personas; he traído varios extranjeros que no sabían que existiera una ciudad con ese nombre que no fuera un lugar de Brasil. Y cuando estoy fuera del país solo quiero volver a mi casa, mi casa paranaense, a sentarme a disfrutar los atardeceres más hermosos de la tierra; quiero volver para seguir conociendo personas como lo hago todos los días; quiero volver para abrazar a aquellos que me hacen sentir amado; quiero volver para abrazar a los míos, a mis hermanos, mis amigos y mis amores; quiero volver para sentir el pecho grande y que el corazón palpite al ritmo de una chacarera.

 

PARANÁ, cuanto te quiero, cuanto agradezco tu frío y tu calor; no sabes cuan protegido me siento en tus calles; gracias por protegerme de la noche y no olvidarme; gracias PARANÁ por darme un hogar y mil abrazos que siempre están dispuestos a recibirme; gracias por los besos que se estrellan en mis mejillas; gracias por los amigos que me dicen que aquí van a estar siempre para mí; gracias por impulsarme a hacer lo que amo hacer.

 

Solo quiero decirles a todos los que me leen que hay un lugar donde el río es ancho y hermoso; existe una tierra que le canta a los instrumentos; hay una ciudad que da amor a manos llenas sin esperar nada a cambio; hay una ciudad donde todos se conocen; hay un lugar donde el folclore se lleva en la sangre y el termo va debajo del brazo hasta en la fila del supermercado; hay una ciudad donde hombres y mujeres son preciosos en todas las definiciones de la palabra; hay una ciudad que es mía y a la que siempre llevaré en mi pasaporte de la vida.

 

Este escrito se está realizando a pocos días de dejar el país y mil emociones de apoderan de mí, todos estos 4 meses he tenido la sensación que si necesito refugio puedo volver a la ciudad, pero pronto estaré lejos, en otros hogares, en otras casas que también siento mías; pronto empezarán nuevas historias para mi diario de la vida y pensar en la idea de no volver a caminar por la costanera a ver el sol ponerse me hace pensar si vale la pena irse. Es hermoso poder encontrar a los míos a cada lugar que voy y es más hermoso aún poder ver como el tiempo hace que esos que llamo míos sean cada vez más cercanos, más íntimos, más cómplices, más familia, más todo.

 

Si pudiese volver el tiempo a aquel 15 de agosto del 2018 cuando decidí que venía a esta ciudad sabiendo todo lo que sé ahora, quizá me vendría al día siguiente. No me arrepiento de nada, agradezco todo lo vivido y recibido; agradezco tanto amor y tanta energía; agradezco los domingos de comida familiar y los bailes hasta que llegue la policía; agradezco las risas que provocan mini infartos. Definitivamente si pudiese volver en el tiempo, te elegiría mil veces, PARANÁ.

Jean Pierre

SILENCIO

Todos los que me conocen saben que la prudencia no es mi mayor virtud, la prudencia al hablar sobre todo; siempre tengo un comentario que hacer, acertados y muy erróneos; mi lengua me ha llevado a cometer los desaciertos más grandes jamás pensados; he herido a muchos con mis palabras; he destruido grandes relaciones por lo que puedo llegar a contestar, pero también estoy seguro que he logrado edificar mucho a raíz de esa llamada imprudencia; las palabras que he gritado pro justicia han llegado a oídos que necesitaban oírlas; he defendido a muchos sin importar las consecuencias y también he podido dignificar la existencia de aquellos que me rodean a través de mis discursos sin filtros.

 

Sería muy egoísta de mi parte crecer y no analizar las conductas que me afectan desde todos los francos, sé muy bien quien soy y quien jamás seré; sé a dónde debo ir y de donde sacar mis narices; sé lo que mi ruido genera, pero también soy consciente de las consecuencias de mi silencio, y es que descubrí la forma en que puedo protegerme y proteger a los demás en el silencio, la ausencia de mis retumbantes gritos es más fuerte que mil elefantes juntos. En muchos momentos de mi vida, demasiados momentos diría yo, he sido muy reactivo, explosivo, cualquier inconformidad o molestia era el detonante para una diarrea de palabras y movimientos, que, de muchos me arrepentí varias veces y otros me llevaron a la distancia absoluta de aquellos que amaba, todo por no saber mediar entre aquello que salía de mis labios y yo.

 

Siempre supe que decir todo lo que pensara era algo necesario para sanar el alma, nunca tuve miedo de decirle a quien me gustara lo que sentía, nunca tuve miedo de mostrarme como soy, nunca le hui a la confrontación, nunca me escondí por mis sentimientos, siempre atento de no callarme nada y entonces creemos que decirlo todo de la forma en que sea es bueno, y pretendemos que no tener filtros es una virtud; pensamos que justificarnos con el “así soy” es válido y no, es una mierda pretender decir las cosas y que no haya consecuencias, es una mierda ir por la vida pregonando “verdades” que solo a nosotros nos parece y no pensar en el otro, no es justo transitar la existencia dejando dolores en el que amamos o en el que sea.

 

Me tomó años entender conceptos como la inteligencia emocional, la comunicación asertiva y no violenta; me tomó demasiado descubrir que callar era necesario. Y entonces lo puse en práctica, y todo cambió, para bien y para mal, pero cambió; aprendí a silenciarme cuando fuese necesario; a no hablar cuando mi cabeza está caliente, prefiero irme antes de decir cualquier cosa que sé va a herir a otro; también entendí que las conversaciones no acaban cuando se dice la última palabra, sino que pueden postergarse hasta cuando acomodemos nuestras ideas y podamos expresarlas en el momento en que no haya daños colaterales; también aprendí que aquellos que nos importan no tienen por qué  soportar el que no queramos cambiar actitudes dañinas, la censura es una buena forma de corregir y si aquellos que nos rodean no entienden que hay cosas que ya no sirven, entonces hay que alejarse para que entienda que, o cambiamos o nos hundimos solos, porque a nadie podemos arrastrar a nuestro infierno de ego.

 

Es un camino que recién empieza y estoy poniendo en marcha; obteniendo muchos resultados muy diversos; no puedo afirmar que haya logrado esto de saber cuándo hablar al 100%, pero lo estoy construyendo, voy caminando lento y con paciencia; a veces no puedo controlarme, pero intento esperar; intento que la razón pese siempre ante la emoción; intento salvarme de mí mismo; intento conservar eternamente mis vínculos; intento mejorar cada día; intento buscar silencio.

 

Jean Pierre

SER HOMBRE

Creo que las definiciones que hemos dado en el transcurso de la humanidad a esta frase me hacen ruido, no logro sentirme cómodo o identificarme con eso, “sé un hombre, Jean Pierre” me dicen cuando de tomar  decisiones se trata, o cuando debo tener una postura firme respecto a algo, porque según muchos, la firmeza es la hombría, así como dicen que lo es la violencia, lo inoperante, la ausencia de emociones frágiles o cualquier cosa que pueda dar pinceladas de feminidad, asumiendo lo femenino estrictamente a la mujer y no como un componente complementario.

 

“los hombres no lloran”, “un hombre de verdad no haría eso”, “el cabello largo es sólo para mujeres”, “no grites así”, “no camines de esa forma”, “que no se den cuenta de tus gustos”, “ese tipo de ropa no es de hombres” y un millón más de comentarios neandertales como esos me persiguen a diario; en cada cosa que hago o digo; en mis decisiones; en la forma en que me comunico; en la manera en que expreso mis sentires, buenos o malos. En cada cosa que rige lo que soy siempre hay un comentario donde se menciona la hombría como opuesto a eso que estoy realizando, al parecer estoy yendo en contra de todas las reglas establecidas para ser hombre, un hombre de verdad.

 

¿Me hace menos hombre aquello que decida hacer con mi cuerpo?, ¿mis gustos reducen el concepto hasta desaparecer?, ¿se puede dejar de ser hombre?, es que tengo muchas dudas que no logro aclarar y quizá esto que escribo es solo la forma de intentar acomodar mis ideas. No me siento cómodo asumiendo ninguna postura cuando de este tema se habla, pero estoy seguro que se puede resignificar lo que esta palabra abarca, yo estoy construyendo mi propio concepto. En escritos anteriores he dicho que todo lo que me define es mi nombre, porque ahí está condensado todo lo que he construido en estos 29 años, pero por cuestiones burocráticas debo poder asumir un rol, un género, una identidad sexual y mental. Y entonces me siento a analizar todo lo que se dice que es un hombre y vuelvo al punto de inicio, no sé si lo soy, mis genitales no me dan la respuesta, pero tampoco el lugar donde estoy, ni la gente que cohabita conmigo y el ciclo vuelve a iniciar.

 

Socialmente hay una carga interesante y una responsabilidad en el rol masculino y eso ha llevado a construir esa coraza casi impenetrable que hace que los hombres busquen un refugio en lo oculto, en lo que no se puede mostrar, porque mostrar de más es exponerse y quien se expone está vulnerable, asumiendo la vulnerabilidad como la mayor de las debilidades, pero yo creo que exponerse es tan necesario como sacar la ropa al sol para que se seque; exponerse nos permite liberar todo sentimiento de atadura; nos ayuda a caminar fluidos y a quitarnos lo rígido de los brazos; no hay nada malo en desnudar el alma y poner al escrutinio nuestras decisiones; es lindo hablar de lo que se siente, lo que molesta, lo que duele y lo que hace feliz; está bien abrazar a otros hombre con toda la fuerza de nuestros huesos; está bien hacer dramas y expresar con toda la intensidad aquello que nos hirió; no es malo amar a otro hombre y no te hace menos hacerlo. Yo siento que todo lo que nos haga felices hay que hacerlo, sin importar las reglas estúpidas que hayamos creado o que creamos que son las únicas, quizá algún día podamos construir una verdadera y cómoda definición de lo que es ser hombre.

 

Jean Pierre

LA INTUICIÓN

He empezado hace ya bastante tiempo a hacerle caso en todo momento a mi intuición, es que no me falla, y cuando lo hace me enseña a estar más atento.  A veces cuando necesito la claridad para lo que sea, me detengo un momento y le digo que me guie, que oriente mis decisiones, mis elecciones, mi camino y me dejo ir al vacío.  No sé cómo describirla, no sé qué es, no sé cómo nace o si solamente nos lo estamos inventando, pero es algo que se siente en algún lado del cuerpo (que aún no logro descifrar que parte exactamente) y aparece justo en el instante previo a algo que pueda alterar el orden de todo y nos dice si precisamos detenernos, o no confiar en aquella persona, o no dar ese paso, o devolvernos, o aventarnos a la aventura; nos dice de que es mejor abstenerse, huir o fluir.

 

Algunas personas la tenemos mas desarrollada, me incluyo en ese grupo de personas porque somos buenos amigos; Otras personas no saben que la tienen; otras la ignoran y algunas saben que la tienen, pero deciden dejarla ir. En esta vida que he decidido llevar, en la cual vivo al borde de la suerte, la confianza en la ruta y el deseo insaciable de hacer arte, he podido entender que no todo lo puedo hacer; que hay opciones que deben tomarse; que hay planes que deben cambiar; que hay cosas a las cuales renunciar. Y es precisamente ahí que encuentro muchas respuestas, nos aferramos a no renunciar, sabiendo que hay cosas inviables; que hay personas inconocibles; que no es necesario cumplir ciertos objetivos y entonces, aparece como una revelación, algo recorre todo nuestro cuerpo hasta que se detiene en algún lado del cerebro y te dice “para, espera, detente, ve, camina, corre, grita, arrepiéntete” y al pasar el tiempo, que pueden ser solo unos segundos o varios años, nos damos cuenta que no nos equivocamos, que esa corriente que nos invadió tenía la razón. Y a veces rabiamos porque decidimos hacerle caso a algo que no es comprobable y la cabeza se llena de pensamientos de frustración, hasta que en un momento entendemos que era lo que debía pasar, que no nos equivocamos en las cosas que no corresponden al plano de la razón; que esa elección fue acertada y empezamos a confiar más en lo que eso nos grita.

 

No podría arriesgarme a dar un diagnóstico, pero si algunas conjeturas de donde puede venir, quizá las personas con mucha sensibilidad logran desarrollar ese otro nivel de lo sensitivo, ese que no se puede palpar; otra razón es que aquel que es muy observador puede ver todos los escenarios posibles, las probabilidades y como entiende de comportamiento también puede leer a los demás; quizá, una opción más cursi, es que cuando confías plenamente en lo que pueda pasar, esa confianza se llena de seguridad y la seguridad se permite sentir miedo, para fortalecerse, protegerse y sabe en que momento entrar al ruedo, la confianza se basa también en el conocimiento pleno de nuestro ser y de las mil formas que tenemos los seres de relacionarnos; algo más esotérico nos puede invitar a creer en las energías, el universo, la vibración de todo lo que existe y cómo esa vibración se conecta con nuestra sensibilidad.

 

Tantas cosas se podrían decir, algunos se lo atribuyen a la magia, otros a la pura suerte, a las casualidades, a Dios, al amor, a la desconfianza, a la experiencia de similitudes previas, a las circunstancias dadas, al inevitable destino. A muchos les cuesta entender que aquello que no tenga un significado claro no es creíble. Tantas interpretaciones, posturas y todas tan validas, como lo es dejarse guiar por la intuición.

 

Jean Pierre

HOGAR

¿Cuál es mi casa?, ¿dónde está mi hogar?, ¿a qué lugar pertenezco? Hasta hace unos meses tenía respuestas a estas preguntas, pero hoy no sé a dónde ir, ahora me cuesta pensar en que debo volver a un lugar ¿para qué?, mi casa soy yo, mi equipaje, los paisajes que tengo guardados detrás de las pupilas; mi hogar duerme conmigo todas las noches en un espacio distinto. Ya no tengo una bandera a la que quiero defender, más bien hay muchas que quiero amar. No entiendo la necesidad de volver a un punto que pueda pensarse como el origen o el lugar seguro. No me interesa llevar mis anécdotas a alguien que no sea mi consciencia.

 

No quiero sonar abandonado, porque no lo estoy, yo sé que siempre puedo volver con mi familia, sé que hay muchos lugares que me esperan con los brazos abiertos, pero algo dentro de mí no quiere volver, ese algo ya se acostumbró a fluir y ya no le tengo miedo a la noche y sus consecuencias; ya no hay incertidumbre de que pueda pasar al día siguiente; ya no hay sensación de soledad; ya se pasó esa barrera que me obligaba a volver a mi cama, que me hacía sentir vulnerable y gritaba por el calor de la ciudad en la que nací, pero que ya no es mía.

 

He ganado tanta confianza en el poder de mi ser que detenerme sería un atentado contra la voluntad del universo; cada día descubro esas capacidades que pueden expandirse a donde yo quiera, mi limite soy yo y quizá uno que otro control migratorio. Estoy plenamente convencido que ahora que he experimentado los dolores más grandes, las humillaciones posibles, las traiciones más inconcebibles, las hambrunas más adelgazantes, las caminatas más largas, los climas atormentadores, las tristezas más profundas, las rabias más catastróficas y el amor más puro, nada puede derrumbarme; ya el cuerpo pasó esos límites y ahora soy yo quien decide hasta donde puedo llegar; ahora los días grises me parecen hermosos; ahora el atardecer sin sol me muestra otros colores que no había podido apreciar correctamente por andar pensando solo en el naranja de las 7 de la tarde; ahora no tengo miedo a declarar mis sentimientos a nadie, porque lo que siento sólo me pertenece a mí y dejarlo dentro no tiene sentido; ahora puedo decir que NO sin que me tiemble la voz; ahora puedo irme de cualquier lugar sin esperar a que los demás quieran irse.

 

También otra razón de negarme a volver es la evasión de ciertas responsabilidades, quizá comprometerme de lleno con algo ahora me cuesta luego de haber experimentado lo anterior. También pienso que ciertas cosas de ser grande no van conmigo, de pronto no he superado ciertas etapas o quizá algo muy acertado es que los 30 me están persiguiendo y esos últimos instantes de veinteañero los quiero exprimir como si de eso dependiera la última limonada de la tierra.

 

Lo que sí sé y de lo que estoy seguro es que ahora que he saboreado tantas cosas, dulces y saladas, voy a por más; sé que ahí afuera hay más texturas y me muero por sentirlas; sé que hay un mundo gigante de posibilidades y quiero tomarlas todas; sé que el arte seguirá siendo piedra angular de mi existencia y eso no lo cambiará nada; sé que volveré a lo que un día llamé hogar, pero construiré nuevos a donde quiera que mis pies pisen.

 

Jean Pierre

PUNTA DEL ESTE

Hace unos días tuve una discusión larga que se extendió por varios días y en la cual salieron algunas emociones y posturas fuertes con un amigo, nuestra discusión se basaba en yo intentando explicarle que el sol salía por el este y se ocultaba por el oeste, y con mis manos intentaba dibujar una brújula para orientarlo, él desde su vista y la forma en que lee los mapas me decía que yo estaba errado y que como  lo hacía  lo estaba marcando como si Punta del Este estuviera en el oeste, muy ilógico la verdad. Y todo esto se puso medio descontrolado, los dos estábamos en lo correcto, ambos estábamos hablando del mismo tema, pero desde una perspectiva distinta; cada uno sin poder hacerle entender al otro que estábamos en lo correcto, pero lo estábamos viendo desde el punto de vista personal y en nuestra terquedad no queríamos escucharnos, como sea nuestra opinión es la única válida, porque estábamos seguros de lo que decíamos y necesitábamos que el otro entendiera de su “error”.

 

Y eso me llevó a sobre-pensar las cosas, a veces mi cerebro inquieto encuentras en la ducha las palabras correctas que tuve que haber dicho en la discusión y como ya no sirve de nada volver a ese tema, prefiero escribirlo. Hoy escribo un poco desde la razón y un tanto alejado de lo emocional, ya que me emociono demasiado cuando creo estar en lo correcto; que difícil es la comunicación cuando tenemos la cabeza caliente, que difícil expresar una idea cuando no encontramos la tranquilidad para hacerlo y cuando el interlocutor está actuando igual que tú.

 

En este planeta lleno de perspectivas, quedarse con una sería el mayor acto de egoísmo posible, el mundo no es blanco o negro o gris; no hay una única forma de hacer las cosas, aunque socialmente hayamos acordado que muchas cosas podemos hacerlas igual; no se aprecia la playa solo desde la costa, también podemos verla desde una boya; no podemos pensar que el horizonte es el fin del océano; la montaña más alta no es lo más arriba que podemos llegar; el dolor nunca duele lo que podemos soportar y nunca amamos lo que estamos listos para amar; no hay una sola fórmula para nada; todas las formas, colores, apreciaciones, gustos y movimientos son necesarios para sacarnos de la comodidad del mundo perfecto que creemos existe y justamente es ahí a lo que voy, cuando alguien logra sacarnos de esa única forma de entender la vida nos desequilibramos y nos hace ruido pensar que no es todo como lo construimos, y es hermoso, sentirnos débiles, molestos e irritados es precioso, no hay nada mejor que estar equivocados, o estar en lo correcto y tener que obligar a nuestra cabeza de buscar mil caminos para transmitir lo que queremos informar. Ponernos al límite de la creatividad es necesario para dejar de sentir que estamos listos.

 

Jean Pierre 

EL ESPEJO

El trabajo constante del artista es mirarse al espejo para poder crear y entender las distintas formas en que podemos hacer algo, analizar las expresiones de llanto, felicidad o el más mínimo detalle; debemos poder mirarnos a los ojos y exponernos ante nosotros mismos, perdiendo vergüenza, afrontando miedos, soltando emociones y mil cosas más. Ese escrutinio debe hacer parte de cada proceso creativo y de vez en cuando para ponernos nuevos retos, pero ¿qué pasa cuando no es el artista sino el ser quien se enfrenta al espejo? Que duro, arduo y difícil proceso es poder vernos a los ojos y reconocer o identificarnos con ese que está del otro lado, ver como el tiempo deja su huella en nuestros parpados y mejillas, es difícil entender que algunas sonrisas ya no están o algunas lágrimas son más continuas que en otro momento. El reflejo del espejo no es más que la evidencia de lo que la vida ha hecho sobre nosotros, lo bueno y lo malo; lo que cambió o lo que se conservó.

 

Hace mucho no me enfrentaba al espejo de una forma profunda, y me destruyó, me dijo un millón de insultos, me golpeó en la cara, me aterrizó a un mundo al que le he huido por mucho tiempo, me hizo sentir adulto, me mostró las secuelas del sol, del frío, de las rabias; ese espejo implacable me dijo todo lo que no quería escuchar, me mostró mis ojos cansados de intentar, me mostró lo patético que he sido, me hizo menos meritorio de amor, me cuestionó todas mis decisiones y me sumergió en todo lo que me he guardado. Estuve por largos días buscando y dándole significado a todas esas revelaciones que tuve y llegaron a mi muchas conclusiones, una de ellas es que he sido una gran víctima de mí mismo, no me doy cuenta de lo poderoso que puedo llegar a ser y por andar jugando al que más sufre no entiendo lo afortunado que soy de tener una familia como la que tengo, de tener calidad en mis amistades, de poder recorrer tierras con la facilidad que pocos pueden, de poder conectar con miles como si fuera un don.

 

La segunda cosa que concluí es que no puedo luchar ni pretender cambiar mi esencia, que ese Jean Pierre que a unos cuantos fastidia es el mismo que a muchos más fascina y encanta. No puedo dejar de ser yo jamás, mis gritos, mis risas, mis abrazos tan cálidos, mis palabras, mis rabietas, mis bailes, mis espectáculos, mi arte, mi imprudencia, mis equivocaciones, mis ocurrencias, todo aquello que ha forjado mi personalidad en estos 29 años es lo que soy y seré y es impajaritable, aunque me cueste entenderlo.

 

Lo tercero es que el tiempo es indetenible, que mi cuerpo seguirá teniendo cambios, que debemos aceptar que hay cosas que ya no podemos hacer y que otras podemos implementar, que debemos cuidarnos en todos los planos; nuestro cuerpo responde a todo tipo de estímulos, cada quien decide qué tipo de estímulos consume; soltar cosas del pasado es vital para poder agarrar muy fuerte todo lo que se viene

 

Y por último, la mayor conclusión que puedo sacar es que es un acto suicida pretender ser adultos estructurados, con una única forma de vestir, caminar en las calles sin bailar; es suicida no ser niños por siempre; es antinatural reprimir un grito de felicidad o rabia; no me imagino dejando de hacer estupideces, es que en mi mochila hay un millón de anécdotas con las que quiero morir antes que convertirme en alguien que solo viva de recuerdos de aquello que solo pasó una vez.

 

Jean Pierre

MI REPUTACIÓN

Tan pisoteada y venerada, destruida y glorificada, pero nunca oculta; buena o mala, pero al final del día mencionada. Desde los 15 años empecé a entrometerme, a veces donde no me llaman, en muchas cosas, un activismo extraño en causas igual de extrañas, siempre me gustó hablar mucho, nunca aprendí a ser prudente, razón por la cual he terminado en muchos aprietos, me gusta gritar, no me gustan las injusticias y por andar defendiendo a otros he sido odiado y amado de diferentes maneras, la he cagado un par de veces con acciones donde no he sabido comportarme. Tengo un genio que a veces ni yo me aguanto, me gustan las confrontaciones, amo incomodar a otros y terminar enfadado, en momentos huyo de las discusiones donde no estoy listo para afrontarlas o prefiero escapar de lo que sé estoy a punto de decir para poder cuidar al otro de mí mismo. Me gusta aceptar cuando he perdido, pero estoy dispuesto a defender mi postura hasta que haya una verdad más convincente. He lastimado emocionalmente a muchos y también he podido enaltecer lo magnifico de miles más. Soy irritante la mayor parte del tiempo, muchos se cansan de mis actitudes, a otros les divierte. Le temo al compromiso y muchas responsabilidades no las he cumplido, mucho se dice de mí, algunas cosas ciertas, otras definitivamente falsas, soy mucho de lo que se dice, pero jamás desleal.

 

Procuro andar siempre con la verdad, el 99% de lo que muestro a los demás es por completo lo que soy, me muestro real y sin máscaras. Hace un tiempo alguien me insultó porque conté algo de ella y alguien le contó lo que dije, cuando conté esa historia lo hice como si esa persona fuera una heroína, me sorprendía que alguien pudiese hacer tanto por los suyos, pero cuando llegó a ella la información estaba un poco alterada y modificada a la conveniencia del locutor, eso definitivamente me hizo entender la razón de tantos odios despertados, no solo hacia mí, sino cuando le pasa a cualquier otro ser, podemos consagrar la reputación de alguien con el tono en que contamos la historia, en las imágenes que mostramos, podemos destruir lo que alguien es con solo agudizar la voz o ensanchar el pecho al momento de la narración; cuando escribimos el intérprete entiende lo que quiere y así de labio a oído, creando fanáticos y detractores.

 

Hace un año viví quizá la etapa más difícil de mi vida, mil cosas pasaban y de repente para completar el caos mi reputación estaba en el suelo, aquellos que no pueden dar la cara o afrontar sus acciones se encargaron de decir lo que quisieron, me afectaron cosas porque no esperas que esos que fueron tu familia terminen en tu contra por quien sabe qué razón, y de repente, llegó la luz, la tranquilidad, la paz, aquellos que me conocen de verdad me dieron la mano para seguir caminando firme y poder resurgir, ellos se merecen todo mi respeto y amor; y si es que hay un Dios que cuida y cura, le pido todos los días para que no los desampare.

 

He sido víctima de mis palabras un millón de veces. El arte, ser muy social, hablar mucho, tener mil amigos, estar a cargo de personas, ser jefe, líder y todo aquello que genere estar expuesto obviamente generará mil comentarios, unos aprenderán mucho y lo agradecerán, otros te odiaran como al mayor enemigo. Aprender a seguir fiel a los ideales y los pensamientos a pesar y gracias a todo lo que hay alrededor, es una prueba interesante que el universo nos pone para ver si logramos salir vivos al momento de enfrentar la muerte.

 

Amo los gatos y no me gustan los perros, soy buen amigo, me gusta viajar, tengo un vínculo muy fuerte con mis papás, me da miedo la oscuridad, la música hace parte de mi existencia, no me gusta dormir solo, sueño con casarme y tener 8 hijos; amo actuar y dirigir, me gusta la cocina, a veces puedo parecer una causa perdida, a veces brillo como el sol, lloro por todo, me gusta ver el atardecer, me considero muy simple, pero soy muy complejo a veces, nunca me abstengo de decir lo que siento por los demás, he logrado cosas únicas, he perdido oportunidades valiosas, quiero una casa al lado del río, amo ser yo y prometo seguir haciendo cosas que dañen o favorezcan mi reputación.

 

Jean Pierre

A MIS HERMANAS

Desde que tengo uso de razón mi mamá y mi papá han trabajado, siempre desde que sale hasta que se esconde el sol, y trabajo duro, pesado, sin descanso, más la crianza de 3 hijos pequeños, cada uno con sus diferencias y necesidades distintas. Y quizá desde muy chicos comprendimos que la mejor, o la única manera de corresponder con todo eso, era intentar ser buenos hijos, no dar tantos problemas, y vaya que dimos muchos, pero intentábamos en lo menos generar dolores de cabeza para mis papás. Ahora en esta etapa de la vida entendemos que mucho de eso que hicimos sirvió demasiado, pero hoy siento que gran parte del mérito de todo esto es de mi hermana mayor, Vanessa, quien a sus 12 años se convirtió en nuestra otra madre, una niña criando a 2 niños más, uno de 8 y otra de 6 años, solos en casa todo el día, Vane cocinaba para nosotros, no muy bien, nos robaba la carne y nos castigaba mucho, nos chantajeaba a veces para dejarnos salir a jugar con nuestros amigos, mi gran hermana mayor dio gran parte de su infancia y adolescencia a sus hermanos, aún lo sigue haciendo, aún es una mujer muy poderosa y fuerte, y siento que todas esas cosas que hizo en su momento fueron el cimiento para ser quienes somos ahora, ella con sus ideas de crear un mundo divertido para sus dos niños logró que siempre estuviéramos haciendo algo, que jugáramos, que exploráramos nuestro universo construido con cojines y sabanas, logró mantenernos a salvo del dolor y el abandono que puede generar no tener a tus padres en todo momento.

 

En mi adolescencia y en la de Nataly, mi hermana menor, nos convertimos en cómplices, en almas gemelas, y muchos pensaban que lo éramos en realidad; con mi flaca logré aprender a comunicarme con las miradas, a reaccionar al movimiento de un dedo del otro, nos forjamos juntos en esa loca etapa de la juventud donde, afortunadamente, estuvimos a salvo, esa etapa que nos forjó el carácter, la fuerza física,  los mejores años de mi vida; dormir juntos, crear coreografías de todo, actuar, tener los mismos amigos, ir a los mismos lugares, disfrutar las mismas cosas, acampar, subir montañas, explorar ríos y lugares nuevos, todo juntos, solo ella y yo, nuestros sueños, nuestras metas, ella cocinar y yo lavar los platos y compartir tantos años nos permitió crear una amistad brutal, un vínculo que solo puede fortalecerse.

 

Ahora Vane tiene 33, yo 29 y nata 27, nuestras vidas están un poco separadas, cada uno con sus planes, con sus sueños, viviendo en diferentes lugares, a veces pasan meses sin hablar, nos gustan nuevas cosas, hacemos planes cada uno por aparte, tenemos un grupo de WhatsApp donde nos hablamos acerca de reuniones familiares, de alguna que otra cosa que solo podemos solucionar los 3; ahora ellas son 2 mujeres adultas y consecuentes con su edad, yo creo que me quedé atrapado en algún año que no recuerdo con claridad cuál es, ahora ellas avanzan a un ritmo distinto al mío, ahora nuestros corazones comparten lugar con otras personas, lo bueno de todo es que ya no peleamos tanto.

 

Y aun así con todo y la distancia y el poco contacto que tenemos, serán siempre las mujeres más importantes en mi vida junto con mi madre, estoy seguro que jamás podré amar tanto como las amo a ellas, mi vida solo puede seguir su rumbo si sé que ellas están bien, todas las noches pido al universo que nos permita coexistir por mil años más. Ahora partido en mil pedazos, llorando e intentando escribir este texto, llegan a mí todos los momentos que atesoro en mí, en mi niño que se sintió muy amado y cuidado por sus hermanas, nunca me había costado tanto escribir algo como ahora, y me cuesta porque me duele saber que muchas cosas jamás volverán, me duele saber que el tiempo pasa y ya se están creando pocos recuerdos, recuerdos que puedo enumerar, porque no son tantos como quisiera. Entiendo perfectamente que la vida sigue y hay que seguir con ella, cuesta aceptarlo, pero es necesario crear nuevos caminos.

 

Gracias hermanas por seguir cuidándome, gracias por los regalos en navidad y en mi cumpleaños, gracias por los regaños, gracias por forjarme, gracias por apoyar mis sueños, gracias por confiar en quien soy, gracias por amarme, gracias por su existencia, en este momento de mi vida lo único que puedo darles son estas letras cargadas de sentimiento.

 

Jean Pierre

GRATITUD

Todos tenemos distintas formas de vivir, cada forma completamente respetable y algunas admiradas, todos decidimos, o bueno, casi todos intentamos decidir como queremos habitar este planeta, como nos alimentamos, como nos bañamos, como nos relacionamos con el otro y como despertamos a diario y cada una de esas formas y expresiones son parte de la privacidad y la intimidad de cada uno, no podemos jamás pretender cambiarlo o molestarnos por lo que cada quien ha querido hacer.

 

Justamente en la intimidad de todos pasan mil cosas y cuando alguien nos permite entrar en su espacio no queda mas que agradecer, sin juzgar, solo observar y saber recibir. Ser agradecido es lo primero que deberían enseñar en cada hogar, pero el ser agradecido no se puede manfiestar solo con palabras, la gratitud se expresa con hechos, con orden, con servicio, con lo poco o mucho que podamos hacer para quien nos permitió entrar en su hábitat, lo mas profundo de su intimidad, su familia, todo aquello que ha forjado a lo largo de su vida.

 

Procurar devolver un poco de lo recibido es la clave para siempre poder volver sin peros, el buen huesped siempre será bienvenido al regresar.

 

En mis años de viajero he dormido en mil camas, he comido en distintas mesas, hay familias a las que considero como propias, no me he quedado una sino demasiadas noches en algunos lugares y mi mayor felicidad es poder recibir un abrazo y una palabra de bienvenida siempre. La satisfacción de ir caminando tranquilo porque sé que al final de cada día siempre hay alguien que me ayuda.
Gracias a todos los que me han dejado recorrer sus espacios y permiten que sea un miembro más en sus hogares.

 

Jean Pierre

 

PERDONAR

¿Quién se inventó eso de perdonar?, ¿por qué tengo que perdonar a quien me agravió?, es que no tiene lógica, no hay sentido el darle ese privilegio tan grande a quien no lo merece, además, nadie logra perdonar de verdad, nadie lo hace con convicción, la mayoría accede a ello por un compromiso, por una idea algo errada del sanar, por salir del paso ante la presión. No estoy diciendo que haya cosas imperdonables, hay momentos donde podemos otorgarlo, pero mi idea va por otro lado, en realidad hay personas que hieren muy profundamente y no merecen nada y el perdón es algo muy elevado, no sé si eso nos da una superioridad moral, pero sí es un buen caparazón para no permitir que alguien repita lo hecho, cuando alguien nos lastima, inmediatamente nos da el poder del perdón, que solo la víctima puede decidir darlo o no.

 

Tampoco estoy con la idea de ir por la vida sintiendo el odio y la ira todos los días, no es como que vivamos solo para recordar lo que pasó, pero tampoco se trata de hacer como si las cosas no hubiesen pasado, no puedo tener buenas palabras o pensamientos de amor y positivismo para quien intentó dañar mi imagen, o para quien arruinó cosas que había construido, o para aquel que me lastimó con alevosía. No me interesa perdonar, no lo voy a hacer, así digan que no debo cargar ese peso en mi equipaje, no lo siento, no me incomoda, no voy por ahí pensando en qué cosas me hicieron, solamente que, si esa persona un día siente remordimiento y quiere mi perdón, sencillamente no lo voy a dar. Solamente yo sé lo que sentí, sólo yo conozco mi dolor, sólo yo sé las cosas que he atravesado y lo que tuve que hacer para sobrellevarlo. Y lo digo con toda la experiencia de alguien que ha hecho cosas que no merecen perdón y esa es la cruz que debo llevar por mis errores.

 

Hay mil cosas que dicen que hay que soltar, desprenderse del dolor y un montón de formas que anulan el sentir de nuestro ser, y yo creo que debemos permitirnos atravesar nuestro dolor, hay que sentirlo y sufrirlo, no disfrazarlo o maquillarlo y una vez hecho eso se empezará a ir, sanaremos, pero siempre recordando que no debemos permitir que vuelvan a pasar sobre nosotros, no perdonar jamás las injusticias, no perdonar por todo lo que nos costó levantar nuevamente la cabeza, no perdonar las traiciones y menos si vienen de alguien con quien existía algún tipo de vínculo. Muchos dirán que perdonar es de valientes, llámenme entonces el mayor cobarde.

 

Jean Pierre

VIOLENTO

Esa necesidad humana de ser violentos, de palabra, de acción y omisión; somos violentos consciente e inconscientemente; somos instintivos y reactivos; somos agresivos, impositivos, malintencionados, salvajes, hirientes; tenemos la facilidad para construir, pero preferimos desmoronar todo en segundos, tenemos el don de amar sobre todas las cosas, pero elegimos lastimar. ¿somos violentos por naturaleza o por idiosincrasia?, yo creo que es un poco de ambas cosas, pero definitivamente nuestro entorno afecta mucho cualquier acción que tengamos, el tráfico, las distancias, la espera, las multitudes, el consumo, la ansiedad, el estrés, la decepción, el corazón roto, la felicidad, el ego, el temor, la angustia nos hacen violentos, todo invita a comportarnos como animales hambrientos, aunque quizá ya es hora de dejar de usar el adjetivo de animales para justificar muchas de nuestras acciones y que empecemos a describirnos como humanos, pues a diario comprobamos que somos eso, humanos, es una buena manera de describir todo lo malo que pueda haber.

 

Ese no sé qué en nuestro cerebro que nos incita a lastimar a los que amamos, es como si algo nos dijera que aquel que nos ama siempre va a estar ahí, que los otros están dispuestos a soportar nuestras mierdas, es como si supiéramos que ver el sufrimiento en aquel que nos importa nos emocionara, que ese control sobre los sentimientos del otro nos alimenta esa superioridad y cubre todas las falencias que hayamos tenido. Vivimos en el limbo del perder, la adrenalina de sentir que estamos perdiendo algo nos impulsa a querer sentirlo todo el tiempo, nos gusta experimentar con el dolor ajeno, nos motiva el límite de nuestro cuerpo cansado del sufrimiento, somos tan humanos que disfrutamos siendo violentos con nosotros mismos, y si a nuestro ser le hacemos todo lo malo ¿qué pueden esperar los demás?

 

Violentamos nuestros pensamientos y destruimos nuestra psiquis; dañamos nuestros sentimientos, nuestro cuerpo, nuestro espíritu; dañamos nuestro techo y nuestra cama; arruinamos a nuestra familia y a nuestros amigos; destruimos las flores que arrancamos por el simple deseo de adornar una mesa; violentamos a los menores con la idea que aprendan lo que sabemos; dañamos los colores del atardecer con el fin de eclipsarlos con el piso más alto construido alguna vez.

 

Encontramos todo tipo de actos violentos a diario en cada espacio habitable por los humanos, pero aún con todo lo dicho anteriormente yo sí creo que podemos cambiar las cosas, que los abrazos debilitan las balas; creo que un beso antes de dormir arregla un día; estoy convencido que cantar mirando a los ojos rompe la tensión y el dolor; creo fielmente en que decir te amo todo el tiempo puede cambiar el rumbo de una discusión; en mi utopía sé que puedo cambiar la violencia que ejerzo y que todos podemos arreglar este mierdero. 

 

Jean Pierre

ESPIRALIDAD

Me tomó un par de días escribir este texto, este primer párrafo surgió de un momento en el cual sentía que ya estaba todo listo en mi escrito, pero en mi sentir faltaba algo, entonces decidí que era mejor añadir esto que diré, y me pareció que lo más correcto era escribirlo de primero, encima de todo lo que ya había dicho antes, quizá este párrafo deba ir al final, pero prefiero empezar aquí. Van a sonar muy extrañas y algo contradictorias estas primeras líneas y es que necesito empezar defendiendo algunas cosas; muchas personas que están en su proceso de crecimiento y de búsqueda de lo que son tienden a llamarse “espirituales” y esta definición es muy amplia y alberga muchas cosas extrañas. Todo aquello que nos lleve al crecimiento como personas es un camino largo y complejo y me molesta demasiado cuando algunos pretenden atacar los instintos y las formas de reaccionar de las personas, “no hagas eso, no es muy espiritual de tu parte”, “no reacciones así, controla tu energía, las personas elevadas no reaccionan de esta manera”, “¿tan espiritual que eres y cuando te da rabia respondes así?”, pues sí, todos tenemos el mismo derecho de reaccionar y liberar nuestras emociones como más nos plazca, no podemos aparentar que algo no nos afecta por una fachada que otros quieren que tengamos, no podemos permitir que algo pase de largo por nuestra vida, es necesaria la reacción, es pertinente SER.

 

Yo creo que es completamente necesario redefinir la palabra “espiritualidad” y todo lo derivado de ella. Hace un largo tiempo que me está haciendo ruido todo lo que se pretende involucrar a lo que se cree, o se ha querido creer que es y aquí con mi total desconocimiento y toda la propiedad que me otorgo, intentaré hablar de aquello que me retumba en los oídos cada vez que lo escucho en todo espacio posible.

 

Hay personas que se denominan “profundamente espirituales” y cuando se les pregunta el porqué de su adjetivo dicen que lo son porque creen mucho en Dios, o porque van fielmente a su iglesia cada fin de semana, otros un poco más alejados de la religión dicen que lo son porque creen firmemente en las energías, el universo y en cuanta cosa a la que puedan ponerle una responsabilidad; he aquí mi ruido, mi incomodidad, mi molestia y quizá suene cero objetivo con todo lo que digo y diré, pero para mí, las personas más alejadas de la espiritualidad son aquellas que describí al inicio de este párrafo, quizá hablo un poco desde la rabia y la emoción, pero los peores seres que he conocido en mi vida son aquellos que se autodenominan espirituales, porque en su definición y en el invasivo fanatismo de su estilo de vida creen que su verdad es la única, que su pensar es el real, el absoluto; se sienten superiores porque hacen algo que solo unos pocos, y al ser uno cuantos en medio de unos millones perciben una falsa realidad, se vuelven sectarios, discriminadores, terroristas de las libertades individuales, inclusive aquellos que no son religiosos, porque dentro de sus dogmas terminan siendo lo mismo de lo mismo, una religión más, donde ellos son su Dios al que adoran desde el ego, son su banalidad, son sus pensamientos de revolucionar al mundo, pero eso sí, el mundo solo puede cambiar bajo su forma de pensar.

 

Otros de los mal llamados espirituales son aquellos que justifican sus adicciones y necesidad de consumo para poder conectarse con aquello a lo que llaman superior, o para silenciar su cabeza, sin darse cuenta que hay otras formas de aquietarse. Los caminos rápidos para la cuestionable iluminación son atajos que no llevan a ninguna parte, no se puede manejar un avión sin haberlo estudiado antes, no se puede acceder a algo sin la preparación previa.

 

Llamé a este texto “Espiralidad”, porque hay otras definiciones con las que me siento más identificado, donde se dice que eso es la espiritualidad, el crecimiento que hacemos como personas en forma de espiral, las acciones que nos ayudan a cambiar y mejorar día a día, pero desde nuestras propias experiencias, de nuestros errores, nuestro camino que solo trazamos nosotros. Ningún crecimiento puede ser recto, es imposible porque no controlamos lo que la vida trae, pero sí podemos controlar lo que hacemos, decimos, la forma en que nos relacionamos, la manera en que servimos a la humanidad y a eso se le puede llamar crecimiento en espiral, con ires y venires, con subidas y bajadas, con aciertos y fracasos, con dolores y alegrías. Y todo esto nos da un aprendizaje al que podemos llamar espiritualidad y quizá nos sintamos en la libertad de compartir a otros nuestra vivencia, pero solo como anécdota, sin pretender que otro siga mi línea o mi camino, todo lo demás son mafias, distracciones de unos para alimentar su endiosamiento, sobras para los cerdos y aquellos ansiosos de que alguien les diga hacia dónde ir.

 

La lingüística nos ha enseñado que las definiciones de las palabras son construidas por las sociedades, los países hispanoparlantes tenemos muchos significados para una misma palabra dependiendo de la región. A través de los años las cosas son algo distinto a lo que solían serlo, lo que antes decíamos ya no se usa más o se emplea de una manera distinta. La definición de una palabra tiene todo que ver con el contexto social y político y está sometido a cambios según el momento, la fuerza, la necesidad y los deseos de las sociedades, las tribus, grupos, poblaciones, etc. Cuando hablo de redefinir una palabra es por mi necedad de pretender que mi definición es la correcta, pero luchar contra ello es una guerra perdida, entiendo perfectamente cuando los conservadores y defensores de la lengua exigen que se respeta lo que dictan ciertas absurdas reglas, pero pretender cambiar lo que algo significa es una lucha perdida, una batalla que es mejor no empezar.

 

Jean Pierre

SUIZA

Siento yo que es necesario un territorio neutro en nuestras vidas, ese algo, alguien o espacio donde todo se ve desde una perspectiva amplia. Ver las cosas como un todo y no por partes nos ayuda a tomar mejores decisiones, otras formas alejadas de nuestros círculos nos dan ese angulo al que quizá en nuestra ventana no podemos percibir.

 

En mi caso, por ejemplo, siempre estoy muy rodeado de familiares y amigos muy cercanos, pero es justamente esa cercanía que no me ayuda con ideas claras, porque en las cercanías siempre puede más el sentimiento que la razón, al ser todos parte de ese mismo todo no siempre prima el interes necesario sino el que más nos haga sentir calidos los pensamientos.

 

Tengo 2 territorios neutros y a uno de ellos lo llamé Suiza, este es mi país que no juzga a mi favor ni en el de nadie, sino que siempre se mantiene ahí, en esa inmensa neutralidad que a veces me enfada, pero que entendí era importante. Este país con ojos azules, gestos extraños y una forma muy particular de decir groserías no conoce a nadie que haga parte de mi vida, por eso no tiene sentimientos de ningún tipo hacia ellos y eso permite que sus consejos sean acertados, también este país me conoce muy bien y por ende me plantea varias opciones en las que sabe que la que elija, será una buena decisión.

 

Mi segundo país tiene una barba larga, un caminar parsimonioso, una bata blanca y una sonrisa de oreja a oreja, al igual que suiza no conoce a nadie y siempre que mi vida está en caos tiene el mensaje más claro y contundentemente posible para arreglar todo, o bueno, intentarlo.

 

Al iniciar este texto hablaba de ese algo, alguien o lugar que asume las veces de neutro, y lo retomo aquí porque también es necesario aclarar que no todos precisamos de personas para entender las formas de la vida, todo lo mensionado anteriormente también nos lo puede dar nuestra cama, una mascota, una montaña, las olas del mar, todo aquello que nos lleve a esas instrospecciones profundas donde logramos ver mil posibilidades. Lo que no es valido es pretender evadir todo aquello que pasa y poner la responsabilidad en el aire, por más que huyamos nuestas decisiones deben ser tomadas, con ayuda de nuestros pensamientos o con el consejo de cualquier territorio que ande vagando por ahí.

 

Jean Pierre

LLORAR

Siempre, siempre, SIEMPRE que alguien empieza a llorar, termina pidiendo perdón, con frases como: "lo siento", "perdón por llorar en frente de ti", "no voy a llorar más para que no me vean de esta manera", "debes pensar que soy un llorón"; y por mi cabeza pasan mil ideas, entre ellas una bofetada para áquel que se atreve a reprimir su llanto por no mostrarse vulnerable. No me cabe en la cabeza cómo una persona se siente mal por exponer sus sentimientos, no entiendo cómo es posible que alguien tenga que retractarse por la cosa más hermosa y pura que tiene nuestro cuerpo para liberar todas las emociones; y es que si lo pensamos bien y buscamos una relación entre llorar y cada sentimiento o emoción, nos encontramos con que la hay; la ira nos hace llorar, el dolor nos saca lagrimas, la felicidad nos permite aguar los ojos, la nostalgia nos hace llorar siempre que recordamos ese algo; todo en nuestro cuerpo y mente está conectado al llanto. 

 

Entonces, si llorar es algo tan natural como lo es ir al baño, ¿por qué reprimirlo?, ¿por qué excusarme ante el brote de las lagrimas?, ¿por qué el miedo de la reacción ajena ante nuestra vulnerabilidad? Sabemos que la respuesta es clara y larga, pero para abreviar un poco diré que hemos sido criados para siempre mostrarnos fuertes, nos dicen que el mayor símbolo de derrota es llorar, se nos ha hecho creer que aquel que llora es menos hombre, menos persona, es débil, o incluso se le ha dado exclusividad a a unos cuantos, sólo se puede llorar si se es niño, mujer, dramático; sólo se puede llorar en funerales, pero no mucho porque qué vergüenza que te vean exagerado.

 

Llorar es al ser lo que es el jabón a las bacterias, su función es limpiar, remover, abrir espacio. Las lagrimas son el reflejo de nuestra existencia, de la empatía y de la añoranza. No es anormal, no está mal, no se es menos, no hay que pedir perdón, no hay que pedir permiso; pero sí es libertad, sí es felicidad, sí es madurez, sí es autoestima, y se puede liberar acompañado de mil cosas, de gritos, de abrazos, de rabia, cantando, recordando, etcétera. 

 

Desde mi experiencia, lloro por todo, en las películas, en las frases de mis padres, en los reencuentros con mis seres queridos, lloro de impotencia, por estrés, lloro cuando quiero hacer palatela, lloro actuando, lloro con la música, y quién esté a mi lado tiene dos opciones: esperar a que acabe de hacerlo o abrazarme.

 

Jean Pierre 

DEFINIRSE

No sé cómo reaccionar o qué responder cuando esa pregunta llega a mí: "¿quién eres?" Y yo siempre digo: "Jean Pierre", y me dicen: "pero, o sea, ¿cómo te defines?", y ahí mi cerebro entra en un estado de desconexión. En casi 30 años de vida he forjado mi personalidad, mis gustos, mis pensamientos, ideas y demás; entonces me cuesta resumir en una sola palabra quién soy, creo yo, que lo único que condensa todo eso que soy es mi nombre, ahí está el registro como en una USB todo lo que soy y lo que seré.

 

Entiendo perfectamente que las luchas de miles de personas han servido para que hoy yo pueda estar diciendo esto y que para muchos es muy importante darle un nombre a las identidades sexuales, para muchos es necesario poner una etiqueta porque su nombre, sus deseos y sus derechos han sido vulnerados muchas veces; entiendo perfectamente que las luchas necesitan nombres, banderas, líderes, formas y símbolos, pero en este momento de mi vida no logro ponerme una marca, no logro definirme de la forma en que se espera que lo haga y creo que la gran razón de esto es que si me defino, me limito, siento que las identidades de algunas cosas no me permiten fluir con otras cosas que quiera; y lo he intentado muchas veces, intento decir que soy algo, pero en realidad no lo soy, me siento incómodo porque no soy eso del todo, no puedo pensar que soy algo si no está dentro de mi piel y mis poros en cada instante, no puedo inpregnar algo en mi alma que no me hace vibrar esa misma alma.

 

Puedo sonar muy exagerado con esto que digo, pero es que todo lo que tenga que ver con lo que es una persona lo llevo muy interiorizado, tengo muy claro que la forma en que nos gusta que nos llamen nos enaltece, nos sonroja, nos alimenta el ego; eso que nos gusta que nos digan, como el color de nuestro vestido, el peinado o los zapatos, lo mostramos en todas partes como ese no sé qué que nadie más tiene y mientras no logre sentir eso, no podré definirme.

 

Jean Pierre 

 

EL FAVORITO

Muchas veces cuando empiezo a escribir algo aclaro que quizá no tenga mucho sentido lo que voy a decir y esta no es la excepción, pero ahí vemos como va fluyendo todo.

 

A lo largo de mi vida me he acostumbrado a no ser el favorito de nada en ningún ámbito, no soy el hijo favorito, ni el amigo favorito de alguien, jamás fui el estudiante favorito ni nada de eso, y ahora creo que empiezo a entender la razón o el origen de ello, podría decir que es por la ausencia, la presencia efímera. En los últimos años me he vuelto esa persona que está poco tiempo en alguna parte o que todos saben que pronto se irá, o que muchos ni se enteran cuando estoy o no, y esa es la consecuencia de la forma de vida que he decidido llevar, justamente es eso, es una decisión que conlleva sacrificios de los cuales estoy consciente, pero son necesarios para conseguir ese sueño al que tanto le apunto: el arte.

 

Y es que no se puede acceder al paraíso sin renunciar a la vida, y he tenido mil paraísos y mil vidas perdidas; cuando decidí darle mi vida entera a Karis renuncié a las actividades familiares, cuando decidí viajar y conocer muchas partes renuncié a que mis amigos me tengan en cuenta para ninguna actividad, supongo que se acostumbraron a mi ausencia y cuando estoy existe la duda de mi presencia; cuando decidí hacer arte renuncié a una vida laboral estable, cuando decidí que mi presencia era momentánea renuncié a la posibilidad de una relación amorosa, cuando decidí manifestar todo lo que siento renuncié a la mentira, cuando decidí bailar sin importar nada renuncié a la vergüenza, cuando decidí hacer una estupidez renuncié a mi mejor amigo, cuando decidí vivir la aventura renuncié a poder despedir en su funeral a un gran ser, cuando decidí decir todo y luchar por mis derechos renuncié a aquel lugar que me hacía tan feliz, cuando decidí despedirme renuncié a mil abrazos.

 

Siempre en mí está ese deseo de volver a abrazar y seguir amando a todo aquel que ha pasado por mi vida, siempre en mi corazón está mi lugar favorito, mi ciudad, y hace unos meses entendí que no es Cali lo que extraño, son mis relaciones familiares o de amigos que habitan aquí, y al llegar entiendo que todo el mundo sigue su camino, que nadie espera a nadie, que la vida debe de seguir y quedo en ese limbo de emociones y sensaciones extrañas, donde comprendo que por lo dicho anteriormente no podré estar en la lista de los favoritos de nadie, o que ni siquiera me esperan brazos abiertos sino que soy yo quien busca que los demás los abran.

 

Entiendo que mis mil anécdotas son solo importantes para mí o cuando las comparto por lo que escribo. es que al final de todo, estas sensaciones son la respuesta más clara a mis preguntas, soy consciente y responsable de todas mis decisiones, pero eso no me exime de la reflexión a la que yo mismo siempre me invito.

 

Jean Pierre